Ť Al autor de El aleph se le dificultaba escribir en verso, comenta el escritor
Borges, más intelectual que poeta: Freidemberg
Arturo Jiménez, enviado, Morelia, Mich., 13 de noviembre Ť Qué se puede explorar y encontrar en el joven Borges, aquel que escribió durante diez años anteriores a 1930, y de cuya vida y obra el Borges adulto renegó y quiso borrar del mapa de las letras y de la existencia.
En esas aguas se ha sumergido el poeta y ensayista argentino Daniel Freidemberg, quien platica de ello en un receso del tercer Encuentro Iberoamericano de Creación Literaria, que esta tarde será clausurado luego de cinco días de una orgía con las palabras.
''Borges quiso ser un hombre vital, metido en la vida, y valoraba incluso el morir peleando a cuchillo, como en sus cuentos. Pero él no pudo hacer eso, pues fue un hombre de letras, de libros. Y hasta en su poesía se encuentra, muchas veces, esa contradicción: el hombre frío, intelectual, y el que hubiera querido ser un hombre de acción, de sentimientos y pasiones".
El autor de El aleph, comenta Freidemberg, intentó anular gran parte de su obra creada durante los primeros diez años de escritor. "La anuló, la borró, no quiso saber nada con todo eso, y dijo que no era más de él. Pero todo eso se volvió a publicar hace tres años, después de muerto, lo que se ha considerado una traición a Borges".
Sin embargo, para Freidemberg las cosas pueden ser vistas de otra manera. ''Borges mismo, por los años setenta, dijo que ya ni siquiera se sentía avergonzado de esos textos, porque eran como si los hubiera escrito otra persona. Entonces digo: si no eran de él, tenemos todo el derecho a leer lo que hizo esa otra persona".
ųƑY qué encontraste ahí?
ųDesde el primer ensayo que publicó a los 19 años en una revista francesa, mientras vivía en España, sobre escritores de este país, se observa un trabajo brillante, y ya se nota su estilo: incisivo, fuerte, exacto, siempre de una enorme inteligencia, que se lee con un placer enorme. No obstante, el primer poema que publica es malísimo, grandilocuente, con imágenes estridentes, que no tienen nada que ver con lo que uno imagina en Borges.
Borges, valorado no tanto como poeta sino como cuentista y ensayista, "después de haber estado en la vanguardia y de buscar una poesía llamativa y renovadora, pasa a una poesía muy tradicional, con sonetos, rimas, endecasílabos".
En los prólogos de sus libros él habla de una poesía que se debe sentir física, no intelectualmente. "Es ya el Borges viejo, maduro, no el joven vanguardista. Pero no es lo que él había hecho antes. Además, al mismo tiempo, en otros prólogos, se define como un poeta intelectual".
Luego de recordar que en ese material publicado tras la muerte del gran escritor argentino no hay cuentos, Freidemberg señala:
"Hay un cambio grande de Borges durante los años treinta. Y esta es la idea que me ha interesado indagar. El se consideraba ante todo poeta, él quería ser poeta. Y definía a su poesía como una pasión, como una fiebre mágica del tiempo. Pero no le salía buena poesía. Claro, estaba bastante bien hecha, pero se nota que había un esfuerzo. En cambio, los ensayos, desde el primero hasta el último, son brillantes, extraordinarios.
''Mi idea entonces es que Borges era un hombre con una facilidad enorme para reflexionar, pero cuando tenía que crear belleza con los sentimientos le costaba mucho. Cuando Borges murió, su amigo Bioy Casares dijo: 'era un sentimental de mierda'. Y en realidad lo era, y como toda persona sentimental le resultaba menos arriesgado racionalizar e intelectualizar que escribir sus sentimientos, porque esto lo comprometía más".
Pero, en un momento dado, explica el ensayista, Borges se dio cuenta de que la poesía que escribía no es buena. "Y después de 1930, pasaron tres décadas para que volviera a escribir un libro de poesía, aunque sí se conocieron algunos poemas, aunque tradicionales, a la antigua, sonetos y todo eso.
"Y me di cuenta que Borges hacía eso, porque al trabajar con una medida fija no tenía que preocuparse por expresar algo, por crear una forma poética emotiva. Entonces comenzó a permitirse reflexionar y pensar en verso. Es como una resignación que asumió. Se dio cuenta de que no podía ser el poeta que quería ser. Y en esa resignación sabia, se percató que lo que sí podía hacer era reflexionar en verso".
Freidemberg recordó un ensayo del poeta mexicano Víctor Manuel Mendiola, publicado en La Jornada, donde se plantea que Borges abrió un camino que apenas ahora están siguiendo algunos poetas hispanoamericanos:
"Recuperar la tradición poética, pero no ingenuamente, no dentro del romanticismo, como quien ni se enteró de las vanguardias, sino conscientemente, sin ingenuidad y sin culpa".
Con ese antecedente, en 1935, Borges comenzó a escribir cuentos, aunque tampoco se consideraba cuentista ni quería ser cuentista. Pero esa es ya otra historia, acota Freidemberg.