* La intransigencia de grupos radicales, razón de su dimisión, manifiesta


Espero que mi renuncia abra nuevas vías de solución: Barnés

* Otros motivos, la injerencia de grupos políticos y el "clima de impunidad" que han prevalecido

* La salida del rector, insuficiente, dicen estudiantes; necesario, un congreso resolutivo, reiteran

Roberto Garduño * Francisco Barnés de Castro renunció anoche a la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su argumento fue: "la intransigencia de los grupos radicales que se han adueñado de la conducción del movimiento, la injerencia de grupos políticos ajenos a la vida universitaria y al clima de impunidad que a lo largo de estos meses ha prevalecido".

Diversos hechos rodearon en los últimos días la dimisión del rector. El miércoles pasado, el Consejo Universitario (CU) le ratificó su apoyo; la postura de los estudiantes huelguistas se polarizó al anunciar un ultimátum para retornar al pliego petitorio de seis puntos, y la ausencia de Barnés en la reunión de la ANUIES celebrada en Veracruz.

El anuncio oficial de este hecho comenzó como un rumor cuando éste ya se había dado. A las 21:00, los noticiarios de radio y televisión empezaron a transmitir la especie: la Junta de Gobierno de la UNAM se encuentra reunida en espera de la renuncia. Hora y media más tarde la agencia Notimex confirmó la versión.

No obstante, la Junta de Gobierno recibió la carta de Francisco Barnés de Castro a las 21:00. Desde ese momento se dio a conocer extraoficialmente que en la Casa Club del Académico se informaría sobre la decisión del ahora ex rector. En el lapso de una hora el rumor tomó forma.

En la avenida Estadio número 301, periferia de Ciudad Universitaria, comenzaron a llegar decenas de reporteros, fotógrafos y camarógrafos, y junto a ellos también integrantes de la Junta de Gobierno y del Colegio de Directores de la UNAM. A las diez de la noche no se sabía aún la noticia. Los periodistas especulaban si se trataba de la renuncia o de un acto masivo de apoyo de las autoridades a Barnés de Castro.

Enseguida, 25 minutos antes de las once de la noche, se confirmó el hecho; la UNAM quedaba sin rector. Aquel anuncio provocó que en la entrada de la Casa del Académico se agolparan los informadores y estudiantes del Consejo General de Huelga que acudieron al sitio. Instantes después, Gerardo Dorantes, director de Información de la UNAM, salió y entre empujones dio lectura a un comunicado de prensa de apenas cuatro líneas.

"El día de hoy, a las 21:00, el doctor Francisco Barnés de Castro, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, presentó ante la honorable Junta de Gobierno de la UNAM su renuncia al cargo que ocupa desde el 6 de enero de 1997".

 

Incertidumbre sobre el relevo

 

El vocero de la máxima casa de estudios no respondió a más preguntas sobre los nombres de la terna para ocupar ese cargo: "no puedo dar más información que la ya anunciada, porque no sabemos qué va a proceder".

ųY después de esto, Ƒqué sigue?

ųHabremos de esperar a lo que decida la Junta de Gobierno. Ellos tienen sus procedimientos y ellos darán a conocer la información pertinente ųdijo Dorantes.

A pesar de la negativa del funcionario, en esos momentos trascendió que la terna estaría integrada por el secretario general Xavier Cortés Rocha ųquien de acuerdo con la legislación universitaria asume de hecho la función de rector interinoų, Diego Valadés, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas, y Juan Ramón de la Fuente, secretario de Salud.

Cortés Rocha es conocido entre la comunidad universitaria por sus vínculos con las corrientes más conservadoras de la UNAM, incluso se le relaciona con los ex rectores Guillermo Soberón y José Sarukhán Kermez.

Diego Valadés fue procurador general de la República. Inició, en su calidad de abogado de la nación, las pesquisas en torno al homicidio de Luis Donaldo Colosio; también se le vincula con el ex rector Jorge Carpizo McGregor (quien también renunció a ese cargo), mientras que Juan Ramón de la Fuente fungió como director de la Facultad de Medicina y se le ubica como un funcionario con capacidad negociadora.

