En el ex Convento de la Merced se unió con Alejandra de Cima
Boda de Azcárraga Jean: afuera, los vagos del barrio; adentro, los que dirigen el país
Asistieron Carlos Slim, Tongolele, José Angel Gurría, Vicente Fox, Edith González y López Obrador, entre otros
Arturo García Hernández * Se casó el soltero más rico de México. Emilio Azcárraga Jean se unió anoche en matrimonio civil con la sinaloense Alejandra de Cima Aldrete. Y su boda fue -si queremos adecuarnos al cliché de moda- el último gran acontecimiento político-económico-social del milenio.
Las bodas-espectáculos ya no son novedad aquí. Por eso, al ver el desfile de invitados que arribaron al lugar de la ceremonia -el ex convento de Nuestra Señora de La Merced- había la sensación de estar ante una película ya vista, pero en una versión nueva y con reparto de lujo: alrededor de mil de los hombres y mujeres que dirigen o influyen en los destinos de este país.
Por eso la noche de anoche, o era uno crema y nata, o se conformaba con ganar un lugarcito tras las vallas que protegían el acceso al recinto. Aunque fuera para, por lo menos, poder contar coches, reconocer marcas, identificar los rostros de quienes llegaban y reír con las ocurrencias y las puyas verbales que la raza brava y relajienta dejaba caer sobre los invitados. Porque si adentro fue la recepción, afuera fue la pachanga. Si adentro fue la fiesta, afuera la chunga.
Adentro, Bernardo Gómez, José Bastón, Alfonso de Angoitia, Jacobo Zabludovsky, Jaime Dávila, Nadia Jean (madre del novio), Magdalena Gilly, Sergio de Cima (padre de la novia), Elizabeth Díaz, Ernesto Perrusquía, Odette Cabello, Claudia Gavica, Martha Alcalá y Fernando Letamendi, atestiguaban la unión.
Afuera la señora con sus hijos, el taquero, el escolar de pinta, las adolescentes risueñas y gritonas, los vagos del barrio, los vecinos, El Ratón, la Lupe, Don Toño y otros 300 curiosos se encargaban de dar la bienvenida. A Vicente Fox le aplaudieron; a Porfirio Muñoz Ledo le preguntaron que dónde había dejado a La Tigresa; a Francisco Labastida Ochoa le llovieron mentadas y aplausos por igual; a Samuel del Villar le gritaron: "šYo creo en Mayitoooo, libéraloooo!". A López Obrador y a Ricardo Salinas apenas unos cuantos los reconocieron; a la mujer del peinado extravagante le hicieron notar: "šEs boda, no jálogüin!". Al que se le ocurrió llegar en Volkswagen le recordaron su condición de Ũšjodidoooo!". Por ahí alguien insistía con toda la mala leche del caso: "Y Pati Chapoy Ƒno va a venir? šQué gachos, no la invitaron!" Puro veneno. Total que aquello por un momento fue una fuente inagotable de chistes para Adal Ramones o Eugenio Derbez, dos de las personalidades más aplaudidas -sin albur- de la noche.
La lista fue grande: Héctor Aguilar Camín, Silvia Pinal, Alejandro Gertz Manero, Tongolele, Ernesto Alonso, Miguel Alemán Velasco, Rómulo Oƀfarril, José Angel Gurría, Joaquín López Dóriga, el embajador estadunidense en México, Jeffrey Davidow, Carlos Slim, Edith González, Daniela Romo, César Costa. Como se dice, si aquello se hubiera venido abajo, los periódicos no hubieran alcanzado para tanta esquela. Ni Gayosso para tanto ilustre difunto.
Pero ya adentro, todos pudieron olvidarse tranquilamente del escarnio resentido que los recibió, y se dedicaron a disfrutar de la velada, de la cena (coquille de mariscos, sopa de cilantro de cabuches, filete de trufa, pico de helado de macadamia) y de la música. Con Secret Garden los novios abrieron el baile, y después todos los comensales se siguieron con Raúl Di Blasio, Elvis Crespo, Celia Cruz, Los Ilegales, Espuelas Doradas y el Mariachi 2000. El que no se divirtió fue porque de plano no quiso.