La Jornada miércoles 10 de noviembre de 1999

Emilio Pradilla Cobos
Un show mediático fallido

El conflicto en la UNAM, dado su carácter de institución federal autónoma de educación superior, sólo compete a su comunidad y al gobierno federal; sin embargo, todos los hechos que ocurren fuera de las instalaciones universitarias involucran al Gobierno del DF, aunque éste no pueda intervenir en su solución. Tal es el caso de la marcha del Consejo General de Huelga por Periférico, ocurrida el viernes pasado.

Seguramente, muchos de los actores del conflicto, y algunos políticos del gobierno federal, así como empresarios de medios de comunicación al servicio del régimen autoritario, esperaban que la marcha, irresponsablemente programada por el CGH, terminara en un enfrentamiento violento entre marchistas y uniformados de Seguridad Pública del DF, para así cargar el costo político al movimiento estudiantil en su conjunto y al gobierno perredista capitalino.

Sólo ello explica la excepcional y costosa cobertura televisiva y radial, en varios casos sin cortes comerciales, que durante horas siguió los acontecimientos, creando un clima de tensión a nivel nacional.

Estos mismos medios de comunicación se han mostrado a lo largo del conflicto como intransigentes detractores del CGH y diariamente piden el uso de la violencia legal o policial en su contra.

Para bien de la ciudad, la democracia y la sociedad mexicana, falló la apuesta de los sectores ultraconservadores y autoritarios interesados en la confrontación: se volvió en su contra.

El show mediático fracasó, no hubo violencia ni represión, porque mediante el diálogo las autoridades capitalinas lograron garantizar, a la vez, el derecho de manifestación y el de libre circulación, y sentar un precedente de negociación para resolver las controversias. Todos lo vieron u oyeron a través de los medios, que estaban listos a mostrar la violencia. Esta solución contrasta con la violenta represión ejercida contra el movimiento barzonista por el gobierno del PAN en Jalisco.

Pero el conflicto en la UNAM continúa y seguramente habrá nuevas provocaciones e incidentes.

Se mantiene a partir del enfrentamiento entre dos radicalismos ultras: la burocracia universitaria, insensible a la problemática social e incapaz de entender la política, que se refugia en una lectura acomodaticia de la norma y sustituye la inteligencia con autoritarismo, apoyada por los académicos, políticos y empresarios de medios de comunicación más conservadores y que son incondicionales del anacrónico y decadente régimen político imperante; y un sector radicalizado del estudiantado cada vez más aislado de la opinión pública, que en sus inicios apoyó su movimiento, igualmente incapaz de entender la situación política y dar salidas que hagan avanzar aquellas demandas que son justas y benéficas para la mayoría del pueblo mexicano, y que cada vez más, voluntaria o involuntariamente, ayuda a la labor de destrucción y reconstrucción autoritaria de la universidad mexicana.

El PRI-Gobierno, que con la reducción continua del presupuesto de la universidad pública y la elitización de ésta, así como el proyecto de "modernización" neoliberal y el ocultamiento de su constante intervención en los asuntos universitarios, es uno de los causantes fundamentales del conflicto, aunque sustenta el radicalismo de la burocracia, aparenta lavarse las manos y espera el momento político adecuado para intervenir contra la UNAM y su comunidad. En ese momento, tratará de cargar la culpa, como lo ha hecho el Ejecutivo en repetidas ocasiones, al PRD y los sectores democráticos de la universidad, para pescar en las aguas que él mismo revolvió.

Los ciudadanos, universitarios y padres de estos estudiantes debemos exigir a los actores corresponsables de la crisis en la UNAM, que se sienten ya a negociar democráticamente la solución. Piedra clave de ella sería, sin duda, el congreso universitario resolutivo.

El PRI-Gobierno tiene que deponer su fundamentalismo neoliberal, dejar de lado sus intereses electoreros y cumplir su función social de garante del derecho social a la educación gratuita, promoviendo el diálogo y no el papel de azuzador de conservadores, sustento de autoridades incapaces y miopes, y detractor de opositores legítimos.

El Gobierno del DF ya mostró que el diálogo es la vía posible para avanzar en la solución de conflictos, para bien de la sociedad mexicana toda.