n La boda del poeta, su reciente novela, recupera los mitos de sus abuelos


Aliviar la fragilidad del mundo, la propuesta de mi obra: Skármeta

n Considera la infancia un momento de plenitud y receptividad que acompaña toda la vida

n Define a sus personajes como antihéroes que no están hechos para grandes acontecimientos

Renato Ravelo n Con las manos, Antonio Skármeta exprime un vacío, mientras su sonrisa se ensancha. Lo que aprieta alegremente el escritor chileno puede ser tierra de Costas de Malicia o algún sobrante del recuerdo triste de El cartero de Neruda. ''Mis personajes son antihéroes sin vocación de trascendencia, a cuyas puertas un día toca la gran historia. Son más bien atorrantes, crédulos y fantasiosos''.

Y agrega sobre eso que aguarda entre sus dedos apretados: ''No trabajo con ideas, sino con emociones e imágenes, escribo para saber qué quiero escribir".

Nunca ha visto una telenovela, Cuando habla de sus abuelos, las manos de Sk‡rmeta se abren como en vuelo n Foto: Jer—nimo Arteaga admite. Con la productora Argos escribirá una. ''Siempre veo las noticias de las nueve en Chile. Me siento con un whisky un poco antes, por lo que he visto todos los finales; es más, podría afirmar que soy un experto en finales de capítulo: todos los personajes en la última escena deben poner cara de perplejos".

Skármeta tiene a su favor una experiencia de guionista en filmes europeos y latinoamericanos, así como haber escrito el libro de la película extranjera más vista en todos los tiempos en Estados Unidos: Il postino. Su programa El show de los libros se ha llevado todos los reconocimientos posibles (el rating, el verdugo sobre todo), y a partir del 29 de octubre se transmitirá por el canal de arte de Discovery, con el nombre Torre de papel.

Costas de Malicia es un sitio impreciso entre el recuerdo de sus abuelos emigrantes y la imaginación de Skármeta para su más reciente obra La boda del poeta. Ahí transcurre la novela, en 1913, ''un año en que el siglo parece que se va abrir a todo: grandes descubrimientos, inventos, viajes, la fabulosa Nueva York... pero como la novela está escrita hoy, cuando el sueño está clausurado, adquiere un sentido desacralizador".

La infancia, dice, es un momento de tal receptividad, plenitud y angustia que te acompaña toda la vida: ''No me di cuenta de cuánta eventual historia contenían mis abuelos, sino recién ahora. Había notado la rareza de mis abuelos en Antofagasta (Chile, donde Skármeta nació en 1940). Era como pertenecer a un territorio y tener que enfrentarlo. Mi abuelo hablaba de una cosa y al día siguiente te lo contaba de otra manera. Ibas con un amigo y te daba otra versión. Y yo me preguntaba: 'ƑQuieren inventarse una tradición heroica, más noble? ƑQuieren ocultar algo que sucedió?'''.

 

Costas de Malicia

 

-ƑDonde queda en Dalmacia Costas de Malicia?

-Me parece genial empezar con esa duda, que es el misterio que me llevó a la novela. Una ayuda geográfica: Costas de Malicia es el país imaginario de la novela. La acción transcurre en una isla que se llama Gema, que pertenece a este país, el cual a su vez está ocupado por el imperio austrohúngaro. La Dalmacia es la zona de donde emigraron mis abuelos a Chile, y es la parte sur de lo que hoy se llama Croacia. De adulto las convulsiones que hubo en los balcanes terminaron por generar la tensión y la inspiración en que vino a dar la novela.

-En la obra hay migraciones hacia Nueva York y Sudamérica. Los primeros en busca de dinero, los segundos como en huida de la guerra, buscando un paraíso social...

-Primero definiría mis personajes como antihéroes. No están hechos para grandes acontecimientos. Son más bien seres que quieren disfrutar la vida, locuaces y ansiosos. No tienen vocación de ser héroes. Como en La boda del poeta y El cartero de Neruda, algo grande, la gran historia, viene a tocar sus puertas, ya sea por medio de la turbulencia de una pasión, el descubrimiento de una poesía, el derecho a mantener su libertad...

''Esa fue una introducción, porque te quería hablar de dos pequeños personajes que son centrales y opuestos: Reino actúa primero y después piensa, es de esos tipos hacedores, hiperquinéticos. Su hermano, Esteban, es un cordero dulce, inhibido, que ejerce una gran atracción sobre las chicas que no sabe administrar, un hombre lleno de confusión, de deseos, que no formula, un humanista sin saberlo. El choque de estos dos temperamentos corre paralelo a la novela. Uno de ellos va a dar a Nueva York y el otro a Chile".

-ƑEl viaje al pasado sin límites es un privilegio del escritor?