También se propagó la versión de la renuncia de Arturo Bouzas, director de la Facultad de Psicología; Enrique Bazua, de la Facultad de Química; José Antonio Capdeville, de Odontología y José Núñez Castañeda, de la ENEP Acatlán. Todos ellos identificados como el equipo cercano de Barnés.

Fue entonces que se inició la salida ųde la Casa Club del Académicoų de los integrantes de la Junta de Gobierno y directores de escuelas y facultades. Sus rostros eran de consternación y sorpresa. Dorantes continuaba lectura ante las cámaras de televisión y grabadoras de radio a la carta del rector, pero no terminaba de leer un párrafo cuando un grupo de estudiantes que se mezcló entre los reporteros lo interrumpía con distintas interrogantes: Ƒcon esto se acaba el conflicto? ƑQué pasará ahora?, "nosotros queremos diálogo y negociación. šNo basta con la renuncia de Barnés, es necesario un congreso democrático y resolutivo que garantice la gratuidad de la educación!"

Aquello comenzó a tener tintes de fiesta para los huelguistas. Uno de ellos llegó al lugar con una botella de vino tinto, "šesto es para celebrar que ya se fue ese hijo de puta!...esto es para celebrar que de nuevo reabriremos nuestra universidad".

Dorantes entonces aceptó, ante las cámaras de televisión, leer el contenido de la carta de su jefe: "A principios de este año propuse al Consejo Universitario la actualización del Reglamento General de Pagos, estableciendo cuotas modestas, equivalentes a las que se cobran en todas las demás universidades públicas del país, que deberían ser cubiertas únicamente por aquellos estudiantes de nuevo ingreso que tuvieran la capacidad económica para ello.

"Por muy diversas razones, la propuesta no fue compartida por todos por igual. A pesar del respaldo inicial que tuvo de gran parte de la comunidad universitaria y de la mayoría de los cuerpos colegiados en la consulta previa a la aprobación, por parte del Consejo Universitario, se inició un movimiento estudiantil en contra del nuevo reglamento que culminó en el paro de actividades que la universidad sufre desde hace 200 días".

El rector además refirió en su misiva que a esa demanda se sumaron otras como la eliminación de todo pago por trámites y servicios; la cancelación de la participación de la UNAM en el examen metropolitano para el ingreso al bachillerato, el restablecimiento del pase automático a la licenciatura y la permanencia por tiempo indefinido, "así como la celebración de un congreso resolutivo que sustituya por la vía de los hechos las funciones que la ley orgánica le confiere al Consejo Universitario. La aceptación incondicional de sus demandas dañaría de manera irreversible la vida institucional y afectaría gravemente la calidad de sus programas".

También señala que puso todo de su parte y atención para encontrar una solución al conflicto, pero "todos los esfuerzos han sido infructuosos, incluyendo la determinación del Consejo Universitario de transformar en voluntarias las cuotas semestrales que se prevén en el vigente Reglamento General de Pagos".

La UNAM, abunda, requiere transformarse a sí misma para enfrentar los retos que le impone una sociedad que experimenta profundos cambios y exige eficaces resultados de sus instituciones.

Adicionalmente, debe llevar a cabo transformaciones largamente diferidas para liberarse de rezagos de diversa índole que la frenan y condicionan desde hace muchos años, que no se han podido emprender ante el riesgo y la amenaza, muchas veces cumplida de enfrentarse a un movimiento de protesta como el que ahora se ha dado.

"Ante la amenazas de recortes al presupuesto educativo que enfrentamos a fines del año pasado, encabezamos la defensa de la universidad pública que tuvo como resultado la ampliación del presupuesto aprobado por el Congreso y recuperar así el mismo nivel de apoyo del año anterior."

