La Jornada sábado 23 de octubre de 1999

Ricardo Martínez Martínez y Luz María Mendoza Hernández *
Huelga, tolerancia y unidad

La huelga estalló no porque los estudiantes no quisiéramos estudiar, sino porque queremos que estudien todos, porque defendemos no sólo nuestro derecho a estudiar, sino el de nuestros hermanos, de las generaciones que aún no ingresan a la universidad. Por eso, el primer punto de nuestro pliego de demandas fue la abrogación del reglamento de pagos, no sólo de las cuotas de inscripción.

La aprobación de ese reglamento motivó que empezáramos a revisar cuánto había avanzado previamente el proyecto de los organismos financieros internacionales y cuánto habíamos perdido del proyecto universitario en los últimos años, pues los acuerdos a los que se llegó en el congreso universitario de 1990 sistemáticamente han sido violados por las autoridades universitarias. Por eso el pliego petitorio con el que estallamos la huelga también va en contra de reformas que ya se habían impuesto incluso en contradicción con los acuerdos del pasado congreso.

La maniobra de las autoridades, a 40 días de que estallamos la huelga, de hacer "voluntarias" las cuotas de inscripción, pretendió dividir el movimiento y confundir a la opinión pública difundiendo, por todos los medios, que ya habían dado respuesta a los reclamos estudiantiles, cuando la verdad es que no cedieron ni siquiera en el primer punto de nuestro pliego petitorio y mantuvieron esencialmente su reglamento de pagos. Así, la rectoría no ha dado respuesta satisfactoria a ninguno de los seis puntos que demandamos desde el inicio de la huelga.

Pero aunque no hemos logrado cabalmente ni uno solo de los puntos de nuestro pliego petitorio, este movimiento tiene, sin duda, otros logros indirectos, entre los que destaca la solidaridad de sectores como el de los electricistas del SME; y en el plano de los sectores universitarios destaca la de los compañeros del STUNAM.

Otro de los éxitos más relevantes de la huelga ha sido el consenso logrado entre los profesores e investigadores sobre la necesidad de construir un espacio de discusión (punto dos de nuestro pliego) de la problemática universitaria. Y ha avanzado la idea de que tal espacio sea un congreso universitario resolutivo.

Haber generado condiciones propicias para que los profesores e investigadores de la UNAM se empezaran a organizar para discutir algunos aspectos académicos y universitarios en general es, sin duda, un elemento que puede ser fundamental para que se incorporen a la lucha por lograr la realización del congreso del mismo.

No obstante estos y otros avances en el conocimiento y en la sensibilización que ha propiciado la huelga, debemos evaluar si en este momento la correlación de fuerzas nos permite arrancar a las autoridades el congreso universitario resolutivo o si tenemos que diseñar una estrategia que nos permita continuar acumulando fuerzas, es decir, preparándonos para arribar al congreso y hacerlo en las mejores condiciones.

Como bien dijo el subcomandante Marcos, la decisión de levantar la huelga o proseguirla es nuestra, pero el tema debe discutirse considerando un criterio: lo que debemos garantizar es la continuidad del movimiento para lograr nuestras demandas, porque éste sí es un principio en el que no admitiremos ningún retroceso. La huelga es un recurso táctico que debemos analizar no como un asunto de principios, sino en función de la estrategia general de lograr la mayor fortaleza del movimiento y la mayor conciencia social sobre la justeza de nuestras causas y nuestras propuestas.

Decía Lenin: "Un día antes es demasiado temprano, un día después demasiado tarde", con lo cual nos señala que el problema de definir los tiempos es fundamental, porque si nos precipitamos a conseguir de inmediato el congreso cuando nuestras fuerzas no son capaces de arrancarlo, podemos perder todo lo acumulado y ver destruidos los logros, pero dejar pasar la oportunidad puede ser igualmente erróneo.

Por eso no podemos seguir permitiendo que el análisis de la estrategia se sustituya con calificativos inhibitorios relativos al levantamiento o continuación de la huelga; no se trata de calificar de "ultras" a quienes plantean el no levantamiento, ni de "traidores" a quienes opinan que esa es la alternativa correcta.