-En La boda del poeta hay un viaje al pasado, pero desde una perspectiva contemporánea. Los lectores van a esgrimir más de una sonrisa cuando reconozcan situaciones contemporáneas, insertas como si fueran de otro tiempo.

''La novela transcurre en 1913, pero está escrita hoy. Por lo demás es una novela de ficción que asume la forma de la novela histórica, pero que termina por desacralizarla. Eso fue considerado uno de los méritos por uno de los críticos en España: la novela no mimetiza, no se atiene a una verosimilitud arqueológica''.

-ƑQué relación tiene con la poesía?

-La primera relación que tengo es una que deben agradecerme los lectores: jamás he escrito una.

''Leo muchísima poesía por la tremenda concentración que tienen las imágenes. A veces del hallazgo de un verso de cualquier época puede inspirarse todo un capítulo o un diálogo, o procurarte algún clima emocional que se traduce después en la textura de la novela. Lo que más leo es poesía y teatro, no tanto narrativa".

 

Los nonos

 

Skármeta vio tres capítulos de las telenovelas producidas por Argos: uno de Nada personal, otro de Mirada de mujer y otro más de La vida en el espejo. Desde su punto de vista, "tanto en la televisión como en el género dramático hay muy poco escrito. No hay un código estricto de cómo se hacen las cosas, es un género demasiado nuevo". No suelta prenda sobre el tema de la telenovela. Habla sobre sus abuelos y entonces sus manos se abren, como en vuelo.

-Por lo que se alcanza a leer, su abuelo parecía más a los que tendrían que irse a Nueva York que a Chile...

-En cierta manera no. El abuelo me contagió el gusto por los caballos. Toda la semana vestía con harapos y no se afeitaba. Se dedicaba a trabajar. Pero el domingo se vestía como un príncipe: pañuelo, sombrero, hombre alto de nariz aguileña, con unos ojos verdes acuosos llenos de recuerdos. Asistíamos a cuatro o cinco carreras. Si iba bien pasábamos con el crespo por cabrito para que la nona lo preparara a la parrilla. En el camino iba recogiendo a montones de atorrantes. Si no, refunfuñaba y se acostaba temprano.

''Para el humor de la novela mi abuela, que era dalmata, también fue muy importante con su español rudimentario. Confundía palabras, sobre todo del vocabulario religioso, ya que ella era católica que asistía todas las mañanas a misa. Vestíbulo por prostíbulo, beato con bellaco, por ejemplo. En la boda en que llevé mi primer traje ella confundió los testigos de la boda con los testículos de la boda''.

-ƑCómo surge su novela No pasó nada? Se dice que estuvo mucho tiempo en espera.

-Era para mí una síntesis emocional y picaresca de lo que había vivido en el exilio. Cómo contarlo de una manera sintética, graciosa y poética, sin ideologizar. Un joven de 15 años no contaminado, que tiene que obedecer a dos códigos: el emotivo político de sus padres y el de la calle del país donde está exiliado, que es Alemania. El tiene que conciliar algo que los padres no pueden.

''La paradoja más grande de esa historia y de cientos de miles de niños que fueron exiliados a Europa, es que los hijos se tuvieron que transformar en padres de sus padres. Algunos exiliados se encerraron en ghetto, otros militaron para chilenizar, uruguayizar y argentinizar Europa, con resultados vigentes. A mí me tocó abrirme con quien tenía que trabajar políticamente y al mismo tiempo seducirlo como lector''.

-ƑQué idea tiene de la telenovela con Argos?

-En primer lugar soy un tipo que no trabajo con ideas. De las emociones e imágenes comienzo a construir la historia. Eso lo hago para no esquematizar y reducir el material antes de la aventura de la creación. Tengo algunas emociones, he escrito algo donde aparecen tres personajes, pero aún por el contrato que estamos por firmar, no podría decir nada. Eso en segundo lugar.

"Seguro aparecerá en la telenovela mi concentración en un personaje femenino, como en La boda del poeta. Si alguien lee la novela notará que la complejidad de las acciones desembocan en el personaje femenino. Me interesa toda la vivencia de la mujer contemporánea, su reubicación en un mundo de guerreros, de pescadores, de intelectuales. Eso me apasiona. Si alguien hace heroísmo en la novela, es ella".

Y ante el silencio que obliga el contrato por firmarse, Skármeta abre las manos y compensa: "Mi concepción del mundo es la de un espacio muy frágil, muy vulnerable y sin sentido. Frente a la angustia que esto implica la respuesta de mi obra es fundar relaciones de amor, de amistad y de creación, que alivien y exciten lo que podríamos llamar, contradictoriamente, la alegría de nuestra fragilidad".