En los dos últimos párrafos de su carta, el ahora ex rector refiere las causas políticas que lo orillaron a optar por la renuncia: "ante la impotencia para encontrar una vía de solución dentro del ámbito universitario, utilizando los únicos medios que los universitarios tenemos a nuestro alcance, que son los del diálogo y el uso de la razón, debido a la intransigencia de los grupos radicales que se han adueñado de la conducción del movimiento, a la injerencia de grupos políticos ajenos a la vida universitaria y al clima de impunidad que a lo largo de estos meses ha prevalecido, he decidido presentar mi renuncia ante la Junta de Gobierno.

"Espero que mi renuncia permita abrir nuevas vías de solución a este conflicto que afecta la vida de cientos de miles de estudiantes, la labor de decenas de miles de académicos y la imagen y presencia en México y en el extranjero de la UNAM, la institución educativa más importante con que cuenta el país y que hoy enfrenta un grave riesgo, uno de los más graves en los últimos 50 años".

 

Respuesta de la Junta de Gobierno

 

Una vez que la Junta de Gobierno de la universidad conoció el contenido de la carta de Barnés, lamentó "que las circunstancias por las que ha atravesado nuestra institución hayan desembocado en la renuncia del rector. Las razones por él expuestas en el documento que nos dirigió revelan su compromiso institucional y su apego a los principios y valores universitarios.

"Reconocemos plenamente el esfuerzo excepcional que ha hecho para resolver el conflicto que nos aqueja, pero los argumentos que expone nos llevan a aceptar, con gran pesar, su renuncia. Aseguramos a la comunidad universitaria que velaremos por mantener los altos principios en los que la universidad funda su grandeza y que le han permitido superar los desafíos que ha enfrentado a lo largo de su historia".

Anoche, las autoridades universitarias no supieron definir cuál será el procedimiento para elegir al nuevo rector. Dorantes explicó que Cortés Rocha será quien ocupe el cargo de manera interina, "pero éste no debe ser mayor de dos meses, y puede ocupar la rectoría hasta por dos o tres días". La única certeza es que la Junta de Gobierno dará a conocer en las próximas horas el procedimiento para llevar a cabo el proceso.

La mayoría de los alumnos que festejaban gritaban consignas contra Barnés. Entre chunga y muestras de inusitada alegría, los huelguistas exclamaron, a su modo, la despedida: "Lero, lero por culero, barnesito descansa en paz".


* Posible influencia del gobierno en la salida del rector: maestros y alumnos


Triunfó el movimiento estudiantil, afirma el CGH

* La renuncia de Barnés era una decisión impostergable para solucionar la huelga, dice

Alma E. Muñoz, Fabiola Martínez, Enrique Méndez y Juan Manuel Venegas * Integrantes del Consejo General de Huelga (CGH) celebraron la renuncia de Francisco Barnés de Castro a la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Las diversas opiniones coincidieron en que ello representa un ''triunfo'' del movimiento estudiantil, por ser una decisión impostergable para solucionar el paro de labores en la institución, del cual fue responsable directo al intentar un aumento de cuotas, punto que los estudiantes tomaron como bandera para denunciar un ataque en contra la educación pública y gratuita.

A título personal, representantes de diversas escuelas ųincluidos algunos académicosų e integrantes de la Comisión de Prensa del CGH, consideraron la dimisión como una oportunidad para iniciar un diálogo resolutivo que permita la salida negociada al paro. Hubo coincidencias en señalar una ''clara influencia'' del gobierno federal, evidenciada desde el inicio de la huelga.

Después de la renuncia externaron la confianza porque el nuevo rector, aun cuando salga de la terna ųDiego Valadés, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas; Xavier Cortés Rocha, secretario general de la UNAM y encargado del despacho hasta que la Junta de Gobierno dé el nombre del sustituto, y el secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuenteų actúe apegado a los lineamientos que dicta la máxima casa de estudios y se termine con una política ''de autoritarismo que impidió dar una respuesta pronta'' a las demandas estudiantiles.

