La Jornada miércoles 20 de octubre de 1999

Luis Linares Zapata
En el filo de la navaja

LA DECISION DEL CGH de cerrar los institutos de investigación de la UNAM hace entrar a la huelga que mantiene en vilo a la institución en la pendiente de los rendimientos decrecientes. Y esto por varias razones y partidas. Una debido a que separa al movimiento de buena parte de su base de sustentación. Mucho de ella tiene cabida, precisamente, entre los trabajadores de esos centros de excelencia. Otra, porque tal medida, arbitraria y torpe desde numerosos puntos de vista, predispone a sectores que, sin ser enemigos de la huelga, la han visto con indiferencia o cierto recelo. Una adicional se encuentra al considerar la radicalización de sus inclementes enemigos de siempre. El encono, redoblado hasta el desprecio, que los opositores a la educación pública y sobre todo a la gratuita han venido mostrando sin tapujos, tiene ahora un sólido argumento para solventar parte de sus arranques fóbicos. Y no se olvide la reacción que anidará entre las autoridades universitarias. La rectoría y sus aliados encontrarán, en la alocada resolución de una parte del CGH, motivo adicional para alargar el conflicto. Confiados en que ello aumenta el desgaste de los paristas y justifica su inacción. Al mismo tiempo, porque le presenta, a los núcleos duros del oficialismo gubernamental, la oportunidad de replantear el uso de la fuerza.

Pero quizá la razón de mayor trascendencia para enjuiciar el error del CGH sea la que emane de aquellos núcleos de la ciudadanía preocupada por el conflicto y la UNAM, y que da forma a su principal caja de resonancia. Es aquí donde la afectación se hará sentir con mayor peso y sus ecos pueden desembocar en direcciones convergentes. La primera acentuará el alejamiento y hasta cansancio de la población respecto de los métodos usados por los estudiantes huelguistas para procesar y dar forma a sus planteamientos y acciones. La gente no quiere ya tomas de vialidades, granaderos agresivos, provocaciones de grupúsculos, insultos entre asambleístas, destierros, expulsiones, alambradas de púas, declaratorias de non gratos y léperas y hasta punibles amenazas a compañeras que oponen resistencia. La segunda en el olvido de los principales responsables de la huelga y los objetivos que los llevaron a tomar las inconsultas e ilegales decisiones que desataron la protesta estudiantil. Sobre todo porque esto último puede conducir a nublar el valor de lo hasta ahora ya casi obtenido: la necesidad de reformar la universidad pública, adaptarla al México de hoy y al del siglo venidero.

Son muchos y variados los signos que impelen a la prudencia y reorientación del movimiento universitario. Movimiento que no es ya de aquellos, muchos o pocos, que lo originaron. Y esto es un inmenso logro. Es de la comunidad universitaria y más todavía, de la misma sociedad. Habida cuenta de que la UNAM es, quizá, el mejor de los bienes públicos con que ésta cuenta para fincar su bienestar y desarrollo.

El CGH no puede darse el lujo de dividirse. Es la ruta más corta hacia la derrota y la catástrofe. No sólo de este particular intento popular, sino de muchos otros que se den en el futuro cercano. Tampoco puede alejarse de la comunidad universitaria que ya participa y presiona. Menos aún de la opinión ciudadana que es su universo receptor y en donde resuena toda forma de legitimidad. No lo puede hacer a esta altura de la disputa. Después de meses de congestionados alegatos de toda índole y matiz. Cuando se ha resistido la más feroz de las campañas difusivas montadas por el sistema de poder para controlar y hasta desbaratar todo modelo o visión distinta a la imperante. Cuando las horas que faltan para visualizar soluciones son pocas pero durante las cuales se filtran las confusiones y dilatan los acuerdos definitivos. No lo puede hacer ahora que se intenta consolidar lo ganado e iniciar el proceso reformador con una universidad normalizada. Véase, sino, la válida injerencia del EZLN (y de Marcos) con sus críticas, regaños y desplantes de serio observador del conflicto y hasta de la realidad nacional. Así como las respuestas dadas por académicos o escritores que eran, o son, afines a la izquierda y donde naufragan ondas discrepancias. Es preciso atender a las consecuencias que tendrá la consulta montada para días venideros y la cauda de argumentos que de ahí se extraerán. Nótense también los redoblados esfuerzos de aquellos que exigen la aplicación tajante de la ley, (Ƒcual y contra quién?, Ƒcontra los burócratas que incautaron la UNAM?, Ƒcontra los que violaron los mandatos constitucionales?, Ƒserá contra los hacendarios que recortaron los haberes de la educación y la UNAM?, Ƒo será contra el Presidente por rehusarse a pasar a la historia como represor y hacerle la tarea a Barnés?) Los reclamos por apegarse al derecho son ya audibles por varios lados (pero de manera destacada por el flanco de la derecha), aún ahí donde la misma ley pierde sus justas demarcaciones o los, ya de por sí, cuestionados contornos. El caldo hierve y sus olores llegan a innumerables confines. No todos ellos movidos por altruistas propósitos ni menos por afanes de progreso nacional. Cuidado con andar cerrando puertas y expulsando aliados. *

 

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