Víctor M. Quintana
El hombre del Fidelan

Algo se oculta en el brillante currículum de Francisco Labastida. Lo saben sólo algunos del primer círculo del poder. Es un mordiente secreto que han compartido el propio Labastida, el profesor Hank , ahora Romárico Arroyo y, fugazmente, Arturo Warman. Aunque las apariencias dicen que todos fungieron como titulares de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, SAGDR, no fue así. Veamos:

La llegada de los tecnócratas al poder disparó una serie de cambios en el organigrama del gobierno federal: desaparición de algunas secretarías de Estado, creación de otras y fusión de algunas más. Desde hace unos años, un grupo de jóvenes funcionarios doctorados en universidades de Nueva Inglaterra comenzó, por encargo del Presidente, una rigurosa revisión de todas las dependencias del gobierno federal. El objetivo: adecuar la denominación y la estructura de cada organismo a sus funciones reales y a sus objetivos verdaderos, no los proclamados .

Para dilucidar las funciones de la Secretaría de Agricultura comenzaron un análisis concienzudo de lo que ha hecho en los últimos años: La SAGDR no ha promovido nuestra soberanía alimentaria: desde que se inició en TLCAN el gobierno ha permitido la entrada de 59 millones de toneladas de granos básicos, con un valor de casi 11 mil millones de dólares, el doble de lo que se produce en México en un año. Nuestra dependencia alimentaria del extranjero se ha acrecentado: importamos ya 95 por ciento de las oleaginosas, 40 por ciento de la carne y 30 por ciento del maíz que consumimos.

La secretaría no ha logrado fomentar la producción: en 1990 se cultivaban 326.7 kilos de granos básicos por habitante, y en 1998, 297.6 kilos, 9 por ciento menos. En la última década el hato ganadero del país cayó de 30 millones a 20 millones de cabezas, y sólo entre 1995 y 1997 el empleo generado en el sector ganadero pasó de 4.7 millones a 4.3 millones de puestos de trabajo.

Ni como agencia subsidiadora ha funcionado la SAGDR: los apoyos a la comercialización, que en 1994 ascendían a 2.777 millones de pesos, cayeron a 528 millones en 1999. El Procampo en 1994 equivalía a 103 dólares por hectárea; ahora a 70 dólares. El gobierno mexicano subsidia al sector con 28 dólares per cápita, mientras en Estados Unidos el apoyo es de 270 dólares y en la Unión Europea de 297.

La dependencia tampoco funciona como promotora de negocios para las mayorías o para el país: incluso los legisladores priístas reconocen que la actual política agropecuaria ha arruinado a 25 por ciento de los productores; los precios de los granos básicos han descendido más de 50 por ciento en promedio y los insumos se han encarecido en 63 durante los últimos tres años. Entre 1994 y 1999 la cartera vencida del sector aumentó 184 por ciento. El déficit de la balanza comercial agropecuaria del país casi se cuadruplicó en esta década.

¿Qué desarrollo rural puede esperarse de todo esto? Las quiebras han invadido a los antes prósperos agricultores y la miseria a los que ya eran pobres. Es en el campo donde se concentra el mayor porcentaje de población en extrema pobreza y donde la desnutrición cobra más vidas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) así lo reconoce.

Ante tanta evidencia, ni los tecnócratas pudieron evitar la conclusión: si el gobierno federal se lo hubiera propuesto no lo hubiera hecho con la misma eficacia: acabar con la agricultura nacional. Por eso, decidieron rebautizar a la secretaría con una denominación mucho más apegada a sus funciones reales: Fidelan: Fideicomiso Liquidador de la Agricultura Nacional. Y le dieron una estructura de fideicomiso: lo encabeza un presidente: el secretario de Hacienda. Hay un consejo de administración donde el titular de Comercio cobra especial relevancia como promotor de importaciones agropecuarias. Y lo que era el titular de la SAGDR viene ahora a ser el Secretario Ejecutivo del Fidelan.

Hubiera sido muy antipopular, incluso ante la sumisa CNC, revelar el nuevo nombre y estructura de la SAGDR. Por eso se han mantenido en secreto desde hace dos sexenios. Y los pocos enterados se preguntan: ``...¿qué no hará Labastida como Presidente de la República si pudo hacer tanto como secretario ejecutivo del Fidelan?