El académico Luis Javier Garrido señaló que la salida del rector ''es un gran triunfo del movimiento estudiantil que siempre optó por la vía del diálogo y encontró cerrazón y voluntad impositiva, ajenas a lo que debe ser el comportamiento de las autoridades de una universidad pública. Esto seguramente es la vía para que se pueda dialogar en la UNAM y negociar los seis puntos del pliego petitorio, que son justos y reclaman respuesta rápida para abrir puertas y seguir siendo histórico''.

El próximo rector de la institución ųañadióų ''debe actuar contrario a como lo hizo Barnés, debe ser abierto al diálogo, con visión de los problemas históricos de la universidad y con respeto a la legalidad que no tuvo él. Además, tener la mirada puesta en los intereses de la nación antes que en los de las trasnacionales''.

La consejera académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Carola García, dijo que la decisión de Barnés ''representa un elemento más de desestabilización, porque si se confirma que había grupos de directores involucrados en esto las cosas podrían complicarse. La renuncia no es un elemento que por sí solo resuelva el conflicto, había grupos que presionaban por quedarse con la rectoría, que tenían interés y proyectos distintos para apuntalar a su gente''.

También integrante de la Comisión de Contacto del Consejo Universitario, afirmó que en la medida influyó el gobierno federal, porque ''la Secretaría de Gobernación no se manda sola y además los resultados del 7 de noviembre pudieron ser otro elemento de peso''.

Fernando Belaunzarán, heredero de la corriente histórica del CEU, mencionó que Barnés se convirtió en ''un obstáculo para la solución de la huelga, pues en los siete meses de paro no supo conducir las negociaciones''. Confió en que el próximo rector tenga el ánimo de solucionar el problema y aceptar la realización del congreso universitario, en donde sea la comunidad la que decida el rumbo de la institución. ''La renuncia de Barnés por sí sola no resuelve el conflicto, pero sí quita a una parte renuente a la negociación y a la realización del congreso. En adelante, tanto el CGH como la rectoría deberán ceder en algo, pero priorizando la transformación de la universidad. Este conflicto pudo arreglarse en los primeros 15 días, se pudo evitar la huelga incluso, y en estos siete meses la UNAM tuvo un costo altísimo y el país también. Con la renuncia, hay esperanzas para destrabar un problema que se veía empantanado. Ojalá no sea sólo un cambio de nombre, sino también de política para dar una solución''.

Para Rodrigo Figueroa, del mismo grupo, más que buscar un sucesor de Barnés, deben ser los consejeros quienes asuman en este momento la vía de la negociación como única salida al conflicto. Y dio su propia visión de la terna: ''Xavier Cortés es un personaje que ha seguido la línea de Barnés; Diego Valadés mantiene una posición dura dentro del Estado, y Juan Ramón de la Fuente es un personaje del gabinete que tampoco es un universitario que se muestre abierto a los canales de diálogo''.

Mientras, Jesús Lozano, integrante de la Comisión de Prensa del CGH, dijo que la renuncia ''es un triunfo del movimiento estudiantil'' y consideró que significa un ''paso real'' para la solución del conflicto. ''El señor era un obstáculo, y ahora esperamos que el Consejo Universitario nombre a una comisión con facultades plenas''. Barnés, agregó, es el responsable del conflicto sin precedente en la UNAM''. Dijo que ésta era una demanda no sólo del CGH sino de amplios sectores de la universidad. ''Lo que obligó a la renuncia fue justamente la torpeza de este señor, la pérdida de calidad moral en la conducción de la universidad y la exigencia de sectores democráticos de todos los colores''.

En tanto, Leticia Contreras, integrante de la Comisión de Prensa del Consejo General de Huelga, dijo a título personal que Barnés dimitió al cargo obligado primero por una decisión ''directamente del presidente Zedillo, es decir, de la urgencia del gobierno por resolver el problema en la UNAM'', así como por la presión que ejerció el Consejo General de Huelga.

