Ť La UNAM, las formas zedillistas
Ť La misión, desgarrar al cardenismo
El asunto de la UNAM se ha convertido en un juego de poder, donde el gobierno de Ernesto Zedillo utiliza la forma para agitar el fondo.
Con el engaño en la izquierda, pretende encajar, con la derecha, la espada en el corazón de la Universidad, para cumplir el proyecto que hoy tiene en peligro a ese centro de estudios.
Francisco Barnés de Castro se fue en el último minuto. Resistió o le hicieron resistir contra viento y marea, incluso en contra de su propia voluntad, hasta que el gobierno alcanzó el nivel de destrucción en el tejido social universitario suficiente para lanzar el contrataque.
Pero no sólo en la Universidad. El proyecto del gobierno debería impactar la organización perredista para destrozar uno de los caminos más francos abiertos por esa organización. Dividir, desgarrar al cardenismo era la misión.
Sabedores entonces del interés de ese partido en la UNAM y del momento generacional por el que atraviesa --durante los últimos años de la UNAM egresaron un gran número de cuadros para ese partido-- trataron de implicarlos en negociaciones peligrosas para el futuro inmediato del PRD.
Y así fue, los cuadros perredistas, casi en su totalidad, están ya fuera de la UNAM. Su presencia, por eso, es poca y acusó flaquezas, elementos suficientes para crear corrientes adversas entre los estudiantes y gestar una división que ahora parece irreconciliable.
De esa manera, el primer punto de una táctica con varias vertientes cobraba forma.
Luego, el gobierno tiró el anzuelo. Aunque sabían que la presencia del PRD no era la misma de otros tiempos, jugaron a tomarlos como interlocutores de un conflicto donde sólo eran parte, minoría incluso, de un todo mucho más beligerante y cohesionado a partir de las provocaciones salidas de la rectoría.
Aun así, buscaron llegar a acuerdos, no para buscar soluciones, sino para hacerlos cómplices del proyecto gubernamental en contra de la universidad y sus alumnos, y después exhibirlos.
Urgía el aval del PRD para tomar, seguramente, las decisiones más duras en contra de los paristas, y casi lo lograron.
El plan abortó, pero la Secretaría de Gobernación hizo uso de todos sus medios para sembar la duda sobre la participación del PRD en acuerdos espurios.
Y entonces aparecieron los 10 millones de votos, el candidato del PRI a la Presidencia de la República y el sonriente, nuevo y bien aleccionado rector De la Fuente. Todo bien aderezado por el PRI y su Presidente en Los Pinos.
Pero De la Fuente no es remedio, digamos que ni aspirina. De la Fuente es parte del mismo proyecto de nación atado a los intereses de una de las más reaccionarias derechas en el país, la de la UNAM.
Barnés de la Fuente o De la Fuente Barnés, no hay diferencias en lo esencial. Ni uno fue ni el otro irá, por ejemplo, al congreso universitario resolutivo, tan importante para fundamentar un nuevo pacto entre la comunidad de esa institución, y ninguno de ellos irá en contra de las ideas de la ultraderecha, porque forman parte de ella. Así que para ver la solución del paro seguramente tendremos que esperar ¿otros siete meses?
El tiempo ya no parece ser factor. Desde la ultra parista también se sigue la corriente. Ahora se descubre parte importante del juego. Los estudiantes, dice El Mosh, quieren la autogestión, y con eso se carga otra piedra al conflicto y todo sigue favoreciendo al gobierno, al que le disgusta la universidad para todos.
Seguro, el gobierno quiere a la UNAM aislada, envejecida, herida de muerte, porque no le conviene en lo político, no le conviene al proyecto tecnocrático, y no le da la gana a Zedillo. ¡Qué barbaridad¡
El Negro Diamante
El candidato a la Jefatura de Gobierno del PRI ha hecho cuando menos un par de berrinches porque los reporteros prefieren hacerle una entrevista banquetera y abandonar los actos de campaña que escuchar sus discursos.
Y es que, según los informadores, el candidato del PRI no tiene nada que decir ni nada serio para ofrecer a los pobladores de la ciudad. ¿Será cierto?
Ni modo.
Qué triste es ver al amigo traicionarse, matar su conciencia para evitar reclamos, pero qué bueno que existan los traidores, ¿qué sería sin ellos de la historia?