Ť Una ceremonia apenas pospuesta Ť

 

Ť B. Traven Ť

Ret Marut, All Croves, Hal Crover, Croves Torvan, Traven Torsvan, Bruno Traven. Todos los nombres. Nació en Alemania (Ƒ1882?) y murió en México (1969). Autor de La rebelión de los colgados, El tesoro de la Sierra Madre, La rosa blanca, Canasta de cuentos mexicanos, entre otros clásicos, adoptó diversos seudónimos a lo largo de su existencia fascinante. Escribió en alemán y en inglés, y se convirtió en uno de los grandes escritores mexicanos. Recientemente se supo de la existencia de textos inéditos de Traven, que Tusquets rescata en el volumen titulado La creación del sol y de la luna, y que reúne narraciones, estampas, crónicas y cuentos, un fragmento de los cuales, hasta hoy inédito, ofrecemos en exclusiva a nuestros lectores con autorización de la editorial. En breve se pondrá en circulación este volumen. El Instituto Nacional de Bellas Artes prepara, en tanto, un homenaje nacional a este autor fundamental.

-ƑRealmente eres tú, Powster, o es tu espíritu?

-Soy yo. En carne y hueso. Y si no me equivoco tú eres Bill Ranks. Quilt Ranks. ƑNo era así como solíamos decirte en el club?

-Nunca me gustó ese nombre y tú lo sabías.

-Sí, recuerdo que no te agradaba, pero a mí sí.

-Te ves delgado, Powster, pero, por otra parte, fuerte y saludable como un potro. Envidio tu bronceado. ƑDe dónde lo sacaste?

-De Honduras. De Centroamérica, para ser precisos.

-Sí, sí, entiendo. šVaya! Espera un momento. Ahora recuerdo. Todos te dimos por muerto durante años. Por eso no estaba seguro de que fueras tú. Déjame ver. ƑCómo era? Ah, sí, un avión de pasajeros se estrelló y todos murieron. Y tu nombre estaba en la lista.

Powster rió.

-Cierto. Mi nombre estaba en la lista. Sólo que yo no estaba en el avión. No cuando ocurrió. Había estado a bordo. Antes del accidente. No sé muy bien qué publicaron los periódicos aquí. El avión se incendió por algún motivo y todos quedaron atrapados dentro. Era natural que la opinión general fuese que yo estaba entre los muertos.

-Sin embargo no fue así, o no podrías estar aquí -Ranks sacudió la cabeza como si todavía dudara de que el hombre con quien hablaba en la acera fuese efectivamente el amigo al que había creído muerto durante tres años-. ƑCómo es que solamente tú te salvaste? Me parece un milagro.

-No es un milagro. Para nada es un milagro. Fue así: de camino a Tegucigalpa tuvimos problemas con un motor. Faltaban unos cilindros, o algo así. Los pilotos realizaron un aterrizaje de urgencia para localizar el desperfecto y arreglarlo. Eligieron un pastizal entre las cimas de las montañas y logramos aterrizar. Resultó que un balancín estaba roto y unas cuantas bujías se habían quemado. Al menos eso fue lo que nos dijeron. Al examinar el motor, los pilotos llegaron a la conclusión de que solucionarían el problema fácilmente en unas cuatro horas ya que contaban con las herramientas y las refacciones necesarias. Eramos seis pasajeros, hombres de negocios todos. Así que nos pusimos lo más cómodos que pudimos dadas las circunstancias mientras los dos pilotos trabajaban en el motor.

-Todavía no veo ninguna relación con el accidente -interrumpió Ranks.

-Espera un poco, viejo, a eso voy.

Mientras conversaban, entraron en una cafetería para adelantar la hora del almuerzo. Habiéndose enterado de que el almuerzo estaría y que antes beberían un aperitivo. Se los sirvieron.

-Como te estaba diciendo -repitió Ranks-, nada dijeron en los periódicos acerca de un aterrizaje de urgencia.

-ƑCómo habría sido posible si nadie sobrevivió a la destrucción?

-Pero tú sobreviviste, Ƒverdad? Anda, pasemos al siguiente capítulo.

