La Jornada miércoles 10 de noviembre de 1999

Arnoldo Kraus
La enfermedad noenfermedad

Existe un mal cada vez más frecuente, cuya génesis es difícil rastrear. Lo abigarrado de sus caras, llámense signos y síntomas atípicos, "creación" de problemas médicos antes inexistentes, hacen de esta enfermedad un tema cuyas fronteras oscilan entre el saber médico, la filosofía y la modernidad. Son responsables de su existencia pacientes, médicos y ciencia. La impersonal tecnología y el conocimiento ciego ųo el afán de saber por saber y cuyos límites éticos al hablar de medicina pueden ser cuestionablesų contribuyen también a la construcción de este mal.

Aun cuando los doctores saben de esta enfermedad, poco o casi nada se escribe al respecto. Las referencias en la literatura médica son escasas. En las revistas de habla inglesa quizá no haya más de cuarenta citas en las últimas tres décadas; en éstas, se le ha denominado nondisease. En la literatura médica en castellano no se habla de esta entidad. He decidido llamarla "la enfermedad noenfermedad". Lo que aquí escribo son algunas reflexiones sobre este mal. Asumo la porción inclusa de estas líneas y lo aventurado de algunas ideas, pero, retomo ese pretexto externo en el cual los médicos solemos recargarnos: la medicina no es una ciencia exacta y los pacientes y sus males difieren entre sí.

Este gigantísimo juego permite a los doctores "algunas inexactitudes científicas explicables por algunas exactitudes filosóficas". Esa es una de las razones por las que existe la enfermedad noenfermedad. Y por lo mismo, por esa infinita e inextricable madeja que se teje entre pacientes, tecnología y la necesidad de tener o crear patologías, la neoenfermedad es materia para cavilar. La noenfermedad es diferente a lo que en medicina se denomina funcional o "en un virus": es la imperiosa necesidad de contar con un sidiagnóstico.

Distingo tres niveles. El paciente, el médico y el de la mezcla del conocimiento y tecnología.

Pacientes. Si uno compara los índices de los textos médicos "clásicos" con los nuevos, salta a la vista que el número de enfermedades actuales es mayor. Lo anterior denota la evolución del conocimiento y el fruto de la investigación. Traduce también "nuevas" enfermedades, ya sean producidas por el propio ser humano o por el mal uso de algunos recursos. El sida, la artritis de Lyme, las alteraciones pulmonares secundarias a la contaminación, la transformación de las bacterías por el uso inadecuado de antibióticos, las patologías de la pobreza, "por describir", son algunos ejemplos. La lista es larga y no mi propósito enumerarlas. El hecho es que a pesar de que el enlistado ha crecido, no es suficiente para que los enfermos encuentren siempre acomodo en alguna de esas nuevas etiquetas diagnosticas.

La visita al galeno que termina en "no diagnóstico", puede ser interminable y "peligroso". Diagnósticos que presupone nuevas enfermedades como el síndrome de fatiga crónica, whatever it means, es un ejemplo de esa dialéctica.

La persona que se cree enfermo sin estarlo en general tiene alguna forma de depresión que no acepta. Ni la ciencia ni el conocimiento médico son suficientes. Su necesidad de enfermedad lo impele a recorrer caminos con el afán de contar con algún diagnóstico. Los senderos no son siempre buenos. Abundan los charlatanes que fabrican patologías, se recurre a incontables formas de medicina alternativa con sus buenas y malas caras, se han revivido la metaloterapia, la electroterapia, la cura con piquetes de abeja, la sanación al ingerir la orina propia, la autovacunación de la sangre.

Se utilizan también diversos remedios ųmejores en inglés, inmejorables si son caros, superlativos si los hace y por supuesto sólo vende el doctorų que se adquieren por doquier y cuya semejanza es que curan todo. En el afán de búsqueda se exigen exámenes sofisticados "hasta llegar al diagnóstico". Y, Ƒqué sigue?

La mayoría de los médicos han tenido la experiencia ųbuena y "retadora" lidų de entrevistar a pacientes que tienen la enfermedad noenfermedad. Pocas patologías ofrecen desafíos tan complejos: es sin duda distinto manejar padecimientos cuyas caras y destinos se conocen. De hecho, puede tener consecuencias más funestas padecer noenfermedad que cursar con alguna conocida. Porque se rompe el lenguaje. Porque se exige etiquetar. Porque "el paciente en búsqueda" de un diagnóstico promueve lo que se ha denominado "el efecto cascada en el cuidado de los pacientes" y que por razones de espacio será motivo de una segunda y última reflexión acerca de la noenfermedad.