Ť Ordena enviar más víveres y medicamentos a comunidades aisladas
Constató Zedillo los graves daños en la Sierra Norte de Puebla
Ť En Zacatlán, presentó un informe de las tareas realizadas en apoyo a los damnificados
Rosa Elvira Vargas, enviada, Tepango de Rodríguez, Pue., 18 de octubre Ť La neblina recorta difusas siluetas de mujeres con hijos pegados al pecho y de sus extenuados hombres. Fantasmales, deambulan en postración. Y se quejan, ruegan, suplican. El paso de los días no aminora la tragedia en la Sierra Norte de Puebla. Aquí, el aislamiento es hambre, enfermedades y angustia. El presidente Ernesto Zedillo debió desandar hoy por tierra el camino entre Tepango y Zacatlán, de la forma en que aquellos, los olvidados de siempre, han debido moverse en estas semanas: entre el barro, el lodazal, las carreteras hundidas, los puentes endebles y las veredas en laderas de desgajados cerros, trazadas por el mero apremio de sobrevivir.
Nahuas y totonacos, campesinos paupérrimos, abren sus propias brechas y limpian con lo que pueden algunos tramos de camino para alcanzar la cabecera municipal donde se refugian en estos días. Muchos no saben a dónde dirigirse. Buscan una despensa, comida, un techo, recuperar su parcela de autoconsumo y mandar a sus hijos a la escuela. Casi todo sigue igual desde que las lluvias borraron sus pueblos, sus caseríos miserables.
Las cosas no mejoran
Zedillo realiza un complicado recorrido. Hoy pudo comprobar que en aquellos pueblos que reciben el éxodo de la montaña las cosas no mejoran. El, sin embargo, mantiene sus instrucciones iniciales: no otorgar despensas. Y corta tajante a quienes intuye motivaciones políticas. Admite la persistencia de "situaciones críticas" en esta región, y asume que aquí está lo más difícil de cuantos estados hayan sido azotados por los aguaceros.
A media mañana llega a Tepango. De inmediato el alcalde le rinde parte de lo realizado y le advierte que mucha gente está molesta "porque siente que no les estamos ayudando". Explica que muchas personas han llegado hasta aquí desde las comunidades, "a veces vienen 600, 700, y les estamos dando a todos de comer ahí, en el sanatorio".
Desciende Zedillo una pendiente de barro, y por los testimonios se entera del grave problema de desabasto. Ordena que se redoble el envío de víveres y sale al paso de las mujeres que en nahua y en español acusan que se les discrimina, que alguien acapara, que no tienen suficiente para paliar sus necesidades. "Yo soy de Tulimán; perdí todo, mi casa, mis semillas, mis animales", le dice una de ellas. El mandatario se interesa: "Voy a hacer lo necesario para que le arreglen su casa, no se angustie. ƑDónde vive usted? ƑQué le pasó? ƑDónde cayó el lodo?", interroga a quienes se le acercan.
Metros adelante, otra constatación del destrozo casi total de la carretera interserrana, que el alcalde de Ahuacatlán, Pablo Cueva, describe: "las máquinas están trabajando; están abriendo hacia acá, porque anoche nos paró un susto el agua. Una hora lloviendo, y nos preocupaba que se fueran a deslavar los cerros. Y no hemos dejado de trabajar día y noche mis compañeros y yo".
Para conocer parte de los deslaves, Zedillo subió una pendiente pronunciada. Esto agotó a muchos integrantes de la comitiva. El mandatario bromeó con el hecho, y resaltó que para ser Presidente de la República hay que tener buena condición física. "Ahora en enero, le vamos a poner una prueba a los candidatos y el que no corra la maratón al menos en hora y media, lo regresamos".
Luego, y ante la cerradísima neblina que impidió ųtras 45 minutos en espera de que levantaraų elevar a los helicópteros, se decidió retornar a Zacatlán usando la destrozada carretera. En un microbús, y luego en una combi, viajaron los secretarios de Salud, Educación Pública y Desarrollo Social, el director de la CNA y algún subsecretario.
Se atravesó un gran trecho de carretera intransitable para automotores, un lodazal resbaloso, donde cualquiera ųcuriosamente ninguno de los pobladores de la zonaų podía caer o estar a punto de hacerlo: camarógrafos, reporteros, el secretario de Educación. Nadie podía presumir ser diestro en este terreno.
El remate, el ascenso por la resbalosa y empinada ladera de un cerro que la gente ha habilitado como paso peatonal. Y desde ahí, en las mismas condiciones, hasta Zacatlán, donde en medio de la niebla Zedillo regresó a la ciudad de México.
