COLOMBIA: DISTENSION ALENTADORA
El líder guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Manuel Marulanda, el legendario Tirofijo, en un mensaje telefónico transmitido ayer por una televisora local, reconoció que ha sido ''gracias a las políticas de paz del presidente Andrés Pastrana'' que el conflicto bélico no se ha agravado. Tirofijo hace esta afirmación a unos días de que se inicien las negociaciones de paz entre el gobierno y las FARC, programadas para el domingo 24 en el poblado La Uribe, en la zona de distensión.
En efecto, la flexibilidad mostrada por Pastrana al desistir de su propuesta sobre el establecimiento de una comisión internacional de verificación en el proceso de paz, rechazada por las FARC, permitió que se superara el impasse en el que por meses estuvo el diálogo entre ambas partes y ahora pueda comenzar una nueva etapa en la que no sólo dialogarán sino también negociarán.
Este alentador y necesario signo de distensión deberá traducirse en hechos concretos en los que se refleje la voluntad, de gobierno y guerrilla, de poner fin a una guerra civil que ha desangrado y desarticulado a la nación colombiana.
Sin embargo, no puede soslayarse que existe un sector de la sociedad colombiana que no cree en este nuevo esfuerzo de pacificación y, por lo tanto, no apoya al gobierno. Ese sector de derecha cuenta con líderes de opinión para quienes cualquier nueva iniciativa basada en la negociación con la insurgencia está de antemano condenada al fracaso. Estas y otras muestras de exasperación y desaliento que, por desgracia, se multiplican en la sociedad colombiana, se explica por el incremento de la violencia y la persistencia de los enfrentamientos armados entre ejército, guerrillas (las FARC y el Ejército de Liberación Nacional, con el que el gobierno ha dicho que no negociará hasta que libere a todos sus rehenes) y paramilitares, confrontaciones que suelen dejar una inadmisible cauda de bajas civiles.
Por otra parte, dentro del mismo ejército colombiano existe resistencia a que el gobierno se siente a negociar con las FARC o el ELN y, más aún, a que se les concedan privilegios a los rebeldes, como el retiro de tropas de la llamada ''zona de despeje'' o la posibilidad de permitirles ejercer control sobre una porción del territorio.
El vínculo entre militares y las autodefensas, o grupos paramilitares autores de matanzas en poblaciones presuntamente vinculadas con las guerrillas, es otro de los factores en el escenario de Colombia que, junto con el supuesto amago de una intervención militar estadunidense para ''resolver'' el conflicto, torpedean los esfuerzos de pacificación.
No es la primera vez que Andrés Pastrana atiende exigencias de los rebeldes; ya antes tomó acciones para frenar la acción de paramilitares y ordenó la salida del Batallón de Cazadores de la zona franca. Toca el turno ahora a las FARC de dar muestras de voluntad política para negociar. La disposición mostrada por Tirofijo para apoyar la política de paz de Pastrana podría significar el primer paso de una negociación que, aunque difícil, permita a los colombianos recuperar la esperanza en un futuro sin matanzas.
|