La Jornada martes 19 de octubre de 1999

Teresa del Conde
Historia cultural

El martes 12 de octubre en el salón de actos del Munal se efectuó una disertación con motivo de la visita del historiador Jean-François Sirinelli, de la Universidad Charles-de-Gaulle Lille III, que junto con Jean-Pierre Rioux, inspector general de Educación Nacional en Francia, coordinó y es coautor de un libro inicialmente publicado por Editions du Seuil, ahora traducido al castellano por Editorial Taurus, y a la que no acudieron tres de los invitados: Federico Reyes Heroles, Enrique Florescano y quien iba a fungir como moderadora, la novelista Rosa Beltrán.

En cambio, Rafael Tovar y de Teresa, también invitado a disertar, sí se presentó puntualmente, con lo que fuimos cuatro personas las que tomamos la palabra; aparte de Sirinelli, el propio Tovar, Antonio Saborit ųquien parece haber sido convocado a última hora para sustituir a los ausentesų, Enrique Semo y quien esto escribe. No se trataba de presentar el libro, un tomo de 480 páginas que comprenden 25 ensayos de diversos autores, al que tuvimos acceso sólo días antes de la ceremonia.

Se trataba de hablar sobre las posibilidades que tiene ahora un modelo de historia cultural, pero fue inevitable que algunos leyésemos previamente varios de los trabajos y que revisásemos el libro en sus partes básicas. Debo decir que me pareció algo tedioso y que además aunque es ultramoderno, de algún modo insólito lo encontré anticuado aunque quizá yo sea la anticuada, porque sigo teniendo predilección, entre los autores franceses de este siglo, por Pierre Francastel, Fernand Braudel, André Chastel, Roland Barthes, René Huygue, Jean-François Lyotard, Jean Baudrillard y Pierre Bourdieu, por ejemplo. Todos, excepto los tres últimos, ya fallecieron. Sin que los autores del presente libro desmerezcan, porque algunos dicen indudablemente cosas interesantes, este conjunto de textos me parece ųcomo propuesta historiográficaų poco plausible de convertirse en modelo debido a lo siguiente: el concepto ''cultura", todos lo sabemos, engloba demasiadas cosas, no sólo las artes escénicas, el cine, las artes plásticas, la literatura, la música, la cibernética y hasta la política, sino todos los modos de conducta que se adquieren y se transmiten en una sociedad determinada. Eso torna impreciso al término y sobrevienen de inmediato las inevitables divisiones, que a mi modo de ver son bienvenidas, siempre tomando en cuenta que la actitud interdisciplinaria es no sólo conveniente, sino indispensable para toda persona que se encuentre inmiscuida en quehaceres culturales de cualquier índole.

No obstante la pretensión de sustituir, o por lo menos hacer valer por encima de otros modelos el de la historia cultural, como respuesta al revisionismo de raíz marxista y al estructuralismo, me parece de momento impracticable para México y para otros países latinoamericanos o no, debido a que estamos inmersos en problemáticas que tienen como ejes la política y la economía, con las repercusiones superestructurales que éstas crean, incluso en el terreno de lo religioso.

Pero quizá lo que menos me gustó del libro es que algunos incisos dan por supuesto cosas que posibles lectores pueden ignorar completamente: por ejemplo la trascendencia que tuvo el affaire Dreyfus y las reacciones que aún ahora provoca. ''Del caso Dreyfus todo parece dicho y redicho" dice el autor del capítulo ''El caso en todos sus estados". El problema es que Christophe Prochasson no se refiere a lo que sucedió con el oficial judío cuya presunción de inocencia o culpabilidad generó dos partidos: los dreyfusistas y los antidreyfusistas. Omite, asimismo, mencionar que Emile Zola fue a su vez sujeto a juicio debido a su célebre carta abierta J'acusse, entre el 7 y el 23 de febrero de 1898. El, como Proust, era dreyfusista.

No toda persona medianamente ''culta" sabe estas cosas, creo que ni siquiera en Francia, entonces dar por supuesto que es innecesario referirse al pasado, en este caso a la causa del caso, conspira contra la idea de que ''las élites de la mediación cultural, de hecho, podrían ser comprendidas como aquellas dotadas de una cierta capacidad de resonancia y de amplificación", cosa que acertadamente postula Sirinelli, a quien el autor de ''El caso en todos sus estados" ahora sí que no le hizo caso en ese sentido.

Se antoja que los ensayos son producto de un seminario de postura quizá opuesta a los que procura el Centre National de la Recherche Scientifique, pero no puedo asegurarlo, sólo indicar que el libro me parece algo parroquial y que necesitaría clarificaciones, no nada más lo de Dreyfus, que intentaré explicar en otro artículo.