* La semana política en Estados Unidos
* Elizabeth Dole no enarboló demandas como el derecho al aborto
* El voto femenino fue una conquista obtenida hasta 1921
* Mother Jones fue considerada la mujer más peligrosa de América
Jim Cason y David Brooks, corresponsales,Washington, 23 de octubre * Esta semana concluyó lo que aquí se decía era un capítulo histórico de la política estadunidense: la primera mujer candidata con posibilidades serias de llegar a la presidencia por uno de los dos principales partidos del país se retiró de la contienda.
Elizabeth Dole, la precandidata presidencial del Partido Republicano, había despertado interés no tanto por sus posiciones políticas --del ala conservadora moderada tradicional de su partido--, sino por el hecho de que era la primera mujer aspirante con posibilidades reales de llegar a la Casa Blanca.
No fue sólo por su oposición al derecho de la mujer a optar por el aborto, sino su falta de propuestas que son las de mayor preocupación para las electoras. En su lugar, se concentró en la reducción del gobierno, el fortalecimiento de las fuerzas armadas y una posición agresiva en favor de mayor interdicción en la guerra contra la droga, utilizando siempre a México como ejemplo.
Pero fue precisamente su fracaso en no distinguir sus políticas de las posiciones tra dicionales de su sector del partido, lo que no le atrajo el apoyo de las mujeres. "Nunca nos ofreció un programa de acción", comentó la analista republicana Laura Ingraham al diario Washington Post. "Creo que su candidatura era un asterisco".
Claro, también tenía frente a sí la poderosa maquinaria política de George W. Bush, quien sigue como el favorito de los fieles republicanos y que ha concentrado el apoyo político y financiero de gran parte de los republicanos.
Pero Dole, ex directora de la Cruz Roja de Estados Unidos y esposa del ex senador y también ex candidato presidencial republicano Bob Dole, tampoco fue representante histórica de las mujeres en la política estadunidense.
Hay una diferencia entre mujeres que son políticas profesionales, y las mujeres que han cambiado la historia política de este país. Entre las primeras, la lista incluye a Hillary Clinton (a punto de lanzarse por un escaño del Senado por Nueva York), la secretaria de Estado Madeleine Albright, los senadoras Dianne Feinstein (ex alcalde de San Francisco), su colega de California Barbara Boxer y dos que tres más de la Cámara alta. Muchas mujeres más han dejado su estampa en el sistema político institucional: la primera candidata a la vicepresidencia de uno de los principales partidos, la demócrata Geraldine Ferraro, la inolvidable embajadora Jeane
Kirkpatrick, así como también gobernadoras (Christine Whitman de Nueva Jersey) y representantes (Maxine Waters, la famosa Bella Abzug en los setenta), alcaldes, y muchas más.
Pero las mujeres que han tenido el mayor impacto, se puede decir, sobre el sistema político estadunidense no son éstas. Para empezar, vale recordar que fue relativamente hace poco tiempo que las mujeres obtuvieron el derecho al voto: en 1920. El movimiento de las mujeres por el sufragio efectivo, encabezado por Susan B. Anthony, cambió este país con el solo hecho de que la mitad de la ciudadanía ahora podía tener voz electoral.
Las mujeres que tuvieron un impacto profundo en la masa política del país fueron otras. Mother Jones, una sindicalista en los campos mineros, fue considerada por el entonces presidente Theodore Roosevelt como "la mujer más peligrosa de America". Otras dirigentes del movimiento social estadunidense a fines del siglo pasado y principios de este incluyen a Lucy Parsons, esposa de uno de los mártires de Chicago y a la irlandesa de origen Elizabeth Gurley Flynn, quien estuvo presente en las grandes luchas obreras o sociales más históricas de principios de siglo.
Entre otras de este siglo, todos conocen la historia de Rosa Parks, la mujer negra que se negó a sentarse en la sección de atrás de un autobús --lugar para los negros--, que ahora se considera como el hecho que hizo estallar el gran movimiento de los derechos civiles de este país, y la lucha incansable por los marginados de la activista radical católica Dorothy Day. En los sesenta, entre los líderes del movimiento estudiantil y contra la guerra en Vietnam (muchas de las cuales siguen activas hoy día) están Angela Davis, Bernardine Dohrn y Jane Fonda. Continúa el esfuerzo por los derechos de los niños encabezado por Marion Anderson y su Fondo por Defensa de los Niños.
En el frente electoral, la ironía para Elizabeth Dole es que la influencia política de las mujeres, como votantes, se ha incrementado de forma significativa. El margen de victoria para Bill Clinton en su relección en 1996 fue el voto de las mujeres, quienes lo favorecieron sobre Bob Dole por 60 por ciento (comparado con los hombres, que dividieron su voto casi a la mitad entre ambos candidatos). Había analistas del Partido Republicano que creían que con una mujer como candidata a la presidencia podían recuper un amplio sector de las mujeres en la próxima elección. Pero Dole no estaba dispuesta a hacer campaña en torno a los temas de importancia para este sector.
No obstante, este argumento de que los republicanos han perdido elecciones por la falta de apoyo de un sector amplio de mujeres, es el mismo que ahora nutre a los que están promoviendo que George W. Bush considere a Dole como compañera de fórmula.