* Nuestra señora de la Soledad, novela con la que rompió su escritura tradicional
El caso Pinochet permitirá sanar las lesiones de un país herido y dividido: Marcela Serrano
* ''Sentí una urgencia muy profunda para que las mujeres de América Latina sacaran su voz''
* Con la detención del dictador, los tribunales chilenos se pusieron a tono con el mundo, señala
César Güemes * Ciertamente podría resultar extraño hablar con la prosista chilena Marcela Serrano de novela negra, pero no lo es. Nuestra señora de la Soledad (Alfaguara), rompe con su forma de trabajo tradicional para provocar que sus personajes protagónicos, siempre mujeres, esta vez salgan de sí para ir al encuentro de la vida al otro lado del espejo, que es decir más allá del umbral de su puerta.
-Esta novela rompe con lo que venía haciendo. Ya no es, digamos, la historia introspectiva, sino que ahora los personajes salen a la vida cotidiana a encontrar allí la existencia, Ƒse cansó de escribir como lo hacía?
-Cuando empecé a escribir nunca programé hacerlo sobre mujeres, sino que resultó así, visceral. Creo que sentí una urgencia muy profunda para que las mujeres protagonizaran no sólo sus historias, sino que sacaran adelante su voz, que estaba muy hundida. Sentí que América Latina era muy masculina en términos de su literatura. Con esa urgencia me puse a escribir sobre mujeres. Pero cuando terminé de hacer la cuarta novela, El albergue de las mujeres tristes, supe que ahí estaba cerrando un ciclo, un registro determinado. O sea, saldé cuentas. Sabía perfectamente que lo que hiciera después de eso, iba a ser otra cosa. Pasé un tiempo sin escribir, muy deliberadamente, como para limpiar el camino que iba a seguir. Y de repente me llegó esta historia. Déjame decirte que es la primera vez que no programo una novela, que no la planifico en notas previas. La fui armando sobre el camino. Y me resultó un ejercicio muy placentero. Creo que es la novela que más goce me ha dado en su escritura. Sentí una libertad enorme.
Fantasía por retraerse
-El diálogo, tomando en cuenta que la protagonista es abogada de profesión, se convierte en una especie de interrogatorio. De esa manera conocemos a los personajes, a partir de que son cuestionados. No es usual el método, Marcela.
-Como la protagonista se convierte en detective, me interesó el tema de la identidad: por medio de las preguntas que la investigadora hiciera a los tipos cercanos de la mujer desaparecida, iba a ir encontrando quién era aquella mujer. Quise inventar un personaje que no tuviera presencia física y cuya densidad o sicología se fuera dando mediante la mirada de otros. Entonces, Rosa, la detective, no tenía más que ir por la vida preguntando, ese era todo su papel y su forma de conocimiento.
-Ya que, según señala, conforme iba haciendo la novela, la descubre, Ƒde algún modo se vuelve la investigadora?
-Sí. Cuando ya tuve claro que iba a hacer una novela, renté una casa en Cuernavaca y me fui allá a escribir. Entonces, además de que trabajaba muchas horas durante el día, todas las noches comenzaba a desentrañar qué era lo que iba a pasar después. Ahí me di cuenta que lo que hacíamos la investigadora y yo era exactamente lo mismo.
-Pero qué curioso: al inicio decía que ya había cumplido un ciclo hasta antes de esta novela y luego que se identificó con la protagonista, la detective. Sin embargo, a quien ella busca es a una mujer que escribe. ƑNo será que también la mujer desaparecida es Marcela Serrano?
-A ver, tengo varias respuestas para eso. Yo quise que la protagonista fuera escritora porque necesitaba hablar de literatura, deseaba hacer un juego de espejos y también reírme un poco de los escritores.
''La segunda respuesta es: la escritora está cansada de los papeles que juega, y ahí creo que podemos encontrar la imagen representativa de cualquier otra mujer, aunque no escriba.
''Creo que Carmen Avila de alguna forma somos todas nosotras, estamos todas muy cansadas de que los hombres no nos acompañen y terminemos siendo hombres y mujeres al mismo tiempo.
''Y como tercer respuesta te concedería que de alguna forma siempre he tenido la fantasía de retraerme, aunque quizá no de desaparecer.''
-Ya que Nuestra señora de la Soledad puede entrar dentro de la novela negra, Ƒqué cercanías tiene con este tipo de narrativa en particular?
-Todo comenzó cuando conocí a Chandler. Y de ahí pasé a Hammett. Luego a James M. Cane. No tenía otro tema de conversación. Alguien me habló de Patricia Highsmith, de quien leí toda su obra. Ella me dejó una huella muy profunda, porque nos hace ver que cualquiera de nosotros puede ser un asesino y que lo único que nos diferencia es si en el momento mismo del acto tenemos o no ''el minuto de piedad". De ahí pasé a P.D. James, fascinante y misteriosa mujer, tanto como Ruth Rendell. Y a Sue Grafton, desde luego. Ahora tengo en mi lista de lecturas a Patricia Cornwell.
-Todo eso, que no es poco, ya digerido, se encuentra en su novela a partir del tratamiento de la protagonista, una antiheroína.
-Es mi forma de hacerle un homenaje a lal novela negra, aunque le falten muchos elementos para llegar a ser una de ellas. De alguna forma, la investigadora puede ser antiheroína: es desencantada, poco glamorosa, cuestionada en su trabajo, tiene problemas económicos y se hace cargo de sus hijos. En fin, las ganas de hacer un personaje así vienen de los personajes de la novela negra, que no de la novela policiaca.
Pinochet y la historia de
la transición en Chile
-ƑCuál es su posición respecto del caso Pinochet?
-Tiene que ser enjuiciado, pase lo que pase; que las razones humanitarias valgan después de la condena. Si es en Chile, mejor.
''Ahora, quiero ser muy específica: lo que nos ha pasado en términos de su detención ha sido importantísimo para la historia de la transición chilena. No sólo porque se acabó la impunidad, sino porque adentro de Chile, y esto se sabe poco, se vive un proceso que tiene varios lados.
''Por una parte, muchas personas empezaron a decir la verdad sobre lo que había pasado, cuando nunca antes se habían atrevido a hablar, como si la sola figura de Pinochet arrestado les permitiera decantar historias que estaban guardadas a un alto precio sicológico. Te doy un ejemplo: conozco el caso de una madre que les acaba de contar a sus hijos, por primera vez, que había sido torturada. Los hijos no tenían ni idea de que la mujer hubiera estado presa alguna ocasión. Esto es, las heridas sanan en la medida en que se exponen.
''Y a nivel objetivo también pasó algo importante: el hecho de que la condena de Pinochet fuera mundial hizo que los tribunales chilenos tuvieran que ponerse a tono con el mundo.
''Comenzaron a pasar cosas inauditas: se reinterpretó la ley de amnistía, se empezaron a formular querellas contra el propio Pinochet, se empezó a investigar casos que jamás se tocaron porque se los daban a los tribunales militares.
''El resultado es que hoy tenemos a cinco militares presos, algo que jamás habíamos logrado antes de la detención.
''A pesar, pues, de que la detención misma produjo una cierta polarización en el país, lo importante de ella es que nos enseñó que las heridas estaban intactas, que habían pasado 25 años y que eso de la reconciliación nacional era mentira, que en tanto no hubiera justicia, las heridas iban a pasar de generación en generación.
''Al final, yo creo en la verdad histórica. Lo que fue apareciendo es la verdad: Chile es un país profundamente herido y dividido. Pero hoy, por fin, existe la forma de sanar. Por fin."