* "La venganza genera más violencia": Rivera Carrera
La Iglesia, contra la pena capital, aun en los casos de abuso infantil
* "La justicia no siempre puede ser totalmente justa": obispo Cepeda
José Antonio Román y Javier Salinas, corresponsal * La Iglesia católica rechazó abiertamente cualquier intento de implantar la pena de muerte en el país, aun cuando la sociedad se sienta indignada frente a la muerte, prostitución y maltrato de niños como casos que indignan de manera especial.
Varios jerarcas eclesiásticos dieron ayer su opinión en torno al tema. El arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera, señaló que la "venganza engendra más violencia", mientras que el obispo de la diócesis mexiquense de Ecatepec, Onésimo Cepeda, señaló que la instauración de dicha pena no resolvería el problema de la delincuencia, además de que "desgraciadamente, la justicia no siempre puede ser totalmente justa".
La polémica en torno a la pena de muerte resurgió luego del asesinato del bebé Braulio Suárez Peredo, para cuyos homicidas voces de diversos sectores han pedido la pena de muerte.
En cambio, el arzobispo de Yucatán, Emilio Berlié Belaunzarán, exhortó a los legisladores a crear un marco legal adecuado para dar protección a los menores contra todo tipo de abusos y explotación, aunque también descartó la pena de muerte como sanción para quienes cometan delitos contra la infancia.
Dijo que el trabajo legislativo en México debe privilegiar las iniciativas que buscan proteger a los niños víctimas de abuso y explotación, en especial de índole sexual. "No hay que dejar rezagadas iniciativas que tienden a mejorar la situación de esos niños, pues todos debemos tener esa sensibilidad para proteger al más desvalido".
En su misa dominical, el arzobispo primado de México rechazó abiertamente cualquier intento por implantar la pena de muerte en el país.
Dijo que la paz es obra de la justicia, "pero sin quitar un ápice a la necesidad de la justicia para obtener la paz, hay que enarbolar sobre todo la bandera del amor, si queremos vivir en armonía".
Agregó: "Si queremos implantar el reino de Cristo trabajemos por alejar de nuestras fronteras toda clase de injusticia, violencia y odio. Para el súbdito de Cristo no vale el eslogan si quieres la paz, prepara la guerra, sino el de si quieres la paz, establece el amor y el desarrollo, o sea, el amor traducido en obras que transformen y dignifiquen al ser humano".
El cardenal Rivera propuso que en vez de caer en la tentación de pedir venganza, individuos y sociedad en general deben decidirse a ser heraldos de la vida humana en primer lugar, pero también de la vida en todas expresiones: animales, plantas, agua, aire y todo aquello que nos da vida.
"Cuánta complicidad encierra seguir aplaudiendo proyectos y programas contra la vida humana, cuánta complicidad pesará sobre nosotros si seguimos fomentando la difusión de la violencia. No nos asustemos de cosechar tempestades si estamos sembrando vientos".
Ya en breve entrevista posterior, el prelado reiteró su postura contra la pena de muerte, que no se puede aceptar ni aún en el caso específico de quienes asesinaron al bebé Braulio, de ocho meses de nacido.
--ƑQué se les puede decir a los padres de este bebé?
--Para ellos nuestra cercanía, nuestro amor y nuestra comprensión, porque ciertamente es el dolor más grande que pueda tener un padre de familia.
-- ƑEntonces, que la sociedad siga confiando en la justicia?
-- Yo creo que tiene que confiar, y nosotros debemos hacer lo posible por que realmente la justicia llegue a nuestro país-- respondió el cardenal, quien dijo que hasta ahora la pena máxima, acorde con la ley, es de 40 años de prisión, por lo que ni siquiera modificando en este momento la ley se podría aplicar la pena de muerte, debido a que ésta no es retroactiva.
Durante su homilía, el arzobispo primado dijo que la "realeza" de Cristo debe entenderse sin confundirla con las realizaciones concretas de un régimen político o con una forma de Estado, pero tampoco debe separarse tanto de la realidad histórica que resulte algo etéreo o demasiado espiritualista.
Señaló que para entender bien el reino de Cristo, la Iglesia actual debe superar el integrismo tradicional, que quisiera la reconstrucción de una cristiandad al estilo medieval con alianza estrecha entre el poder tem- poral y el eclesiástico.
"También tiene que superar el radicalismo de las ideologías contemporáneas que esperan la realización del reino justificando el socialismo o el capitalismo en nombre del Evangelio y exigiendo ser socialista o capitalista en nombre de la fe".
Por su parte, el obispo Onésimo Cepeda, también presidente de la comisión de Comunicación Social del Episcopado, insistió en que la pena de muerte no resolvería el problema de la delincuencia, y sí se corre un enorme riesgo de que la justicia se equivoque sin margen para poder reparar el daño, además de que la pena máxima también podría prestarse a venganzas hasta de tipo político.