Ť La vocación de servicio, por encima de un título profesional: elementos de Alamo


En la policía también hay universitarios

Ť Los paristas llamaron iletrados y analfabetos a los efectivos durante la marcha del viernes pasado

Iletrados y analfabetos fueron, entre muchos, algunos de los calificativos que profirieron los paristas de la UNAM a los policías que el pasado viernes vigilaron su paso por el Periférico, y a quienes hicieron blanco de insultos y burlas.

Con gritos pronunciaban estruendosas frases como: "Inauguren el cerebro" y "sólo sirven para parir hijos", dirigiéndose a las mujeres del Agrupamiento Cisne, quienes durante más de cinco horas soportaron los "halagos" de los universitarios.

Lo cierto es que ser policía en la ciudad de México no es tarea fácil, comenta Verónica Hernández, quien hace diez años decidió dejar la carrera de médico veterinario en la UNAM, cuando ya cursaba el tercer semestre, y enfrentar a sus padres para incorporarse a la Secretaría de Seguridad Pública. La explicación, por sencilla, no convenció a su familia: "No me gustó la carrera y lo que yo quería era servir a la gente".

Sabe, sin embargo, que en una corporación como la policía "los mejores lugares son para las personas sobresalientes", por lo que durante diez años buscó siempre la manera de superarse. Hoy forma parte del restringido Grupo Alamo, dedicado a labores de inteligencia de la SSP, que en los últimos meses ha dado los mejores golpes de la policía contra la delincuencia organizada en la ciudad de México.

Verónica, (Alamo 78, con grado de policía segundo) inició su carrera como cualquier otra: seis meses en la academia para luego incorporarse, en este caso, al agrupamiento femenil (Cisne). Posteriormente se incorporó a la policía sectorial, primero en Gustavo A. Madero y luego en Venustiano Carranza, donde permaneció hasta su ingreso a Alamo.

Las dificultades del oficio no son pocas, y entre ellas refirió la de tener la confianza de la ciudadanía, y en este aspecto el hecho de ser mujer, admitió ella misma, ha sido "un problema, pero no un obstáculo", sobre todo con las personas de su mismo género, "porque son las que más dudan para pedir apoyo". No obstante, fiel a sus principios, es en su trabajo con la gente donde ha encontrado sus mayores satisfacciones, sobre todo cuando le ha tocado brindar primeros auxilios a un lesionado.

En el Instituto Técnico de Formación Policial cursó en tres años el bachillerato técnico en Administración Policial, además de otros cursos, como el de un mes de adiestramiento en el Campo Militar.

Con su historial y apenas dos rangos arriba del policía raso aprobó todos los exámenes y evaluaciones correspondientes, ingresó hace unos meses al grupo de inteligencia Alamo y con sus conocimientos de balística, criminalística, rescate de rehenes, entre otros, decidió dar un paso más y hace dos meses inició en una universidad privada la carrera de derecho.

Ahora sus padres están orgullosos de su carrera en la policía y eso la alienta aún más a superarse, pero sabe que en cualquier momento "puede ocurrir algo".

Cuando hay operativo, luego de estudiar la estrategia, a veces aprovecha el trayecto de su base en las instalaciones de la SSP, para repasar sus notas o hacer algo de tarea, pero el esfuerzo vale la pena, porque su meta es "aportar algo a la institución".

Otro caso es el de Alvaro (Alamo 92), poco usual e incluso "raro", reconoció el mismo, quien llegó de la ciudad de Monterrey, donde dejó su despacho jurídico, sólo para emplearse en la Secretaría de Seguridad Pública, en la dirección Ejecutiva de Agrupamientos, no en el área administrativa sino como policía. "No es ningún hobby", aseguró, sino vocación de servicio: "Proteger y servir", lema policiaco que aprendió de su jefe, Miguel Angel de la Torre, y que adoptó para sí.

Como todos, pasó por el mismo proceso de selección al ingresar al cuerpo de inteligencia de la policía capitalina y "como si estuviera planeado", puesto que su ingreso, confió, es parte de una estrategia para atacar uno de los puntos débiles de la policía al hacer una remisión ante el Ministerio Público, "lo que aquí le llaman la puesta a disposición". (Angel Bolaños Sánchez)