La Jornada domingo 31 de octubre de 1999

José Antonio Rojas Nieto
La terrible regresión del gasto social

En México, prácticamente todos los indicadores económicos que se vinculan al ingreso de las personas y las familias tuvieron un alto nivel ųen ocasiones el máximoų en los años petroleros; luego de la drástica caída de 1982, permanecieron severamente deprimidos durante ocho años. De 1989 a 1994 mejoraron un poco, aunque en muchos casos nunca se recuperó el nivel anterior. Y cuando se pensaba que podrían mejorar las cosas, explotó la lamentable crisis de 1995, que una vez más retrajo severamente los niveles de vida de la población. De entonces a la fecha, las realidades descritas por estos indicadores prácticamente no han mejorado. En síntesis, el comportamiento histórico de indicadores como el PIB per cápita, el ingreso por habitante, el salario mínimo, el salario promedio de la industria, el salario de la maquila, entre otros, muestran una terrible realidad de deterioro y aparente imposibilidad de mejoría en las condiciones de vida de la población.

ƑPero qué paso con el gasto social: educación, salud y seguridad social, laboral, desarrollo regional, desarrollo urbano, ecología, agua potable, abasto, que agrupado a veces se denomina salario social?

A pesar de que en esta partida pueden ir gastos que nunca llegan a la población o que son sujetos a manipulación, como sucedió con el de Solidaridad en años pasados, conviene analizar esta partida para demostrar que el deterioro personal y familiar también se confirma con este indicador del nivel de desarrollo social. Los últimos veinte años el salario social corrió la misma suerte del individual; tuvo altos valores en esos años petroleros y, en algunos casos, la recuperación de 1991 a 1994 le permitió superar ligera y momentáneamente sus máximos anteriores; por ello, registró su máximo en 1994, aunque con un nivel ligeramente superior al de 1981.

ƑPero cuánto destina hoy el gobierno al gasto social? Menos de 4 mil pesos por persona al año. ƑCuánto en 1994? Poco más de 4 mil pesos de 1999. Pero en 1981 y 1982, poco más de 4 mil 500 pesos, 20 por ciento más que en este sexenio. Y aunque es muy probable que el monto total del gasto social de 1999 supere al de 1994, y esté 20 por ciento encima del promedio de 1981 y 1982, a pesar de eso, el gasto social por persona seguirá siendo inferior al de 1994 que, a su vez, es inferior al de 1981 y 1982. ƑCon cuál cifra orientarse para un juicio? En realidad con todas, aunque con Perogrullo se puede asegurar que pese a las mejorías, no hay mejoría. Luego del derrumbe de 1995 y 1996, la participación del gasto social en el PIB mejoró un poco (era lo menos que se esperaba); este año igualará al 8.6 por ciento del PIB registrado en los años petroleros, aunque será inferior al 9.1 de 1994. Pero el gasto por persona seguirá prácticamente estancado, lo que combinado con la caída del salario individual manifiesta una realidad muy grave.

ƑPor qué entonces, tanta publicidad en el rubro del desarrollo social, cuando la situación no es para enorgullecer a nadie, menos aún cuando el gasto total del que forma parte el social jamás ha mejorado luego de su derrumbe de diez años, justamente de 1982 a 1992? ƑPor qué, asimismo, tanto aspaviento en los apoyos sociales, cuando muchas veces operan como paliativo de insuficiencias graves del gasto en obra pública e infraestructura, como quedó demostrado en las inundaciones recientes? Por eso, aunque se debe mencionar que desde 1993 el gasto social representa la mitad del gasto público total, no se puede dejar de insistir en el terrible deterioro de ese gasto público total (desde 1989 apenas superior al 15 por ciento del PIB, cuando siempre superaba al 20 por ciento), reflejo no sólo de ese ánimo compulsivo por privatizar la obra pública, sino de un paulatino debilitamiento de las responsabilidades ligadas a los servicios públicos, derivada de esa nueva ideología gubernamental. No se puede tapar el sol con un dedo. Por razones que todos conocemos, nuestros gobiernos no sólo han tolerado y a veces impulsado el deterioro del salario individual, sino que han sido incapaces de impulsar y alentar una recuperación sustantiva del gasto en educación, salud y seguridad social, en apoyos laborales, capacitación y adiestramiento, en desarrollo urbano y regional, en protección al medio ambiente y en impulso al respeto ecológico; en mejoramiento de los servicios de agua potable y alcantarillado y en el abasto popular. Por más que lo tratemos de ocultar, esto representa un fracaso terrible y lamentable ųhasta hoy irreversibleų, en el impulso al desarrollo social, al bienestar de las personas, al bienestar de las familias.