Al gobierno le llegó la hora de la verdad en su último proyecto de presupuesto. Y enfrenta sus contradicciones con la ineptitud de siempre. El nuevo presupuesto muestra una naturaleza engañosa en sus metas macroeconómicas, equivocadas e inconsistentes, así como en el absurdo planteamiento sobre los recursos para el IPAB.
Las contradicciones y limitaciones del presupuesto afloran por todas partes, y a falta de argumentos, el gobierno recurre al disfraz. El ejemplo más evidente es el capítulo destinado al IPAB. El maquillaje de la SHCP no puede encubrir la profunda cicatriz del ineficaz rescate bancario.
El gobierno solicita asignaciones presupuestarias para el IPAB por 35 mil millones de pesos (mmdp) para pagar ``el componente real del pago de intereses sobre las obligaciones del IPAB''. El objetivo, según la SHCP es evitar que los pasivos del IPAB se incrementen en términos reales, ``induciendo una reducción de dichos pasivos en términos del PIB''.
Una lectura cuidadosa del documento de la SHCP revela que la estrategia es absurda, incluso desde la lógica del mismo rescate bancario por el gobierno y aprobado en connivencia con el PAN.
La SHCP estima los pasivos del IPAB en 725 mmdp. Esos pasivos están afectados por una tasa de interés real (descontando inflación) de 7 por ciento, más una sobretasa de 1.2 por ciento (premio a los banqueros por su infinita paciencia). Los intereses reales a pagar, según la SHCP, son 59 mmdp. Ese monto se pagará con la recuperación de activos del IPAB por 20 mmdp, las asignaciones presupuestarias solicitadas (35 mmdp) y el resto con cuotas de los bancos cubiertas al IPAB.
Según la SHCP en los próximos diez años los pasivos del IPAB y los pagos de intereses correspondientes, como porcentaje del PIB, irán reduciéndose paulatinamente hasta disminuir la carga de la deuda ``con relación a la capacidad de pago de nuestra economía''. Los pasivos del IPAB pasarían de 14 a 9 por ciento del PIB. Y el pago de intereses reales pasaría de 1 por ciento a 0.7 por ciento del PIB.
Pero esas estimaciones carecen de fundamento y dependen de los supuestos sobre crecimiento del PIB y tasa de inflación. Como la SHCP supone un crecimiento sostenido de 5 por ciento del PIB anual para el 2001-2010, e inflación alineada con la de Estados Unidos (2.5 por ciento), parece lógico que los pasivos se reduzcan como proporción de un pastel que crece a ese ritmo y con una tasa de interés real en caída dramática. En términos absolutos, los pasivos del IPAB permanecen sin cambio en esta absurda estrategia del gobierno. Y quedan tres preguntas sin responder.
Primera: ¿Cómo se va amortizar el principal? La SHCP parece olvidar su propia estrategia ilegal al emitir los pagarés del Fobaproa. Esos títulos se emitieron para sanear los estados financieros de los bancos en problemas. Ahora el IPAB debe sustituirlos por otros títulos aceptables en los mercados financieros. Para que esos pagarés tengan aceptación en los mercados financieros, el IPAB debe tener capacidad de amortizar el principal a la fecha de vencimiento, y no sólo los intereses reales. De lo contrario, la recapitalización de la banca seguirá siendo un objetivo inalcanzable.
Segunda: ¿Qué va a suceder el año entrante cuando ya no existan los activos por 20 mmdp que supuestamente va a recuperar el IPAB? El documento de la SHCP no dice ni media palabra, pero la respuesta es clara: el presupuesto de 2000 deberá contener asignaciones presupuestales por unos 50 mmdp para cubrir los intereses reales sobre pasivos del IPAB.
Tercera: ¿Por qué piensa la SHCP que la tasa de interés real va a bajar al ritmo de la inflación en el período de referencia? Eso significa que las tasas nominales bajarían de manera significativa, algo que no se ha podido lograr incluso con reducciones fuertes en la tasa de inflación. En realidad, la tasa de interés real no depende tanto de la evolución del nivel general de precios como de la necesidad de mantener atractivos los rendimientos para los capitalistas extranjeros. Si no se mantiene competitiva la tasa líder, se pondrá una presión insoportable sobre la parida cambiaria.
La incompetencia y oportunismo electoral del gabinete económico quedan de manifiesto en este presupuesto que contiene una advertencia que el país no debe ignorar. Los problemas reales de nuestra economía se han ido acumulando y profundizando. Ninguna solución ha sido adelantada por el gobierno de Zedillo. El Congreso debe rechazar este paquete económico para iniciar la revisión a fondo de la estrategia económica del país.