n La fiesta popular emergió en la clausura
Con son arribeño concluyó el cuarto Festival de la Huasteca
n Los cuartetos de Angel González y Tobías Hernández confirmaron la pasión por la topada n El compositor Jesús Echevarría presentó el penúltimo movimiento de su suite n Los Camperos de Valles, en la cima
Arturo Jiménez, enviado, Jalpan de Serra, Qro., 24 de octubre n La verdadera fiesta popular del cuarto Festival de la Huasteca emergió anoche, durante la clausura en la plaza central de esta población de la Sierra Gorda, en donde el huapango cedió espacio a su hermano y vecino musical, el son arribeño, y su manifestación más creativa: la topada.
Fue una confrontación, generalmente fraternal y por momentos ríspida, entre los cuartetos de Angel González -de Palomas, Xichú, Guanajuato- y Tobías Hernández -de San Luis de la Paz, SLP-, que tuvo la virtud de convocar a los habitantes de este poblado y de comunidades aledañas.
Que si la topada es una pasión en esta zona serrana que avecinda tres estados fue una duda que quedó disipada con una noche de son, versos de repertorio e improvisados y baile.
Tobías y Angel comenzaron con tiento y se lanzaron versos de respeto y reconocimiento, pero después el primero empezó a explorar terrenos diversos propios de la crítica social y política de este tipo de son: la enajenación televisiva, la carestía, los precandidatos priístas a la Presidencia, la violencia, la apatía y el despertar de la gente.
La jornada de ayer sábado continuó con los diversos talleres, conferencias, proyección de videos y presentación de discos y libros en la Casa de la Cultura de Jalpan y en el Museo Histórico de la Sierra Gorda.
Entre los textos destacó Cantares de mi Huasteca, de Eduardo Bustos Valenzuela, veracruzano que desde hace años realiza en la ciudad de México una labor de difusión entre los niños con su zoológico musical de la Huasteca. Con este volumen, además, arranca el plan editorial del Programa de Desarrollo Cultural de la Huasteca.
Otro libro importante, que no fue presentado pero se puede conseguir en hoteles y librerías de esta población, es Municipio de Jalpan de Serra, del cronista local Roberto Berrones Montes. Son poco más de cien páginas dedicadas a dar cuenta de la historia y características del lugar, en lo que debiera ser ejemplo de microhistoria. Este volumen pertenece a la colección de 18 monografías ''Querétaro, visión de sus cronistas", editada por el gobierno estatal.
Presencia indígena
Otro espacio compartido por el huapango fue el de la presencia indígena en la Huasteca, que cada año toma mayor importancia en este festival. Ayer, a partir de las 5 de la tarde y durante dos horas, se presentaron danzas de cinco de los seis estados participantes, pues los huastecos de Puebla no pudieron acudir debido a los desastres provocados por las lluvias.
Estas danzas, que sintetizan hechos históricos, creencias religiosas y cosmogonía indígenas, se presentaron en el atrio de la Misión de Santiago de Jalpan. Una de ellas fue la Danza de las inditas, de Umotitla, Huejutla, Hidalgo, acompañada por cantos dulces y de profunda religiosidad de más de diez niñas y adolescentes.
Las otras fueron la Danza de las varitas, de Chumuntzúen, Huehuetlan, SLP; la Danza del ixtlero, de Jaumave, Tamaulipas; la Danza de la Malinche, de Peña de Afuera, Tuxpan, Veracruz, y la Danza de San Francisco de Asís, de Tilaco, Querétaro.
Además, se presentó la Banda de Viento de Chicontepec, Veracruz, posible sede del quinto Festival de la Huasteca.
Ojalá la gente se interesara más por
el huapango, dice Jesús Echevarría
El viernes por la tarde el compositor Jesús Echevarría interpretó, guitarra quinta en mano, su Suite huasteca, acompañado por su hermana Marisa, en la jarana, y por el cuarteto de cuerdas Ruso Americano.
El son es la música de México y es de mucha calidad, afirmó contundente el artista oriundo del Distrito Federal.
"Ojalá la gente se interesara y valorara más la música de huapango, no porque sea nuestra, sino porque es buena. Y no sólo el son huasteco, también el jarocho, el guerrerense, el jalisciense", comentó Echevarría luego de su presentación en el interior de la Misión de Santiago de Jalpan, donde también fue ejecutada Canasta de frutas mexicanas.
Pese a que sólo fueron interpretados cinco de los diez movimientos de la Suite huasteca (obertura, sonecitos por menor, trotados, peteneras y atravesado), el público jalpense, que casi llenó la iglesia barroca del siglo XVIII, pudo deleitarse con el estreno del penúltimo de esos movimientos que evoca sirenas o mujeres de mar.
