n Una treintena de intelectuales se reúnen en Puebla


Visiones diversas de la izquierda sobre la huelga en la universidad

n Escepticismo ante el PRD; entusiasmo y desencanto frente al zapatismo

n Inminente detención de otro general de la época del pinochetismo

Blanche Petrich, enviada, Puebla, 29 de octubre n En un primer rencuentro después de diez años, una treintena de veteranos intelectuales de izquierda hizo hoy aquí una reflexión colectiva sobre el presente y sus dudas del pasado y frente al porvenir. Filósofos, politólogos, economistas, escritores y sociólogos expresaron un grave escepticismo de cara al perredismo; opiniones entusiastas o desencantadas en torno al zapatismo, y una seria división ante al fenómeno de masas más candente y contradictorio de la actualidad: el movimiento huelguístico estudiantil de la UNAM.

Hace una década cayó más que simbólicamente el Muro de Berlín y cambió el mapamundi. Al mismo tiempo, en México surgió el Partido de la Revolución Democrática. A medio camino estalló el levantamiento zapatista y actualmente se vive la cresta de la crisis de la mayor huelga universitaria que se ha experimentado en el continente americano. Ese es el marco del inusual seminario --semonario, lo llamó jocosamente Macario Schettino-- convocado por la benemérita Universidad Autónoma de Puebla y coordinado por Enrique Semo. Pluralidad, democracia radical y equidad fueron los tres ejes del primer round de la reunión.

Luis Villoro abrió el encuentro con una exposición que dio el marco de "las tres características de toda izquierda, por más variantes que tenga ésta": la pluralidad y el derecho a la diferencia, abrazada esta noción en primer lugar por los excluidos, quienes son los interesados en romper los sistemas de dominación; la democracia radical o integral que no se conforma con las elecciones (a las que asiste sobre todo un electorado manipulado), sino que aspira al concepto zapatista, "mandar obedeciendo", y la no exclusión, traducida como equidad, igualdad de oportunidades. A estas premisas se recurrió una y otra vez a lo largo del debate.

Pero Enrique Semo --proveniente de las filas del comunismo--abrió el fuego con su análisis del PRD, al que consideró uno de los tres grandes partidos de México y calificó como un logro impensable en los años en los que los socialistas soñaban con un gran partido de masas. Fue fraternalmente crítico: "No ha podido renovar su pensamiento nacionalista revolucionario; no ha dejado de ser un partido de denuncia y eso no es suficiente para construir una base electoral fuerte; tiene la cara vuelta al pasado, y no tiene ideas para el siglo XXI".

Aseguró que un partido de izquierda debiera tener un proyecto social para el próximo siglo, "con algo de ruptura con sus proyectos anteriores", pues sin éste "nada se puede hacer frente a la derecha, que sí tiene proyecto".

 

La propuesta del EZLN

 

Luis Hernández Navarro expuso las aportaciones renovadoras de la propuesta del zapatismo y "su pretensión rebelde de promover la organización de lucha a partir de un conjunto de valores necesarios, compartidos por la colectividad", justo en el momento de lucha electoral en la que los partidos --incluso los de izquierda--se han convertido en atrapatodo. Luis Javier Garrido, Luis González Souza, Paulina Fernández Christlieb y varios más hicieron eco de esa valoración y ahondaron en diferentes facetas del nuevo proyecto de nación contenido en la propuesta del grupo armado chiapaneco.

Mientras, Antonio García de León, Octavio Rodríguez Araujo y Héctor Díaz Polanco cuestionaron la democracia interna del EZLN y se preguntaron qué habría pasado con el proyecto zapatista que ilusionó en sus inicios a la sociedad mexicana. "ƑRealmente --se preguntó Rodríguez Araujo-- los zapatistas proponen un proyecto democrático o sólo nos lo pareció al principio?".

García de León definió la huelga de la UNAM como "una arena de disputas de la izquierda" y tomó como símbolo de ello el alambre de púas que desde hace algunas asambleas del Consejo General de Huelga protege a la mesa de debates y a los oradores en turno de las "cargadas" de los estudiantes acalorados.

Luis Javier Garrido preguntó: "ƑDónde está la izquierda ahora en la UNAM? No está en el CGH, que es el único que defiende el derecho a la educación gratuita. El PRD, en cambio, trata de ayudar a que la huelga se levante sin que se logre la gratuidad y un congreso resolutivo. Y esto no es --añadió--porque el CGH no haya convocado a los académicos, sino porque éstos no han sabido entender al movimiento estudiantil en huelga". Cuando terminó su intervención el ambiente se podía cortar con un cuchillo. Por suerte tocaba receso. Al reanudarse la discusión, Jorge Meléndez se sumó: "Yo creo que lo que pasa en la UNAM es que los jóvenes ya no creen en ninguno de nosotros", la intelectualidad de izquierda ahí representada. Por cierto, así se puede describir al grupo que participa en esta encerrona de dos días en un salón de la UAP, donde hay una grieta en uno de sus muros, producto del sismo más reciente. Son hombres de saco y sin corbata, muchos anteojos, mocasines y barbas, la mayoría más cerca de los 50 que de los 30 años, a excepción de unos cuantos precoces. Hay sólo cinco mujeres entre los ponentes. De la lista inicial de expositores, dos anticiparon su cancelación, Héctor Aguilar Camín y Federico Reyes Heroles.

Meléndez continuó: "Y no es que los estudiantes sean sordos o ciegos. Es que no tienen interés en participar en lo que ya fracasó". Definió la lucha estudiantil del 99 como "un movimiento de la desesperanza que es absoluta minoría, pero que ha demostrado que es menos minoría que todas las demás minorías".

Alberto Anguiano, académico poblano y de los pocos de la nueva generación ahí presentes, planteó finalmente el puente hacia el entendimiento. "El que EZLN y PRD se hayan convertido en una referencia obligada en este seminario nos obliga a valorar cuidadosamente lo que en ambos movimientos está bien y lo que está mal, a rescatar lo que representa avance en ambas opciones y a ver lo que es retroceso para la izquierda".

En esta línea remató González Souza, al advertir sobre el peligro de "no ver ni valorar la fuerza de lo que ya tenemos en el zapatismo, el perredismo y en las propuestas de la sociedad civil para un proyecto de nación democrática".