Arnoldo Kraus
Salud ¿qué dicen los médicos mexicanos?
Este primer párrafo ha sido muy complicado. El título también lo fue pero, al llegar al punto final lo sortee. Es decir, no había otra opción. ¿Puede La Jornada publicar un artículo decapitado? Los vericuetos de este primer párrafo se reducen a conflictos entre palabras y prioridades. Fueron también intríngulis personales y/o interpretaciones de otras voces médicas. El abecedario de estas inquietudes e ideas, incluyen, en desorden, como tantas cosas en México, las siguientes reflexiones: continuidad, kafkiano, ilógico, sin razón, subsecretarios de salud, medicina, ¿administración o salud?, prioridades, compadrazgos, deudas, Tercer Mundo, y un etcétera muy especial que contempla muchas desazones de la razón.
Mi sesgo médico asevera que la prioridad número uno de cualquier ser es la salud. Bienes críticos como escuela, libertad, alimentación e incluso la moral dependen, en grados variables, de la salud del individuo. La razón me dice que a Juan Ramón de la Fuente se le escogió como secretario de Salud, entre otras características, por ser médico. La lógica me permite concluir que los tres subsecretarios actuales -Roberto Tapia Conyer, José Narro Robles y José Ignacio Campillo García-, que acompañaron a De la Fuente durante su trayecto, son entes que han cumplido y que seguramente adquirieron maestría y conocimiento acerca de la salud de los mexicanos. Y, finalmente, varios de los índices sobre la salud de las mayorías me permiten concluir que, a pesar de los esfuerzos y no pocas mejoras, en México, la salud es una misión incumplida; no me gustaría subordinar mi salud a lo que se le ofrece a los cuarenta o sesenta millones de connacionales pobres.
Si sumo mis aseveraciones -sesgo, razón, lógica e índices de salud- la adición resulta una operación imposible: ¿por qué se escogió a una persona ajena a mi ecuación como nuevo secretario de Salud? Ni restando, ni dividiendo, ni multiplicando, ni acudiendo a sofisticados programas de estadística, las cuatro variables logran conciliarse.
Si bien la salud es un problema muy complejo que reúne saberes médicos, económicos, administrativos, ecológicos y muchos otros, no es deseable que la Secretaría de Salud sea ocupada por un no médico. Al menos así piensan la mayoría de los doctores.
El orden en la medicina y en la prevención de las enfermedades tiene una secuencia lógica que parte del entendimiento de las causas de éstas. A la enfermedad se le conoce por la escuela de medicina, por los pacientes y por los estragos que se producen en la población cuando no se acerca o impide el paso de agentes nocivos para la salud. Hay que estar con la enfermedad para entender sus significados y comprender sus retos. En salud no es fácil saber las prioridades: ¿transplantar a quien lo requiera o insulina ``para todos''? Asir la enfermedad y desglosar sus rutas requiere caminos y destrezas que, insisto, parte exclusivamente del ser médico.
Es más factible acoplar las necesidades urbanísticas, económicas y administrativas que mejoren la salud a partir de la medicina que lo inverso. No conozco administradores que sepan lo que debe hacerse con el sida, el cólera, la desnutrición o los retos que plantean la calidad o no de las nuevas maquiladoras de fármacos. Quizá por eso en México los secretarios de Salud han sido siempre médicos. Quizá por lo mismo, la inmensa mayoría de sus símiles en otros países, en la OMS o en ONUSIDA son doctores cuyas capacidades se incrementan, por supuesto, por economistas con estudios en salud, ingenieros con destrezas en la construcción de clínicas y especialistas en población. Planteo un escueto y forzado corolario: la no siempre lógica de la enfermedad y sus difíciles preguntas se confrontan mejor a partir de la lógica del conocimiento médico.
Se sabe que el nuevo secretario, José Antonio González Fernández, tiene alguna experiencia en salud pues ocupó la dirección del ISSSTE. Pero, ¿qué hacer con las líneas previas?, o, en el mismo tenor, ¿qué hacer con la razón? O bien, ¿con el pensar de los galenos que laboramos en el sector gubernamental? El segundo corolario, no forzado, es más sucinto: ¡Eureka! opinaron los médicos ante la designación del nuevo secretario. ¿Por qué no algún subsecretario u otro médico imbuido en la salud y en la Ssa? Esa vieja frase México, país de sexenios, es muy, muy vieja (por los sexenios), pero muy, muy actual.
La enfermedad y sus caminos son retos tan enormes que no hay, ni habrá nunca, país que pueda prevenir todo lo previsible. En los países pobres prevenir y curar es un reto inmenso, casi imposible. ¿Por qué no respetar los andares médicos previos? ¿Qué hacer con la brega añeja de los subsecretarios? Ese primer párrafo fue tan difícil como la última línea. Me refugio en una pregunta compartida: ¿qué dicen los médicos mexicanos?