La Jornada sábado 23 de octubre de 1999

BALANCE INTERNACIONAL Ť Eduardo Loría
El Nobel de Economía: una revaluación

Hace unos días, el Banco de Suecia otorgó el Premio Nobel de Economía 1999 al canadiense Robert Mundell por sus "análisis en política monetaria y fiscal bajo diferentes regímenes cambiarios y por sus estudios sobre las áreas monetarias óptimas".

En mi opinión, este premio, junto con el de Amartya Sen del año anterior, le restablecen no sólo al comité que lo otorga, sino a la misma ciencia económica, respeto, credibilidad y, sobre todo, el carácter ético y moral que le fueron característicos desde su nacimiento como disciplina propia dentro de las ciencias sociales.

El otorgamiento no puede ser más oportuno, y quizás también polémico, dada la intensa fase de integración económica que estamos viviendo y las vigorosas discusiones en torno a la conveniencia de crear uniones monetarias, dolarizar plenamente las economías de América Latina, o seguir con el sistema de tipos de cambio flexibles.

Los planteamientos originales de Mundell ųpor los cuales recibió el Nobelų datan de fines de los años cincuenta y principios de los sesenta, cuando apenas tenía 27 años. Fue un hombre que se adelantó a sus tiempos en treinta años, porque sus análisis sobre los efectos de las políticas monetaria y fiscal en un contexto de gran (perfecta) movilidad de capitales con tipo de cambio fijo y flexible, en esos momentos eran considerados curiosos, dado que lo que caracterizaba a la economía mundial era la escasez de movilidad de capitales, la relativa fijación de los tipos de cambio y los gobiernos intervencionistas.

La incorporación de sus aportes a la teoría económica revolucionó la forma de entender y definir la política de la economía internacional.

En particular, su propuesta de crear regiones en las que prevalezca una moneda única derivó finalmente en la Unión Europea y ha provocado intensos debates sobre la conveniencia de crear áreas geográficas monetarias integradas, donde no sólo prevalezca una moneda común con plena libertad de capitales, sino que también existan mecanismos compensadores para las regiones que son víctimas de choques adversos, tales como la libertad de movilidad de trabajadores. De esta suerte, el desempleo y la reducción salarial que sufre una región ante cualquier perturbación (natural o económica) pueden ser contrarrestados al existir la migración hacia áreas que viven mejores circunstancias. Se evitarían así caídas fuertes de salarios y en la ocupación.

Previo a la notificación del premio, se celebró en San Miguel de Allende, Guanajuato, la decimoquinta Conferencia Monetaria Internacional, en la que participaron Mundell y otros destacados economistas monetarios. Por vía satélite, el influyente economista Paul Samuelson, Premio Nobel en 1970, aseveró que si bien adoptar una divisa única no es crucial para estimular el crecimiento económico, la inestabilidad monetaria sí va en contra de ese importante propósito. Y esta ha sido siempre una de las preocupaciones centrales de Mundell.

Basado en su gran aportación de las Áreas Monetarias Óptimas, el canadiense propuso que una tendencia que está perfilando la economía mundial es agrupar a toda las naciones en tres zonas monetarias: el dólar estadunidense, el euro y el oro. Lo que llama la atención es que a diferencia de lo que planteaban otros analistas a principios de la década, Mundell sugiere que el yen (y su zona natural de influencia) se integre a la primera divisa, y la propuesta para América Latina va en el mismo sentido.

En fin, me parece que la nominación de Mundell, a partir de las importantes connotaciones que puede tener detrás para avanzar en la discusión y en la política de la integración económica, es una importante rectificación y dignificación para la profesión.

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