La movilización ciudadana, en las memorias de 1989
El Muro, el pueblo, una década
Dpa y Afp, Berlín, 9 de noviembre * En una jornada marcada por las emociones fuertes, los berlineses celebraron este martes los diez años de la dramática e histórica noche del 9 de noviembre de 1989, fecha de la caída del Muro que dividió la ciudad durante casi tres décadas.
En el Parlamento berlinés, los tres líderes mundiales que protagonizaron aquel acontecimiento, Mijail Gorbachov, George Bush y Helmut Kohl, leyeron los correspondientes discursos de una celebración atemperada por la decepción de los ciudadanos de la RDA que soñaban con un paraíso no alcanzado tras el derrumbe del Muro, y que Günter Grass llamó en su momento "la unificación insensata".
El ex presidente estadunidense miró hacia el pasado, el ex líder soviético al presente y el ex canciller germano al futuro, en un emocionante diálogo entre hombres que recordaban cuando eran poderosos actores de uno de los principales acontecimientos del siglo XX: el término de la guerra fría.
Esas autocongratulaciones fueron moderadas por Joachim Gauck, ex activista del movimiento ciudadano que hizo caer a la RDA. "Hay alemanes que en estos momentos no tienen ganas de festejar. Entre ellos, algunos estaban en la primera línea en esa época. Les duele porque no han visto concretarse la loca esperanza de ese otoño de 1989", dijo ese hombre encargado hoy de escudriñar en los archivos de la policía secreta estealemana, la Staasi.
Gauck fue más lejos: "Tras la reunificación nos convertimos en aprendices. Muchos se sintieron extranjeros en su propio país", dijo al referirse a los estealemanes que padecen una tasa de desempleo de 17 por ciento, el doble que la del oeste, y cuyos ingresos son inferiores a los de sus compatriotas del "otro lado".
Mientras los "grandes" de hace 10 años hablaban en el Parlamento, decenas de miles de ciudadanos festejaban al ritmo de las bandas de rock en diferentes escenarios instalados en la Puerta de Brandeburgo, la Potsdamer Platz y el antiguo puesto fronterizo de Checkpoint Charlie. En otros puntos de la ciudad hubo momentos cargados de solemnidad y tristeza en los que se evocó la memoria de quienes perdieron la vida al intentar cruzar a Occidente.
En la histórica Puerta de Brandeburgo, símbolo de la capital ubicado en el corazón de Berlín, se concentraron unos 30 mil berlineses y turistas quienes, frente a una pantalla gigante, revivieron los momentos más emotivos de aquel otoño caliente de 1989 en que los alemanes orientales se ganaron la libertad a fuerza de manifestaciones populares, que terminaron por derribar al régimen comunista de la RDA y pusieron fin a la división de Alemania.
La multitud escuchó atenta las palabras de los antiguos disidentes Sebastian Pflugbeil y Marianne Birthler, que efectuaron un llamado a seguir luchando para conseguir cambios también en la Alemania unificada: "En 1989 aprendimos que los políticos no hacen nada que no los obliguemos a hacer. Todo depende de nosotros", advirtió Pflugbeil.
El canciller alemán, Gerhard Schroeder, dijo: "La caída del Muro no se decidió en Bonn ni en Washington ni en Moscú. Fue la gente valerosa que salió a la calle con el lema 'somos el pueblo' la que tiró el Muro, desde el este de la ciudad, logrando algo único en la historia alemana".
Bush coincidió con Schroeder en que habían sido los manifestantes quienes precipitaron los acontecimientos: "Fue la gente en las calles la que puso todo en movimiento. El dique fue roto y la libertad literalmente cayó como cascada por el Muro".
Schroeder y Kohl resaltaron el papel jugado por Gorbachov y convinieron en que la caída del Muro sólo fue posible gracias la política de reformas impulsada por el entonces líder soviético.
Este, a su vez, subrayó que "los verdaderos héroes de la reunificación alemana son el pueblo alemán y el pueblo ruso". El derribo del Muro, dijo, brindó la oportunidad "para la transición a una etapa pacífica del acontecer mundial".