* Se augura el triunfo de la dupla De la Rúa-Alvarez por 15-19 puntos
Todo parece perdido para la fórmula Duhalde-Palito Ortega
* Todos los candidatos, prisioneros de las encuestas antes que del contacto directo con los argentinos
* Califican de "logro democrático" llegar a fin de siglo con cuatro elecciones generales consecutivas
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 23 de octubre * Este domingo se realizarán las últimas elecciones de este siglo en Argentina, si es que no hay segunda vuelta, casi descartada por los sondeos de opinión, que continúan prediciendo un triunfo de la fórmula de la Alianza opositora, Fernando de la Rúa-Carlos Chacho Alvarez, por entre 15 y 19 puntos sobre la del gobernante Partido Justicialista, Eduardo Duhalde-Ramón Palito Ortega.
Prisioneros de las encuestas, mucho más que del contacto fluido y directo con la gente, los 10 candidatos de los partidos que compiten para la presidencia celebran, sin embargo, que éstas sean las cuartas elecciones en una democracia, que aunque imperfecta está aquí y, de alguna manera, sujeta a formas globales de dictadura finan- ciera que dejó millones de argentinos en la exclusión y una soberanía violentada.
La permanencia democrática es un logro de todos los políticos, que el presidente Carlos Menem debe agradecer a una oposición que se comportó con madurez cívica, a diferencia de lo que sucedió durante el gobierno del radical Raúl Alfonsín, bajo intensa presión militar y de la oposición peronista que no le dejó avanzar en ninguno de sus aspectos.
Ya nadie ignora que la crisis económica que se vivió en el último periodo alfonsinista fue parte de la guerra sucia de quienes querían que el presidente terminara aplastado para favorecer la llegada de Menem al poder.
La debilidad de la oposición es que nunca denunció claramente ante la población los elementos de esta acción de la que no estuvieron ausentes los líderes republicanos estadunidenses amigos de Menem.
Sea como sea, los analistas políticos estiman que es un "logro democrático" llegar a fin de siglo con cuatro elecciones consecutivas, pero de ahora en adelante eso no bastará para millones de argentinos, entre ellos unos 4 millones de desocupados y subocupados que sufren el periodo de mayor desigualdad social en los últimos años.
Del retroceso cultural y educativo habla claramente lo que sucede con el casi millón de jóvenes que votan por primera vez, ya que la mayoría está desocupado y relegado de toda posibilidad de educación viviendo en los cinturones de miseria, y es una de las franjas más susceptibles a la desgraciada compra de votos, una afrenta para una democracia que pretende ser moderna.
Disputada lucha en Buenos Aires
Particularmente todos los ojos están puestos en lo que sucederá en la provincia de Buenos Aires, donde en las últimas elecciones legislativas de 1997 la alianza entre la Unión Cívica Radical y el Frente País Solidario derrotó al peronismo.
La mayoría de las encuestas, salvo la pro gubernamental de Julio Aurelio, pronostican un triunfo ajustado de los opositores Graciela Fernández Meijide-Melchor Posee sobre Carlos Ruckauf-Felipe Sola.
Hay que recordar que el voto argentino y en especial la decisión de última hora de un alto número de indecisos (entre 17 y 20 por ciento, según sondeos de opinión) obligan a la mayor prudencia, además de que existen amplios sectores sumergidos en la miseria y el analfabetismo que deshonran a la democracia en uno de los países más ricos en recursos y más despoblado, con unos 36 millones de habitantes, de los cuales 24 m illones están habilitados para votar mañana.
Recientemente la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) informó que en Argentina hay 8 millones de pobres y 2.5 millones de indigentes, lo que resulta doloroso para este final de siglo, y una herencia muy dura para el nuevo gobierno que surgirá este domingo de las urnas.
Aunque se habla de un producto interno bruto per cápita de 8 mil 970 dólares, las estimaciones de la CEPAL dan cuenta de que el 10 por ciento del sector más rico de los argentinos recibe 35 por ciento del ingreso nacional y el 40 por ciento más pobre percibe 14.9 por ciento, lo que en 1991 llegaba a 25 por ciento. Aun consideradas moderadas, estas cifras revelan el alto grado de concentración de la riqueza.
Por otro lado, el hecho de que los principales candidatos presidenciales hayan recurrido a asesores extranjeros de campaña, habla del cambio sufrido en la Argentina de fin de milenio y la cada vez más visible "mentalidad colonizada" de que se acusa al poder y a los políticos desde la izquierda.
Ha llegado finalmente el crepúsculo para el presidente Carlos Menem, pero lo que viene será difícil enfrentar si se tiene en cuenta el delicado trabajo para empantanar el camino del sucesor, propio o ajeno.
La mayor preocupación del mandatario se centró en el apoyo exterior, que fue fácil lograr. Todas las empresas y monopolios que tenían interés en desembarcar en Argentina lo hicieron, y de ese periodo queda marcada la intensa historia de corrupción.
Existen pocas esperanzas de que los sucesores reviertan estas situaciones bajo las veladas amenazas del establishment, pero la población, aunque poco entusiasta y casi ausente del proceso electoral, está exigiendo la verdad para saber cómo se disolvió literalmente un país donde en el pe- riodo menemista 70 por ciento de las 500 mayores empresas están en manos extranjeras, mayoritariamente estadunidenses.
Todo esto es la contracara de lo que el mandatario considera como la "gloriosa modernización". Sin embargo, todavía este día Menen dijo que entregará un país desarrollado, y cuestionó los pronósticos de una derrota peronista.
Lo cierto es que todo se refleja en estos días, como el hecho de que compitan por ejemplo en la provincia de Buenos Aires una mujer cuyo hijo fue desaparecido durante la dictadura, el hombre que firmó el decreto de aniquilación utilizado por los militares para sus acciones y un comisario devenido en intendente que nunca se desdijo de su complicidad con la dictadura.