n Presentaron una obra sobre el divorcio
La apuesta de El Chichón, hacer teatro infantil con inteligencia
n En uno de sus montajes sometieron a juicio a Walt Disney
Carlos Paul, enviado, Aguascalientes, Ags., 30 de octubre n El grupo El Chichón, de Venezuela, mandó a descansar a los dragones, las hadas, los duendes y los príncipes azules para abordar un tema "rara vez tratado" en el teatro para niños: el divorcio.
No se trata de negar a los pequeños el acceso a la fantasía, comenta Armando Carías, director de la agrupación, "sino de exponer que inclusive las situaciones tristes de la vida cotidiana del niño forman parte de su realidad".
Actualmente es muy común que se separen los padres, por lo que Hasta el domingo, de María Inés Falconi, constituye "una lección de amor, en la cual la autora nos dice que hay que aprender a vivir esta nueva situación familiar, y que con la separación de los padres no nos queda otro camino que apreder a vivir con ella, aprender juntos a vivir separados".
Con una escenografía integrada por cuatro biombos, una cama y una cocina integral, los actores introducen al niño en el tema con una serie de escenas veloces, sin diálogos, en las que una pareja de hippies se casan, engendran una hija, comienzan las peleas y finalmente la madre pide a su esposo que abandone la casa.
La obra continúa cuando los padres discuten sobre la hora cuando Lucía tiene que regresar a la casa, luego de su paseo dominical con su papá.
En la primera parte, la historia transcurre sobre la relación padre-hija, quienes reman y comen juntos. En la pequeña se producen sentimientos de confusión porque sus padres están ahora "se-pa-ra-dos".
Lucía tiene una amiga, Flor, a quien le cuenta su nueva situación y las molestias que le generan, pues no puede darle gusto a sus padres. "Mi papá se enoja porque no quiero ensuciarme mi vestido y mi mamá se enoja si me lo ensucio".
La relación madre-hija se da en el hogar. Lucía cuestiona a su madre sobre si extraña o no a su marido y en la posibilidad de que la pequeña viva con él.
Con esta obra en particular, comenta Carías, "no hemos tendido reacciones de rechazo de los padres o los niños, sino de dolor''.
Según el creador escénico, en relación con el quehacer teatral para pequeños, "el niño es un espacio de llegada, un lugar para desarrollarse como artistas, cuyo compromiso es demostrar que el teatro para niños tiene la misma calidad y las mismas exigencias que cualquier otro género artístico".
En ese sentido,"nosotros tenemos en estos momentos en Venezuela una obra, Chichón y su banda, sobre los derechos del niño, y ha sido muy polémica, porque reivindica la rebeldía infantil frente a las cuestiones que los adultos dan por hecho, como son los castigos. Nosotros les decimos a los niños que se rebelen contra eso, que no acepten, ni aunque sean sus padres, un castigo violento fisíca o emocionalmente, y esto ha sido muy polémico, porque los padres nos han cuestionado: 'con qué derecho le dicen a mi hijo que se rebele contra mí'".
El espectáculo lo representaron afuera del Congreso venezolano, ''donde un grupo de niños se amordazaron y vendaron sus ojos en protesta, porque querían excluir de la nueva Constitución una parte importante de la Ley Orgánica de Protección al Niño en Venezuela, que determina que el infante es sujeto de derechos y que es prioridad absoluta en cualquier decisión que se tome.
"Nuestra línea siempre ha estado vinculada con el teatro crítico. De hecho, el chichón es un símbolo de rebeldía, porque un niño que tiene un chichón es un niño que no se queda quieto. Nuestro slogan es: 'duro y a la cabeza', pero a la vez es un golpe amoroso, no hay violencia sino intención de sembrar una pequeña idea que se convierta en un pensamiento crítico. Nosotros hemos montado obras con temas sobre sexualidad y feminismo, criticando juegos y canciones infantiles que invitan a una conducta machista en los niños.
"Hace dos años pusimos en escena La estrella azul, que era ni más ni menos que un juicio a Walt Disney. A mí me atacaron por todas partes. Incluso hubo una amenaza de demanda de la filial en Venezuela, porque nosotros partíamos de tres puntos: falta de respeto a los cuentos originales en los que se inspiran para hacer sus historias; falta de respeto a los autores, como Hans Christian Andersen o los hermanos Green; escamoteo de los derechos de autor, en el sentido de que muy pocos saben quiénes son los autores de las historias originales, porque Disney nunca se encarga de decirlo; comercialización excesiva de los menores por todo lo que reprsenta la insustria Disney, que incita al consumo en el niño de una manera desbordada.
"Es una obra en la que Disney resucita y es juzgado por sus propios personajes y el jurado es el público, y en 10 funciones que dimos, en cinco fue culpable y en cinco inocente, y eso causó tal revuelo, que patrocinadores que nos habían dado su apoyo, no lo retiraron; muchas personas escribieron a los periodicos indignadas, porque estábamos rompiéndoles la fantasía a los niños; hubo una amenaza de demanda que no se concretó, porque se dieron cuenta que hubiera sido una cosa desmedida, cómo la empresa muy poderosa demandara a un grupo de teatro...
"Las personas suelen entender que el teatro para niños debe tener finales felices y la vida no siempre los tiene. Las puestas en escena no son para maquillar la realidad. A mí no me interesa el final feliz. Aunque si la historia amerita un final feliz, bienvenido. Prefiero ser calificado de ladrón de fantasías y de muy realista, ya que mi compromiso y mi forma de entender el teatro son que el niño es parte de la sociedad y debemos tratarlos a la misma altura que los adultos. Debemos respetar su inteligencia y sensibilidad".