Consideró que mientras esta decisión de Barnés obligará a ''los grupos de poder'' de la UNAM a aceptar una negociación, también ''centrará toda la presión'' sobre el CGH y advirtió: ''Sentimos que viene dura la cargada contra el Consejo''. Al momento de oficializarse la noticia, una comisión de los huelguistas se trasladó en autobuses a la Casa del Académico con la consigna: ''Lero, lero por culero''.

A su vez, Paulo César Granados, integrante de la Comisión de Contacto y consejero de la ENEP Aragón, también a título personal expresó que la renuncia obedece a presiones de tipo político y que podría complicar aún más la situación, aunque confió en que el CGH ''vea la renuncia como una prueba de la voluntad de diálogo''.

Bolívar Huerta, de la Red de Estudiantes Universitarios, consideró que independientemente de quién llegue a la rectoría la actitud del nuevo responsable de la conducción de la máxima casa de estudios sea de conciliación y de diálogo encaminado a una resolución digna y no violenta. ''Francisco Barnés de Castro sabía lo que enfrentaba antes de aprobar su reglamento y ahora está pagando la consecuencia política de su responsabilidad, y no sólo de él, sino también de sus asesores. Espero que con esta decisión la parte radical del CGH se flexibilice y el conflicto tenga una solución pronta''.

Para el representante del STUNAM ante el Consejo Universitario, Carlos Espinosa, la salida del rector facilitaría el trabajo de la Comisión de Contacto para un acercamiento directo con el Consejo General de Huelga con miras a una negociación ''urgente y eficaz''.

Opinó que ante los antecedentes del conflicto, promovidos directamente por Barnés, la decisión de éste facilita a todos los sectores la posibilidad de un acuerdo y al Consejo Universitario la oportunidad de fortalecer la conducción de la universidad e influir en la elección del nuevo rector.

Asimismo, el dirigente del STUNAM, Agustín Rodríguez, alertó que la renuncia podría prolongar el conflicto de manera innecesaria, aunque el hecho también es una oportunidad para que se designe en la rectoría "a un buen operador político". Al igual que otras voces, Rodríguez sostuvo que en los últimos días la presencia de Barnés era ''muy forzada''.

Por otra parte, el Comité Ejecutivo Nacional del PAN hizo votos porque la salida de Francisco Barnés de la rectoría de la UNAM contribuya a reanudar el diálogo y la negociación, y permita poner fin al conflicto que tiene paralizadas las actividades académicas en la máxima casa de estudios. Demandó que la elección del próximo rector universitario se aleje de intereses partidistas.

Luego de conocer la renuncia que el rector Barnés de Castro presentó ante la Junta de Gobierno de la universidad, Acción Nacional ųa través de su vocero oficial, Juan Ignacio Zavalaų la calificó de ''lamentable'', pero advirtió que una vez que ésta se dio, ''ojalá sirva para acercar a las partes (autoridades y huelguistas) y las puertas de la Universidad Nacional Autónoma de México se vuelvan a abrir, como demanda la mayoría de los mexicanos''.

A lo largo de los casi ocho meses de huelga, la posición de la dirigencia panista no ha variado y han sido constantes sus llamados al diálogo como ''única salida'' al conflicto. Incluso, en la marcha que hace una semana realizaron los estudiantes paristas a lo largo de la lateral del Periférico, Luis Felipe Bravo Mena y Vicente Fox Quesada felicitaron al gobierno capitalino por ''haber impuesto el diálogo'' para evitar desmanes y exhortaron al gobierno federal a seguir por la ruta de la negociación para atender el problema universitario.

Este viernes, el CEN del blanquiazul manifestó que ahora que la comunidad universitaria designe al sustituto de Barnés, ''deberá tener claro que la elección tendrá que estar totalmente apartada de intereses partidistas''.


* Tampoco él pudo cambiar el reglamento de pagos


Dejó Barnés la universidad luego de 2 años y 310 días de rectoría

* Terminó el pase automático y rompió con las prepas populares

Georgina Saldierna y Claudia Herrera Beltrán * Después de dos años y 310 días al frente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Francisco Barnés de Castro abandonó anoche la rectoría, dejando a la institución de educación superior más importante del país sumida en una las peores crisis de su historia: una huelga estudiantil que llega a los 207 días y que ha provocado pronunciamientos que cuestionan la viabilidad de la máxima casa de estudios.

