NAFIN: JUBILACIONES INMORALES
De acuerdo con información proporcionada por Nacional Financiera a la comisión especial de la Cámara de Diputados que investiga el sistema de pensiones de esa banca de desarrollo, mil 185 ex funcionarios serían beneficiarios de cuantiosas jubilaciones similares a la otorgada al secretario de Hacienda y ex director de Nafin, José Angel Gurría, en 1994, a los 44 años de edad y 20 de servicio. Oscar Espinosa Villarreal, quien fuera regente del Distrito Federal y actual titular de Turismo, destaca en la lista como el jubilado más joven, pues goza de este beneficio desde los 40 años, con una breve carrera de seis años como servidor público. Otros ex funcionarios que manejaron las finanzas del país, como David Ibarra, también aparecen en el listado.
La referida comisión legislativa indaga la legalidad de dichas pensiones ante la sospecha de irregularidades que suscitan los datos sobre la edad y la antigüedad laboral de los beneficiarios. Si bien aún no se conoce con certeza los montos de las jubilaciones, se dice que la del titular de Hacienda, quien además cobra un sueldo como funcionario en activo, es de un millón 127 mil pesos anuales. El contraste entre estos ingresos y los que percibe la mayoría de los trabajadores mexicanos es inadmisible. Mientras la población en general gana sueldos regidos por un salario mínimo indignante, pues difícilmente alcanza para cubrir satisfactoriamente las necesidades básicas de una persona, y mucho menos de una familia, a los responsables de las finanzas públicas -responsables, a fin de cuentas, del desastre económico que padece el país desde hace por lo menos tres sexenios- se les otorga sumas insultantes.
La situación es aún más irritante si se la compara con la de millones de jubilados de los sistemas de la seguridad social, quienes reciben apenas uno o dos salarios mínimos mensuales como retribución de toda una vida de servicio. Esto sin contar con las dificultades a las que se enfrentan cada vez que acuden a cobrar su pensión: el desplazamiento desde lugares apartados hasta los bancos o centros de pago; los malos tratos de que son objeto al cobrar, entre otras. Durante sexenios este sector de la población ha escuchado la misma excusa del gobierno: la falta de dinero para mejorar el sistema de jubilaciones, debido al costo de las crisis recurrentes. Tal excusa resulta, ahora más que nunca, inadmisible, vista la escandalosa bonanza de la que gozan los funcionarios públicos, particularmente los que laboraron en el sector financiero o la banca de desarrollo.
Cabe recordar que cuando el presidente Ernesto Zedillo asumió el cargo, el primero de diciembre de 1994, advirtió a los integrantes de su gabinete que el gobierno no sería "un lugar para amasar riquezas", y pidió a sus colaboradores vivir en una "medianía republicana" de inspiración juarista.
Por razones elementales de ética política y humana, la presente administración tendría que ser congruente con esta promesa inaugural y corregir los abusos manifiestos en el otorgamiento de jubilaciones a altos funcionarios por parte de Nafin.
|