La Jornada sábado 27 de noviembre de 1999

BALANCE INTERNACIONAL Ť Gerardo Fuji
Más exportaciones y más importaciones

La Secretaría de Comercio ha emprendido una campaña de difusión orientada a mostrar los éxitos del país en el campo de las exportaciones. Esta campaña destaca dos hechos: por una parte, el muy elevado ritmo de crecimiento de las ventas de productos nacionales al exterior y, por otro, el cambio en la composición de las exportaciones, las que actualmente están dominadas por los productos industriales. Se afirma que este dinamismo exportador repercute positivamente sobre la creación de empleos y sobre los ingresos de la población, dado que la industria genera más valor agregado que otras actividades y que los salarios que perciben los trabajadores industriales son relativamente elevados.

Efectivamente, durante la última década, el comercio exterior del país experimentó el cambio de enorme magnitud que está difundiendo la Secretaría de Comercio. Sin embargo, esto constituye sólo la mitad del asunto. Junto con el crecimiento y cambio en la composición de las exportaciones han aumentado dramáticamente las importaciones del país, lo que determina que el balance comercial no haya dejado de ser negativo para el país, excepto en los años en que registran caídas muy profundas en el nivel de actividad económica, tal como sucedió en 1995 y 1996. Cuando la economía comienza a recuperarse ųcomo está ocurriendo desde 1997ų no obstante que las exportaciones están creciendo mucho, se empieza a registrar un déficit comercial creciente que limita el crecimiento, dado que el aumento de las importaciones supera al de las exportaciones. De tal manera que si, tal como afirma la Secofi, México es el mayor exportador de América Latina, también es el mayor importador de la región.

Parte muy importante del dinamismo exportador del país lo explica la industria maquiladora, por lo que las crecientes ventas al exterior necesariamente generan más compras en el extranjero. Por lo tanto, si bien este sector es importante en términos de generación de empleos, por el hecho de estar procesando insumos de origen importado, no está en condiciones de hacer un aporte importante a la generación neta de divisas.

Si al déficit comercial se le añade el hecho que el balance de servicios siempre es negativo para el país, se llega a que el balance en cuenta corriente, incluso en años tan negros para la economía nacional como 1995, nunca ha dejado de ser negativo. Esto determina que el país tenga que atraer capital extranjero con el propósito de financiar el déficit en cuenta corriente, lo que obliga a mantener una tasa de interés significativamente más elevada que la de Estados Unidos, por ejemplo, con el consiguiente efecto depresivo sobre la inversión y el crecimiento de la economía.

La magnitud y la diversidad de las importaciones del país abren grandes posibilidades para ampliar la producción interna que las vaya desplazando, con lo que se podrá ir reduciendo la brecha externa que está generando el tipo de crecimiento exportador que se ha seguido. Sin embargo, el adoptar esta dirección exige tener muy en cuenta que, en las actuales circunstancias, no es posible ni deseable reditar las políticas de sustitución de importaciones que el país conoció en el pasado. Por una parte, su pertenencia a la Organización Mundial de Comercio y los acuerdos comerciales que ha firmado con muchas naciones determinan que no se pueda definir una política comercial protectora de cualquier actividad nacional. Pero las restricciones que el país enfrenta en el campo de la especificación de la política comercial no significan que no se pueda poner en práctica otros instrumentos de política económica orientados a promover determinadas actividades. Por otra parte, de ninguna manera es deseable la repetición de la política de sustitución de importaciones a ultranza, dado que conduciría a generar una planta productiva ineficiente que significaría un lastre para la economía nacional.