Con su renuncia concluye una gestión de claroscuros que puso fin a 30 años de pase automático y que rompió la relación de la Universidad Nacional con las controvertidas preparatorias populares.

Desde su toma de posesión, el 6 de enero de 1997, el químico fijó la meta que ocasionaría su debacle: modificar el Reglamento General de Pagos. Al igual que sus antecesores Jorge Carpizo y José Sarukhán prometió un sistema de cuotas justo, pero, de la misma manera que los dos ex rectores, fracasó en el intento.

Quedan atrás los severos cuestionamientos que se hicieron a su capacidad para dialogar con los estudiantes y generar consensos entre las distintas corrientes universitarias.

Críticas que, sin embargo, eran impensables al inicio de su administración, pues todo lo que se proponía lo conseguía sin mayor resistencia estudiantil. En su primer año al frente de la universidad, en mayo de 1997, acabó con lo que se consideraba un tabú en la institución: el pase reglamentado a la licenciatura.

Días antes había puesto fin a la relación que durante 28 años mantuvo la UNAM con las preparatorias populares. El rompimiento con estas cuestionadas escuelas tampoco derivó en la movilización de los alumnos.

Era un rector identificado como una persona muy cercana al presidente Ernesto Zedillo y a su antecesor Sarukhán. Incluso, a fines de diciembre del año pasado se ganó el reconocimiento de amplios sectores de la población cuando encabezó a los rectores de las universidades públicas para exigir un aumento en el presupuesto de esas escuelas.

Satisfecha la demanda de aumentar los recursos universitarios, en febrero de 1999 retomó la promesa inicial y presentó una iniciativa al Consejo Universitario para modificar el Reglamento General de Pagos de la UNAM. El documento se aprobó en marzo sin que la comunidad estudiantil tuviera tiempo para discutirlo.

El 20 de abril inició el paro de los alumnos inconformes con las nuevas cuotas, mientras que las autoridades pusieron en marcha las clases extramuros.

Desde entonces, Barnés dijo estar preparado para una huelga larga. El paro dividió a la población estudiantil y generó enfrentamientos entre los que estaban en favor y los que rechazaban la suspensión de clases.

El Consejo General de Huelga exigió un diálogo público, directo, abierto y resolutivo, pero el ahora ex rector se opuso desde el principio a esta demanda, y en cambio creó una comisión de encuentro que fracasó. Ahí comenzó la historia de los frustrados intentos por solucionar el problema y, con ello, reabrir las instalaciones universitarias.

En busca de acabar con la huelga, el Consejo Universitario aprobó el 7 de junio un nuevo Reglamento General de Pagos, que eliminó la obligatoriedad de las cuotas.

Persistió la movilización estudiantil, y presentaron un pliego petitorio de seis puntos, que incluye la derogación del Reglamento General de Pagos y la realización de un congreso universitario resolutivo.

Diversos sectores se pronunciaron sobre el conflicto. Hubo acusaciones de que el problema se politizó y de que los partidos tenían las manos metidas. La Coparmex llegó incluso a exigir el cierre de la UNAM, mientras otros clamaron por el ingreso de la fuerza pública a las instalaciones universitarias. Pero ni las autoridades federales ni las de la ciudad de México accedieron a esas demandas y, en cambio, pidieron la reanudación del diálogo.

Las protestas estudiantiles rebasaron el campus universitario, y las marchas llegaron hasta el Zócalo capitalino, e incluso una de ellas, la del 14 de octubre, derivó en un enfrentamiento con granaderos.

Considerado como el problema más importante que enfrenta el país, el paro estudiantil de la UNAM llevó a la renuncia del rector Francisco Barnés, quien abandona la institución sin cumplir su primera promesa: lograr "un desarrollo armónico y equilibrado" de la universidad y, en cambio, la deja sumida en una profunda crisis.