Ť Jornadas Alarconianas
La luna bailó en la tarde, en el recital de Barro Rojo
Yanireth Israde, enviada, Taxco de Alarcón, Gro., 13 de noviembre Ť Las lunas bailaron sobre la Plaza Borda. Aunque la noche ni siquiera se anunciaba ųpor el contrario, había bastante claridadų fue posible mirarlas en el escenario con sus ropas blanquísimas y un color azul misterio en los labios.
La agrupación dancística Barro Rojo Arte Escénico se encargó de presentar las lunas en plena tarde de viernes y en un foro distinto al originalmente previsto, porque el aguacero del día anterior evitó su presentación en el Centro de Convenciones.
Tal vez resultó mejor así, pues Barro Rojo, dirigido por Laura Rocha, pudo compartir su espectáculo Santos, sombras y otras lunas con un público mayor del que seguramente se hubiera reunido en ese centro, uno de los foros más importantes de estas 12 Jornadas Alarconianas, que sin embargo se ubica lejos de la plaza central y de la gente.
En la Plaza Borda había de todo. Desde los algodoneros hasta los niños que se asomaron curiosos y se quedaron a todo el programa, premiado por cierto en el Festival de San Luis Potosí como la mejor obra elegida por el público.
A la coreografía de apertura, titulada Luna de mil noches, siguió Breve danza para un largo olvido, de Alberto Pérez, una pieza estremecedora en torno al amor, con música de Win Mertens. Los amantes en su loca carrera sobre el escenario lograron convocar a los paseantes, sentarlos, atraerlos hacia los bailarines y conmoverlos con esa locura que acaba siendo siempre el amor.
La agrupación presentó también Rojo en son de ausencia, de Laura Rocha y Francisco Illescas; Deshojar la rosa de los vientos (por estar aquí, para amarte siempre), de Laura Rocha, y Sombra herida, de Francisco Illescas, una danza de roces y vuelos, donde todos los miembros de la compañía ofrecieron a los asistentes una muestra de la poesía de los cuerpos, y poesía escrita también, ya que cada trabajo fue precedido de un texto de Armando García, responsable de la parte dramatúrgica.
La directora de Barro Rojo afirmó que el espectáculo fue diseñado para montarlo en un foro tradicional, debido a que la iluminación es muy importante, "pero también se ha hecho la adaptación para ofrecer funciones didácticas ųcomo estaų en las que se incluye un texto y las transiciones se hacen de otra manera".
En entrevista, señaló que Santos, sombras y otras lunas es un espectáculo de amor y sueños, porque en este clima de fin de milenio resulta pertinente decir que "hay esperanza, que podemos confiar en el ser humano y realizar nuestras utopías".
El canto extravagante del amor
El amor permaneció en el escenario unas horas después de que Barro Rojo se retirara. Margie Bermejo se encargó de propagarlo más, con esa voz de torrente que tiene, y que pudo escucharse en composiciones de Astor Piazzola, Liliana Felipe, Agustín Lara y poesía musicalizada de autores como Xavier Villaurrutia, Octavio Paz y Juan Rulfo, entre otros, con música original de Dimitri Dudin.
Su concierto, titulado El canto extravagante, en compañía del pianista ruso Dudin, contenía de todo: desde canciones llegadoras hasta románticas y reinvindicativas. Con ese repertorio, y con el frío que hacía, lo único que faltó fue un buen trago de tequila.