TRAVEN -Sería una tontería, la providencia o mera buena suerte, como quieras. Pero así fue. Como los pilotos estaban trabajando y nos habían asegurado que no estarían listos para despegar en las siguientes cuatro o cinco horas, pensé que bien podría dar un paseo hasta el pequeño poblado que veía a la distancia y que no parecía estar a más de cuatro kilómetros de distancia. Ya sabes, cuando uno merodea por lugares extraños y parcialmente inexplorables puedes, con sólo dar unos pasos, caer en un agujero lleno de diamantes o...

-...o zambullirte en un lago de petróleo -bromeó Ranks.

Powster levantó la mirada y sonrió.

-Tú lo has dicho, Quilt. No sería nada difícil. Ya ha pasado antes y podría volver a pasar cualquiera de estos días. Bueno, me puse en marcha. Pero lo que había calculado como cuatro kilómetros resultaron ser ocho, en parte por lo abrupto del terreno y en parte por el hecho, entonces desconocido para mí, de que en el trópico es muy fácil equivocarse respecto de las distancias precisas. Por sí mismo, este error no habría tenido mayores consecuencias. Solamente cuando me di cuenta de que no podría hacer el viaje de regreso en cuatro horas, noté que me había extraviado y no podía encontrar el pastizal. Nunca he sido explorador ni aficionado al campo, ya lo sabes. Más tarde unos campesinos me dijeron que los pilotos me habían esperado, que buscaron en los alrededores con la esperanza de localizarme, hasta que los pasajeros no quisieron aguardar más, ya que el aeropuerto carecía incluso de un sistema de iluminación primitivo, e insistían en que se los llevara a su destino antes de que cayera la noche. Vi al avión volar en círculos como si todavía me buscaran. Agité los brazos desesperadamente para atraer su atención, gritando como un loco al mismo tiempo. Parece que no alcanzaron a verme y el avión se perdió de vista.

-ƑY entonces?

-Ten paciencia, Quilt, ten paciencia, Verás, eso se aprende en aquellos lugares donde "mañana" es la respuesta más frecuente que recibes en relación con el tiempo.

-Ya lo había escuchado o leído en alguna parte.

-Tal vez. Bueno, luego de un rato encontré una recua de mulas cargadas y, caminando junto a ellas, finalmente llegué a aquel pueblo. Esto puede parecerte extraño, pero la verdad es que ese poblado resultó ser el lugar al que me había enviado la empresa para establecer una sucursal en aquella provincia. De no ser por el aterrizaje de urgencia, no habría llegado al pueblo al menos en seis días ya que no había vías de tren y lo que esa gente llama carretera o "camino real", son meras veredas.

-Qué anécdota, viejo. Es una anécdota fabulosa. Lo que no entiendo es, Ƒpor qué no escribiste a tu compañía o le hiciste saber a alguien más que estabas vivo?

-ƑY por qué debía hacerlo? No conoces todos los detalles de la historia, Quilt. Bueno, está bien, que sea Bill, ya que te gusta más. Mira, Bill, el señor Lickens, el gerente de exportaciones de la compañía, me había advertido que ese viaje sería mi última oportunidad. Si no la aprovechaba, debía buscarme otro empleo, o en buen castellano, me despedirían, me darían la patada. Estaban listos para echarme tan pronto como pudieran. Así que, Ƒpor qué no despedirlos antes de que ellos me despidieran a mí?

-Me parece razonable.

-Y era razonable. No les informé que había llegado al pueblo al que me habían enviado. ƑA quién más iba a escribirle y para qué? La verdad es que no supe que el avión se había estrellado hasta que ya habían pasado dos meses. Para entonces, me dije: "Que en casa crean que estoy muerto, a ver quién se lamenta y qué sucede; algún día apareceré inesperadamente y me reiré como nunca".

-Parece que vas a reírte mucho, en efecto -dijo Ranks.

-Podemos reírnos a lo grande, y de qué manera -el rostro de Powster era una pura sonrisa-. Te diré qué vamos a hacer. Esta noche, cuando estén casi todos en el club, digamos a las diez en punto, entraré en silencio y me quedaré de pie en la puerta, mirándolos, sin decir una sola palabra. Como una aparición. ƑQué te parece, Bill?

-Va a ser penoso para los muchachos, y uno que otro con un funcionamiento débil de corazón, podría morirse. Pero, bueno, si a ti te parece una buena broma, por mí no hay problema. De todas maneras vas a hacerlo, me guste o no.