"En el huapango hay una vida interna en el ritmo: se oye como un corazón, como una respiración. Esos corazoncitos cambian, no sólo de huapango en huapango sino de región en región", señala Echevarría con la música de fondo de los grupos de huapangueros, que la noche de ese viernes alargaron su encuentro después de las 2 de la madrugada en la plaza central de esta población de la Sierra Gorda, entre el Rap de seboso, de Ramón Chávez, y el canto nítido del niño Juan Alberto Hernández, acompañado nada menos que por Los Camperos de Valles.
Echevarría comentó: "La música contemporánea (de concierto) de compositores mexicanos se toca poco. Hay veces que se estrena una obra tras un gran esfuerzo y producción financiera, con solistas y orquestas, y desgraciadamente la obra se toca una vez y después no se vuelve a interpretar".
Pero en el caso de su Suite huasteca, señala, ha tenido la fortuna de que a partir de su estreno en 1994, en Ensenada, Baja California, se siga interpretando con frecuencia, tanto por grupos de cámara como por orquestas sinfónicas.
-ƑEntonces esta suite se inscribe en la línea de la música de concierto inspirada en la música popular, como el Huapango, de Moncayo?
-Sí. Por ejemplo, la hemos presentado alternando con obras de música formal, de Bernal Jiménez, Silvestre Revueltas y otros, tratando de que fueran inspiradas en temas mexicanos. Pero también alternando con música contemporánea, como un trío del maestro Héctor Quintanar, con muy buena respuesta del público a pesar de ser lenguajes tan diferentes.
En la línea de música de cámara inspirada en música popular, Echevarría menciona entre los pocos casos El cuarteto virreinal, basado en canciones infantiles, y una versión para tres guitarras de Gerardo Tamez del Huapango, de Moncayo.
Y en el rubro sinfónico cita Sones de mariachi, de Blas Galindo, y Los danzones de Márquez, que han tenido mucho éxito. Pero aclara que en realidad se trata de una tradición "muy vieja", pues, por ejemplo, Bach creó obras de esa manera.
El lunes Echevarría comienza la grabación de su Suite huasteca y de otras piezas, como Canasta de frutas mexicanas.
Uno de los mejores tríos de huapango
Con sus 25 años de trayectoria, Los Camperos de Valles, uno de los mejores tríos de huapango, se encuentran en el candelero: están por presentar su disco número 15, con obras de otro grande del son huasteco, don Artemio Posadas, y han sido propuestos por el Instituto de Cultura de San Luis Potosí para el Premio Nacional de Arte Popular.
Este disco será muy importante, porque conjuga a un notable poeta popular, Posadas, y a ejecutantes de gran calidad, Los Camperos de Valles, dice Eudoro Fonseca Yerena, director del citado instituto potosino. "A veces deploro que muy buenos ejecutantes de huapango interpreten versos muy desafortunados, y en ocasiones pasa a la inversa".
Las 11 piezas de este disco, agrega, abordan sobre todo temas amorosos, pero sin dejar de lado la picaresca y el ingenio de las composiciones huastecas.
"Esta grabación puede convertirse en una verdadera joya del huapango, porque se trata de versos nuevos. El huapango ha repetido mucho su repertorio, generalmente se interpretan versos que aparecen en diversos sones y que pertenecen al dominio público. Pero aquí son versos recientes, con un encanto popular y una interpretación mágica".
Estos camperos de Ciudad Valles son: Joel Monroy, digno heredero del virtuosismo en el violín de don Heliodoro Copado, fundador del trío; Gregorio Solano, en la jarana y en la genial improvisación de versos; y Marcos Hernández Rosales, en la guitarra quinta o huapanguera, la cual domina a plenitud.
"Es muy raro encontrar alguien que toque la huapanguera como Marcos. El tiene un dominio perfecto del instrumento y usa mucho lo que llaman el despunteo, que es llevar la melodía un poco en contracanto y, a veces, al derecho desde la música. Y eso es muy difícil hacerlo por las características de la huapanguera", explica Armando Herrera, del instituto potosino.
Acerca de la capacidad de Gregorio Solano para improvisar, Herrera la compara con la de los legendarios Artemio Villeda, Samuel Martínez Segura y Francisco Nieto, dueños de un arte que hoy no pasa por un buen momento.
Sobre la propuesta del Instituto de Cultura de San Luis Potosí al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes para que Los Camperos de Valles reciban el Premio Nacional de Arte Popular, Eudoro Fonseca argumenta:
''Pocos grupos de huapango lo han difundido de una manera tan pura, haciendo de lado las imposiciones del medio comercial, como Los Camperos. Y al mismo tiempo tienen capacidad para innovar. Por otra parte, son maestros en la ejecución de la dotación instrumental del huapango: guitarra, quinta, jarana y violín".
Sobre el reconocimiento a la calidad de este trío, Herrera recuerda que es el único grupo mexicano que ha participado en el Festival Womad, que realiza en Estados Unidos Peter Gabriel: "Creo que son el mejor grupo de huapango que hay en el país''.