Alberto Aziz Nassif
La fragmentación: Ƒuna segunda oportunidad?
Uno de los criterios que define a un sistema de partidos plural y competitivo es su número de integrantes. Con más de dos partidos se entra a la categoría de multipartidismo, la cual puede ir desde lo moderado, un sistema de tres a cinco partidos, hasta una fragmentación más radical, en donde pueda haber más de seis opciones. México ha tenido un proceso de formación de partidos en donde la competitividad ha crecido, se ha generalizado, y los partidos se han multiplicado. Hoy tenemos 11 partidos con registro.
La próxima sucesión presidencial ha generado un crecimiento de las candidaturas, por lo pronto ya hay seis candidatos a la Presidencia de la República: Fox, Cárdenas, Muñoz Ledo, Labastida, González Torres y Camacho; y se podría decir, más lo que se acumule esta semana, porque todavía faltan por definirse algunos de los nuevos partidos. La fragmentación puede ser positiva en términos de pluralismo, pero en un sentido estratégico de apoyar un proyecto de cambio en el país, resulta negativa. Después de que la posibilidad de hacer una alianza opositora amplia fracasó, la lógica de la fragmentación se impuso. En estos días hemos visto que la siguiente fase de hacer dos coaliciones de oposición, una de centro izquierda y otra de centro derecha, tampoco parece factible. Una impresión que se puede sacar de este panorama es que el PRI ya hizo su elección interna y le salió más o menos bien, y que en el arranque quizá está en mejores condiciones que las que tenía en 1997; por otra parte, el polo opositor está dividido en sus dos grandes alternativas, pero al mismo tiempo, los nuevos partidos pulverizan más el sufragio al sacar un conjunto de candidaturas que seguramente tendrán pocos votos. En esa lógica sólo falta saber quién le va a quitar votos a quién. La conclusión inmediata puede ser que, tanto el marco legal restrictivo para hacer coaliciones, como la falta de capacidad política de la oposición y el protagonismo de sus candidatos, propician esta fragmentación.
Sin embargo, se abre una segunda posibilidad para aprovechar esa fragmentación inicial a partir de los registros y el inicio de las campañas. Cada partido tendrá una cantidad de recursos económicos y políticos ųmuy desigualesų que pondrán en operación. En materia de financiamiento público de los partidos hay tres grupos: los grandes (PAN, PRD y PRI), que tendrán entre 600 y 900 millones de pesos; un segundo grupo de dos partidos (PT y PVEM) que tendrán entre 200 y 230 millones de pesos; y el de los seis nuevos que contará con unos 50 millones de pesos cada uno. Cualquier alianza registrada como tal antes del 10 de diciembre hubiera penalizado a los partidos coaligados y les hubiera dejado sólo los recursos y el tiempo en medios de un solo partido. Sin esa posibilidad ahora todos compiten contra todos. El escenario de la segunda oportunidad es: después de los primeros meses de campaña en el año 2000 las aguas de las preferencias tomarán su nivel y la ciudadanía ubicará a cada candidato con un porcentaje determinado. En ese momento se abrirá una segunda y última oportunidad para resolver y aprovechar esta fragmentación inicial. Se podrán hacer acuerdos de hecho y entonces los candidatos de la oposición que no hayan logrado una buena aceptación tendrán la opción de hacer un pacto y declinar a favor del candidato puntero e incluso hacer lo mismo con el Congreso. Esta opción sería muy digna para cualquier candidato que no vaya punteando en las preferencias y podría contribuir a fortalecer una estrategia de alianza y de gobierno. A falta de tener un mecanismo de segunda vuelta y mientras las reglas que penalizan la formación de coaliciones no cambien, esta opción pragmática puede fortalecer a la oposición.
En caso de que esta situación no pueda llegar a relizarse, entonces las consecuencias de la fragmentación se harán sentir y los candidatos y partidos recibirán las facturas ciudadanas. La opción de la partidocracia, resistir hasta el final para conservar el registro y repartir unos cuantos puestos y unos cuantos cheques, fortalecería un escenario pesimista para la oposición. Además, el país tendría que soportar la permanencia del "nuevo" PRI, siempre con comillas, que a pesar de todo no ha olvidado cómo hacer fraude electoral, y para muestra se puede ver el reciente caso de Pachuca, donde se alteró una casilla para darle la vuelta al marcador. Ya veremos...