Debemos ser muy claros: el movimiento no puede retroceder en sus objetivos, no puede bajar sus demandas porque todas, sin excepción, son justas. El posible levantamiento de la huelga no puede ir acompañado de un retroceso en las demandas, porque el repliegue táctico por el que podríamos optar de ninguna manera puede significar retroceso en los objetivos por los cuales seguiremos luchando.

Replegarse no debe significar claudicación. Si levantamos la huelga tenemos que hacerlo todos al mismo tiempo y explicándole a la sociedad por qué lo hacemos y cómo continuaremos cumpliendo nuestro compromiso de proseguir la lucha por nuestro pliego petitorio; explicando cuál será nuestro plan de acción y cuáles serán las convocatorias y los tiempos para las distintas actividades, es decir, si levantamos la huelga debemos hacerlo emplazándonos nosotros mismos y convocando a otros sectores a integrarse al movimiento por el rescate de la UNAM y de la gratuidad de la educación.

Y si la decisión es continuar el paro, igualmente tenemos que hacerlo de manera disciplinada y unitaria, como producto de un análisis suficientemente sólido como para lograr el convencimiento y el consenso. La huelga no puede mantenerse sobre la base de acusar sin pruebas ni fundamento a quienes intenten manifestar puntos de vista divergentes del aparentemente mayoritario, porque ello sólo contribuiría a la división o al debilitamiento paulatino del movimiento. No intentaremos presentar el análisis de la correlación de fuerzas en este movimiento, pero sí aportar algunos elementos no concluyentes que deberán considerarse sólo como parte de un conjunto mayor que habrá que valorarse cuando hayamos incorporado otros aspectos que nos permitan una visión más completa:

1) El número de universitarios a favor del plan de Barnés es muy inferior al de los que nos oponemos a él, aunque no todos estemos organizados.

2) El número de universitarios que nos hemos movilizado es evidentemente superior al de universitarios que por acarreo o por convencimiento se han manifestado con Barnés.

3) Nuestras brigadas han realizado un importantísimo trabajo de información en algunos sectores de la sociedad, pero nuestra propaganda y los brigadistas no han sido suficientes para contrarrestar la campaña de desinformación que la prensa, la radio y la televisión han desplegado en contra del movimiento.

4) Son numerosos los sectores favorables a que se analice la problemática universitaria de manera colectiva y con la participación de todos los involucrados. Sin embargo, la huelga no ha logrado atraerlos y cohesionarlos en un mismo proyecto orgánico.

5) Del lado del adversario hemos reconocido que Barnés sólo es el instrumento para aplicar una política educativa dictada por los organismos financieros internacionales como el BM y el FMI, y debemos considerar que se trata de un proyecto que no se inició con el actual rector, sino que ya ha avanzado porque se trata de una ofensiva prolongada que, paulatinamente, se ha ido imponiendo en la UNAM y en el resto del sistema educativo nacional. Ese es el tamaño del enemigo.

En suma, aunque el adversario es muy poderoso, se le puede derrotar porque la fuerza que potencialmente es favorable a nuestra causa es muy grande y habrá que ganarla para que se sume al movimiento. La conciencia sobre esta ofensiva ha ido creciendo y la huelga ha servido para ello y para avanzar en la organización, pero aún tenemos mucho camino por andar: profundizar la unidad estudiantil; desarrollar una alianza sólida con otros sectores universitarios con los que tenemos objetivos comunes, aunque por el momento no nos hayamos puesto de acuerdo en las líneas de conducción del movimiento; estrechar los vínculos con otros centros educativos del país mediante el análisis y la discusión de la problemática educativa nacional; igualmente profundizar la relación con los sectores sociales que solidariamente se han manifestado y han apoyado nuestra lucha.

ƑCómo caminar el trecho que todavía nos falta para acumular la fuerza necesaria que nos permita llegar a un congreso universitario resolutivo que nos conduzca a corregir el rumbo de la universidad? ƑLa huelga es la que nos da las mayores posibilidades de desarrollar esa fuerza y esas alianzas, o existe una alternativa distinta para hacerlo y continuar con el movimiento? ƑCómo evitar un descalabro del movimiento o que el conflicto se empantane?

 

* Estudiantes de la Facultad de Ciencias

Políticas y Sociales de la UNAM.