Ya no saben qué nuevo pretexto ambiental inventar para encubrir poderosos intereses comerciales. Sucede que el grupo ecologista Earth Island Institute (EII) y otras ONG de Estados Unidos buscan que el gobierno estadunidense deje sin efecto su decisión de abril pasado de levantar el embargo atunero decretado unilateralmente contra México y otros nueve países latinoamericanos en 1991. Estados Unidos impuso esa medida alegando que los sistemas de pesca de nuestra flota atunera provocaban una gran mortalidad de delfines. A tal grado que la preciada especie podía desaparecer en unos cuantos años.
El embargo significó pérdidas millonarias para México y fue levantado luego de una larga batalla diplomática y científica durante la cual se demostró que la muerte incidental de delfines había disminuido virtualmente a cero gracias a los nuevos esquemas de pesca. Hoy su población se reproduce de manera constante y no corre peligro de extinción. Por el contrario, abunda en los mares.
Pero aunque el citado EII reconoce a regañadientes que disminuyó la muerte de delfines, ahora alega que los que son pescados accidentalmente por las redes atuneras de los barcos mexicanos, y luego devueltos con sumo cuidado al mar, sufren de estrés o angustia. El grupo no tiene ninguna evidencia científica que demuestre tal cosa, pero dice estar en busca de ella.
Mientras la encuentra, demandó en agosto pasado como ilegal la determinación del Departamento de Comercio de Estados Unidos de levantar el embargo. Sostiene, además, que el atún mexicano no cumple con el etiquetado ``libre de delfín'', gracias al cual se garantiza que ningun ejemplar de dicha especie muere en la pesca de atún, cosa que, por otra parte, los expertos consideran poco menos que imposible. El EII promovió el ``Dolphin safe'' como una marca propia, gracias a la cual las empresas enlatadoras de atún en Estados Unidos y en otros países le pagaban cinco centavos de dólar por cada caja de 48 latas que utilicen ese etiquetado. El negocio se les acabó cuando el gobierno estadunidense resolvió quedarse con el dinero.
Al Earth Island Institute no lo integran más de 15 personas y es patrocinado por la industria atunera del vecino país. Su demanda para dejar sin efecto el levantamiento del embargo puede sorprender la buena fe de organizaciones que no saben de qué pie cojea y a qué intereses inconfesables sirve el EII. Por ejemplo, en algunos países europeos que tienen organizaciones ambientalistas serias y partidos verdes influyentes que no son propiedad familiar. Parece que la pretensión es buscar que Europa, adonde exportamos unas 25 mil toneladas al año, no consuma atún mexicano. Afortunamdamente, allá sufren en carne propia la competencia comercial con Estados Unidos, por lo que es de esperarse que sea ignorado el nuevo alegato del pequeño pero influyente grupo ``ecologista''.
En el fondo de todo este asunto no se halla la defensa de una especie muy preciada, el delfín, sino los intereses de la flota atunera de Estados Unidos. Además, hay sobreoferta mundial del producto, por lo que los precios cayeron casi a la mitad en relación con los años anteriores.
México no reanuda todavía las exportaciones de atún al vecino país, porque el levantamiento del embargo solamente surtirá efecto cuando el gobierno de Estados Unidos publique las reglamentaciones para aplicar las enmiendas a su ley de protección de mamíferos marinos, cosa que se espera haga en estos días. Así, las exportaciones comenzarían el próximo año, con lo cual la competencia será mayor pues nuestro atún goza de fama internacional por su sabor y textura. Decir ahora que los delfines salvados de las redes de pesca sufren de estrés y angustia, es sólo un nuevo intento de la flota atunera estadunidense y sus empresas comercializadoras por controlar más y más el mercado. Si se impone la verdad y no aparece un juez que encubra intereses comerciales con el manto del ambiente, las demandas de los ``ecologistas'' al servicio de intereses privados deben irse a la basura.