La Jornada martes 16 de noviembre de 1999

Alberto Aziz Nassif
Credibilidad es el juego

ƑQUÉ CAMBIO EN el PRI con su pasada elección interna? En los últimos días hemos asistido a un extraño debate entre ese instituto político y la oposición, en el cual el primero afirma obsesivamente que ya cambió, que hay un nuevo partido, que de ahora en adelante todo será diferente. En cambio, los opo-sitores, también de manera obsesiva, se han dado a la tarea de negar los supuestos cambios, y señalan que nada se modificó, que la elección interna fue en realidad una farsa. Después de los primeros ba-lances sobre la elección interna del PRI las aguas empiezan a recuperar su nivel. Así, hay un eje de problemas que está en discusión: lo nuevo y los cambios frente a lo viejo y las inercias.

Entre las novedades están la propaganda, los impactos de imagen y los discursos oficiales del priísmo, que ahora se han convertido a la democracia. Hay, en efecto, un cambio del PRI que viene desde hace algunos años: se ha convertido en una maquinaria electoral para la competencia, con una estructura territorial y una presencia importante en los medios masivos; al mismo tiempo, como partido gobernante, no ha dejado de gozar del beneplácito y el favoritismo de las imágenes que se construyen en los medios. El día de la elección la nota dominante fue una cuidadosa operación de medios sobre el gran ''éxito'' del PRI. Lo más importante fue dar una imagen de que el experimento "democrático" del PRI había salido bien y con ese blindaje enfrentar cualquier problema posterior. La imagen del ganador y su victoria medida en distritos se hizo para que fuera incuestionable, nueve a uno; sin embargo, la medida de los votos es otra, cinco a tres.

La otra medida fue la de los 10 millones de votos, los cuales no existieron nunca, fueron como un rumor que se dio por cierto. En realidad se trató de nueve, pero se ha generalizado una percepción de que hay una inflación de votos y que los sufragios calculados, que eran alrededor de 6 millones, son los votos reales. Esa percepción se basa en que las casillas del 7 de noviembre se vieron con poca afluencia y que no hubo colas de votantes como para pensar en 9 millones. Frente a esa percepción, que puede ser una hipótesis, sólo hay un manejo interno del proceso, los priístas hicieron todo. ƑPor qué vamos a confiar que ahora las cosas sí se hicieron de forma transparente, cuando siempre han sido de otra forma? El reportaje de la revista Proceso, núm. 1202 documenta ųen voz de los perdedores madracistasų algunas de las múltiples irregularidades en todo el país. ƑDe dónde salió el entusiasmo del voto si la precampaña fue un cuadro de descalificaciones, de promesas vagas y de más de lo mismo? ƑQuién cuidó a los caciques rurales para que no inflaran las urnas y manipularan los votos?

Otro nivel es el de la distribución de los votos. Hay al menos tres niveles: el primero es en donde la maquinaria dio una cantidad de votos semejante a la de la elección federal anterior, se trata de Tabasco y Sinaloa, lugares de los dos principales candidatos; el segundo es en estados también gobernados por el PRI, pero en donde los votos fueron menores a la elección de 1997, y el tercer nivel es donde gobierna la oposición, territorios que tuvieron la menor cantidad de votos, en donde el pasado 7 de noviembre el PRI sacó porcentajes de 50 por ciento o menos, respecto de su votación de 1997, con la que, por cierto, perdieron. De esta forma, considerar que con esta elección ya se tiene la Presidencia de la República en la mano es sólo un buen deseo o un efecto de imagen engañoso.

Finalmente, hay dos actitudes que sirven poco para calcular la política y la sucesión presidencial: la del triunfalismo del PRI para el 2000 y la de la oposición, que apuesta y calcula su estrategia al fracaso y a la división del PRI. El próximo enero se iniciarán formalmente las campañas, y con reglas y árbitro se podrá tener una contienda más equitativa. Por lo pronto, el PRI tiene una buena posición en el arranque, pero todavía falta un buen trecho para las elecciones del 2 de julio, en el cual se van a ajustar todos los cálculos. Por lo pronto, los cambios que ha hecho el PRI no contrarrestan sus inercias, y mucho menos le alcanzan todavía para ganar la Presidencia.