La Jornada martes 16 de noviembre de 1999

ASTILLERO ¤ Julio Hernández López

La acerada lengua de don Vicente Fox ha generado ya su propio antídoto: basta con ausentarse escandalosamente de la campaña presidencial del guanajuatense para que toda la metralla verbal con la que suele rociar a quienes no le son gratos sea convertida en multicolor confeti.

Al menos así le ha sucedido a Diego Fernández de Cevallos, el barbado caballero concertacesionador a quien el puntiagudamente calzado Vicente le llegó a reprochar el haberse "echado para atrás" en la contienda presidencial de 1994, frente a Ernesto Zedillo.

Fox, deseoso siempre de alcanzar los más altos registros en cuanto a discordancias, no se contuvo en criticar a Diego en el libro que dictó para que fuera publicado por la editorial Grijalbo: Vicente Fox, a Los Pinos. En ese texto, el candidato presidencial de hoy acusa al del reciente ayer de haberse hundido sospechosamente cuando más alto parecía poder volar. Las referencias de Fox confirman la generalizada sospecha de que no fue accidental ni impensada la manera como fue dejado el camino abierto al priísta Zedillo por parte del ranchero queretano, avecindado en el Distrito Federal, donde ejerce como próspero abogado de negocios en los que lo jurídico colinda con frecuencia con la franja de las influencias políticas.

Acosado de manera permanente por las acusaciones de ser el rey de las llamadas concertacesiones entre el PAN y el PRI, Fernández de Cevallos nunca antes había recibido una descalificación pública tan clara, directa e importante desde el ámbito de su propio partido. Sabidas las diferencias personales entre Vicente y Diego, nunca antes se habían dado, sin embargo, agravios públicos como los aparecidos en el libro antes mencionado.

Por tal razón, Diego se ausentó de manera deliberada del acto masivo que en la máxima plaza taurina del país organizó el sábado recién pasado el partido blanquiazul para que rindiera protesta su candidato presidencial. Entre la algarabía del momento, y las postreras molestias de gar- ganta del protestante empeñado en erigirse en el primer reloj despertador del país (una especie de cucú mañanero con botas), la ausencia de Diego quiso ser disimulada como un gesto personal que en nada afectaría los fervores multitudinarios.

No fue tan sencillo. Diego sigue teniendo en su favor una corriente importante del panismo, y su figura sigue concitando pasiones fuertes dentro de ese partido, en el que cada vez menos gente sabe quién se apellidaba Gómez Morín.

Por ello, el gritón y retador guanajuatense, el amo de los sketches rijosos, el uyuyuy del 2000, ha debido bajarse de los tacones de sus botas y ofrecer enternece- dora disculpa pública al Diego que no será de sus amores pero sí de sus ambiciones electorales: "Retiro todo lo que haya ofendido o agraviado a Diego, y que lo haya impedido de que en este momento se sume a la campaña", dijo Fox, desafortunadamente sin música ni declamaciones de la Rondalla de Saltillo.

Y así, con ese nuevo episodio, continúa la telenovela de los divorcios que se mueven en vaivén entre la reconciliación y el odio, la separación definitiva y la entrega apasionada: véase ahora a Porfirio Muñoz Ledo explorando la posibilidad de inventar una llamada convención electoral opositora que pudiese ayudarle a salir del partido patito llamado PARM y buscar un rencuentro con el perredismo y con Cárdenas; allí sigue Roberto Madrazo, plantado bajo la palmera tropical, reacio a dejarse ver en la selva metropolitana de asfalto con Pancho Labastida; ahora, también, Diego y Vicente están escribiendo su propio capítulo de la hoguera de las vanidades...

Los adversarios y la adversidad

Andrés Manuel López Obrador demostró de manera sobrada que cuenta con el apoyo de la estructura perredista de la capital del país, es decir, con el voto duro de ese partido en el Distrito Federal. La diferencia de votos habida entre el tabasqueño y sus contrincantes en la elección del pasado domingo debería dar por zanjada cualquier discusión posterior, y convocar a todos los participantes a entender que la mejor oferta electoral de este momento para retener el gobierno capitalino es la que encarna el ex presidente nacional del PRD.

No son, sin embargo, los márgenes electorales internos, ni las perspectivas externas, lo que motiva a sus críticos a sostener una campaña de descalificación contra el virtual candidato a gobernar el DF, sino la idea de que por razones de interpretación jurídica pudiera quedar fuera de la contienda debido a su origen tabasqueño y a las polémicas que podría generar la ubicación de su domicilio electoral, ya fuese en Tabasco o en el DF.

Tales adversarios internos están encontrando, obviamente, émulos externos (tal como ayer se mostró Francisco Labastida, cuya voz de candidato oficial del sistema ha anunciado la necesidad de indagar a fondo el asunto de la residencia formal de Andrés Manuel) y están abonando el terreno para la campaña que se viene en contra del perredista.

Asidos de lo presuntamente jurídico, los adversarios internos de López Obrador a- gregan elementos a la adversidad política del PRD. Los tonos del gobierno cardenista no satisfacieron a las mayorías que en 1997 se volcaron en favor del michoacano, y el reposicionamiento del PRI anuncia maniobras de todo tipo para instalar a todo vapor a Jesús Silva Herzog en el gobierno capitalino, como una manera de legitimar el pretendido triunfo de Labastida en el ámbito nacional.

Hoy, a pesar de las evidencias, los adversarios y la adversidad conjugan el mismo verbo, aunque aparezcan pronunciados por diversos labios, y acaso por dis- tintas intenciones.

Astillas: No ha podido cumplir bien con su encargo de gobernar Jalisco, pero Alberto Cárdenas Jiménez ya está convertido en todo un filósofo de la comunicación social. Instalado en su nuevo sitial académico, don Alberto ha convocado a los informadores para que difundan las acciones positivas de los gobernantes, y no sólo lo relacionado con la nota roja. El gobernador Cárdenas Jiménez produjo, en días pasados, una escandalosa nota roja nacional cuando las fuerzas policiacas bajo sus órdenes golpearon a barzonistas en la ciudad de Guadalajara, sobre todo a su dirigente, Maximiano Barbosa. Para desgracia del gobernador panista, su convocatoria (Ƒo memorándum?) a que los periodistas dejen de lado la nota roja se produjo después de la golpiza; de otra manera, ni quien se hubiese enterado de la brutalidad policiaca pero sí, en cambio, de los excelentes boletines de prensa en los que se encomia la grandiosidad del mencionado gobernante y de su obra...Habrán de disculpar sus mercedes, pero en estos días es irresistible para este redactor el asomarse a las páginas electrónicas del termómetro del madracismo, que es el diario Tabasco hoy, en el que convergen varios miembros de la familia Cantón Zetina. En su edición de ayer, el encabezado de primera plana, luego de días de sospechosa ausencia del tema en ese espacio principal, dice: "Fracasados. Ulises Ruiz y Pedro Jiménez no supieron cumplirle a Madrazo". Según la nota, los operadores del tabasqueño le engañaron, fabricándole sueños y gastando millones de pesos. El resultado actual sería, según eso, que Ulises está negociando una senaduría, y Jiménez anda en las mismas danzas...

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