Ť Exhibirán en el Museo Rufino Tamayo una retrospectiva del monero


Quezada disfrutó de las verdades amargas como si fueran caramelos

Ť La muestra consta de 40 óleos, dos acuarelas y material que publicó en periódicos y revistas

queza 1 Mónica Mateos Ť El mejor de los mundos es aquel donde prevalece el ingenio para degustar verdades amargas como si fueran caramelos. Así lo demostró Abel Quezada con su obra, caricaturas y pinturas al óleo, en las cuales las paradojas de México se convirtieron en humor inteligente.

Cincuenta años de trayectoria periodística y artística de uno de los grandes cronistas mexicanos del presente siglo se exhibirán a partir del próximo 18 de noviembre en el Museo Rufino Tamayo, en la segunda gran muestra que el recinto prepara en honor del "padre" de personajes como Don Gastón Billetes y el Charro Matías.

De "cazador de conejos profesional" en su natal Monterrey, Abel Quezada (1920-1991) se convirtió en estudiante de comercio y administración en 1935, pero al año siguiente, cuando viajó por primera vez a la ciudad de México, abandonó todo por su afición a la caricatura.

También quería ser actor, saxofonista, cantinero, aviador y beisbolista, pero los monos siempre le salieron mejor. Las primeras historietas que escribió e ilustró fueron Idolo rojo y Máximo Tops. A principios de los cuarenta publicó La mula mancera y Primo Becerra, en los cuales su peculiar crítica en relación con la sociedad mexicana ya se hacía presente.

Antes de "aterrizar" en las páginas de Excélsior, diario en el cual se gestó su carrera como el monero más ácido del periodismo nacional, viajó a Nueva York, en 1946, donde ganó un concurso mundial para anunciar un dentífrico.

En 1951 conoció a Renato Leduc, a Juan Soriano y a una joven tan bonita que, relata en su biografía ilustrada, cuando se la presentaron le dijo: ''Mucho gusto, Ƒse quiere casar conmigo? Ella se ofende, minutos después se casan, pero como no llegaron a conocerse bien, hasta la fecha se hablan de 'usted'. Ella es Yolanda R. Quezada".

Los periódicos Esto, Ovaciones y Cine Mundial serían los primeros foros desde donde Quezada empezó a describir y fustigar los absurdos de la vida nacional, los vicios y las mañas del sistema político, y los atavismos culturales de sus compatriotas.

En 1956 es contratado por Excélsior, en el cual "nacieron" el Charro Matías, Don Gastón Billetes y el tapado. En esa época el caricaturista se hace amigo de Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Efraín Huerta, Carlos Monsiváis, Luis Buñuel, Salvador Elizondo, es decir, se convierte en un intelectual, ese grupo de personajes que él mismo definió como "extraños seres que se dedican a escribir textos que sólo leen otros intelectuales.

''Todo intelectual que se estime debe tener una ideología política: en México hay tres clases de ideólogos: los de izquierda, los de derecha y los ideólogos del PRI. Estos últimos gozan de espléndidas aviadurías con tal de que no sean ni de derecha ni de izquierda, ni tengan ideas propias. Su límite ideológico es apoyar las ideas del presidente en turno, sean las que sean.

queza 4 "Los ideólogos de derecha son concanacos y concamines que hacen declaraciones. La pasan muy bien, con sueldos oligárquicos y tratamientos de 'don' o de 'lic' o de 'ing', pues son egresados de universidades derechistas.

"Y los de izquierda son los intelectuales propiamente dicho; los que viven de milagro. Los marginados de toda economía. Los parias de Bucareli''.

En 1958 se publica su primer libro, titulado Cartones. Tres años después, en Nueva York aparece The best of impossible worlds. Para descansar de su trabajo como monero aprende el oficio de pintor: "Puesto que la pintura me gusta como un placer, una distracción, prefiero ser totalmente irresponsable al pintar: no tener ninguna obligación con nadie, ni con la crítica que pudiera meterse conmigo en caso de que yo fuera un profesional", comentó al ser entrevistado, en 1985, por el cineasta Claudio Isaac.

En 1976 es expulsado de Excélsior y de la dirección del Canal 13, pero sus monos encontraron un nuevo hogar en el Novedades. En 1979 publica Los tiempos perdidos y al año siguiente le otorgan el Premio Nacional de Periodismo.

Admirado más allá de las fronteras, Abel Quezada es contratado por la revista The New Yorker a principios de los ochenta. Su obra pictórica es expuesta en los museos Rufino Tamayo (1984) y de Arte Moderno (1985), recintos donde la aplaudieron, porque ųcomo señaló su amigo Alvaro Mutisų sus pinturas pertenecen a una familia por completo distinta a la de sus monos: "En los óleos de Abel Quezada el humor, cuando lo hay ųy no es frecuenteų, aparece como una fosforescencia intermitente, como una señal de alerta que se pierde en el momento mismo en que vamos a descifrar su intención... Sus cuadros nos seguirán llevando de la mano a un mundo tan absolutamente personal e inconfundible, tan calurosamente cercano y sorpresivo, tan válido y sabio, a pesar de su pretendida y maliciosa ingenuidad.

queza 7 "(Mientras que) ...los dibujos de Quezada en los periódicos han sido hechos con otra intención, son flechas disparadas hacia un blanco diferente, cumplieron con corrosiva y lúcida eficacia el papel que su autor les asignó: despertar en sus compatriotas una conciencia determinada hacia problemas, situaciones o crisis de ese momento. Son feroces y geniales pero pagan tributo a ese óxido sin sosiego que se llama 'la actualidad".

En diciembre de 1989 la revista Artes de México dedicó su edición a Abel Quezada e incluyó, entre otros, un texto de otro gran admirador de la obra del caricaturista, Gabriel García Márquez, quien realizó además el prólogo del libro-catálogo El cazador de musas: "Abel es el único pintor dominical que pinta todos los días, y lo mismo de día que de noche. Pinta siempre, hasta cuando duerme, pues a veces despierta en la media noche y toma notas de un sueño para pintarlo al día siguiente. Pinta como respira, terminando apenas para volver a empezar, y en cualquier lugar de este mundo ancho y ajeno que él suele recorrer al derecho y al revés como si fuera minúsculo y suyo".

Abel Quezada murió el 28 de febrero de 1991 a causa de una leucemia diagnosticada siete meses antes, dejando el mejor de los mundos imposibles: cerca de 8 mil piezas (entre óleos y caricaturas), realizadas entre 1936 y 1989, donde México, las ensoñaciones y las nostalgias del artista no pierden su sonrisa agridulce.

(Curada por Alfonso Morales y museografiada por Miguel Cervantes, la retrospectiva que presentará el Museo Rufino Tamayo consta de 40 óleos, dos acuarelas, así como recortes de periódicos, libros y revistas. La inauguración de la retrospectiva Abel Quezada. El mejor de los mundos posibles se realizará el próximo jueves 18 de noviembre, a las 20 horas. La cita es en Reforma y Gandhi, Chapultepec).