En medio del camino hubo un alto en Ahuacatlán, que padece el aislamiento y la congoja de mucha gente que ha llegado desde las comunidades cercanas y pide despensas, porque "a nosotros no nos ayuda; todo para ellos, por Dios santito. A mí, que ya soy grande, no me dan nada", gime una indígena.
"No, no, señora, eso no es cierto", la corrige el mandatario. Debemos "cuidar las cosas porque no hemos podido traer todo lo que hace falta. Entonces nada más ha llegado un poquito. Es para todos pero tenemos que distribuirlo... yo he visto a mucha gente caminando ahorita con su bolsita. Y aquí lo que tenemos que hacer son los comedores. Pero no podemos, lo que nos llega un día, acabárnoslo, porque nos tiene que durar viarios días. Lo que voy a hacer es mandar más cosas. Ahorita voy a ver cómo mandar camiones del Ejército, pero va a llegar más".
En Zacatlán, primer punto de una gira que debía concluir en Zacapoaxtla, el Presidente atestigua el inicio de la semana de Salud en Puebla. Ahí, una mujer le espeta que mientras la comunidad lo quiere ver, "se rodea usted de reporteros, de todo mundo, menos del pueblo". Zedillo la atiende. Insiste en que todos los que perdieron sus viviendas deben registrarse para evaluar si es posible reconstruirlas o habrá que levantar nuevas.
La mujer alza la voz. Le pregunta sobre la periodicidad con que se envían las despensas a los lugares aislados, pues "siento yo que con un kilo de arroz, otro de frijol, una sopa, una minsa y una botella de aceite, no es suficiente para familias con hasta 12, 13 o quince personas. Mi pregunta es cada qué tiempo se les está mandando esa ayuda. A lo mejor..."
El Ejecutivo corta. Explica que los víveres se envían "cada vez que los helicópteros pueden volar a los lugares incomunicados" y que no se está pensando en dar los alimentos cada cierto tiempo, sino de acercarlos "a donde sabemos que hay gente y están aislados. Con permiso, señora", cierra Zedillo y, sin dar tiempo a su interlocutora sigue su camino en otra dirección. Comenta a una conductora de televisión: "es de las que quieren hacer carrera política montada en los hombros de los damnificados".
Una bodega repleta de víveres, cobijas y otros apoyos, instalada en el palacio municipal de Zacatlán es el sitio elegido para recibir informes del responsable militar sobre la asistencia prestada a las comunidades serranas. A su vez, Zedillo hace un balance de la acción pública en los estados que enfrentan graves daños. Dice que en Hidalgo y Veracruz ya terminó la fase de "emergencia aguda" y se puede iniciar la etapa de reconstrucción y recuperación.
Y aunque lo mismo podría decirse de buena parte de Puebla, agrega, ese no es el caso en la Sierra Norte, "donde durante varios días, e incluso semanas, tendremos que continuar con estos dispositivos especiales de traslado de víveres, de medicinas y de agua embotellada para evitar una tragedia mayor en las personas que se encuentran aisladas y que han sido afectadas por estas inundaciones".
Para atender a esta región "no podemos aflojar el paso, bajar la guardia, soslayar los problemas", pues en las comunidades incomunicadas, apuntó, bastarían algunos días de mal tiempo para que los problemas de abasto "que vivimos en días anteriores, se volviesen a presentar".
En el despliegue de lo realizado por el gobierno federal, Zedillo ubicó el inicio de los desastres el 30 de septiembre, cuando un terremoto afectó gravemente a Oaxaca. Apenas empezaban a montarse los dispositivos de auxilio, apuntó, cuando se vinieron las excepcionales precipitaciones que han afectado a Veracruz, Hidalgo, Puebla y Tabasco.
A partir de entonces y por distintos medios, informó, se rescataron a 7 mil 112 personas; 75 mil 526 han llegado a estar atendidas en 526 albergues.
Las zonas siniestradas han recibido 4 mil 100 toneladas de alimentos y 200 mil litros de leche. Se han realizado 500 mil consultas médicas, no se han reportado brotes epidémicos, y 180 mil personas han recibido atención médica en albergues. Se han trasladado 935 toneladas de medicamentos y se han distribuido 2 millones de litros de agua embotellada.
Indicó que la Comisión Nacional del Agua restableció el servicio a 440 mil personas y 610 mil que habían perdido el suministro de energía eléctrica cuentan de nuevo con el fluido. Apuntó que se han restaurado los pasos en 26 de las 28 carreteras federales dañadas, y en 300 caminos rurales.
Pero en Puebla, dijo, donde 188 de las rutas vecinales están averiadas, "hemos pedido restablecer el paso sólo en una fracción de ellos" y demorará un mes resolver ese problema.