Ť La Interpol indica que hay 14 mil 500 piezas robadas en el mundo


El tráfico de arte, tercera actividad ilícita más lucrativa; Japón y EU, los grandes mercados

Ť Más de 90% de los robos es perpetrado por bandas organizadas que trabajan por encargo

Miryam Audiffred Ť El mercado de arte ocupa el tercer puesto en el ranking mundial de ganancias ilícitas, sólo superado por el negocio de las drogas y el armamento. Según especialistas extranjeros, el tráfico de obras plásticas y reliquias arqueológicas ha llegado a tal magnitud que existen, en el ámbito internacional, cinco rutas para trasladar de manera ilícita piezas prehispánicas y arte colonial hasta los dos grandes mercados de coleccionistas: Japón y Estados Unidos.

No hay barreras morales ni geográficas para los traficantes. Datos conservadores de la Interpol indican que en la actualidad hay 14 mil 500 piezas robadas y que, de éstas, la mayor parte corresponden a Estados Unidos y Canadá.

Por si fuera poco, se asegura también que más de 90 por ciento de los robos son realizados por bandas de delincuentes organizadas, que trabajan por encargo y que tienen la encomienda de enviar las piezas al extranjero.

De acuerdo con Karine Gustot ųrepresentante del sistema británico Art Lost Register, que vino a México a participar en la conferencia sobre el tráfico ilícito de bienes culturales robados en Américaų, más de 25 por ciento de los objetos recuperados el año pasado fueron localizados en países ajenos al que generó la demanda. ''Desgraciadamente ųdiceų estamos seguros de que esta situación se fortalecerá a lo largo del próximo año, debido a las facilidades de traslado y a la poca preparación que presentan los agentes aduaneros".

México, uno de los más saqueados

Si bien México es, en palabras de Giovanni Pastore, subcomandante de los carabinieri de Roma, el penúltimo eslabón de una cadena de tráfico internacional que lleva piezas de Italia a Estados Unidos, lo que caracteriza al país es el hecho de haberse convertido en una de las naciones más saqueadas del continente americano.

No obstante la escasez de datos proporcionados por Interpol ųque sólo consigna en su catálogo 28 objetosų, el titular del Consejo Nacional de Arqueología, Joaquín García Bárcenas, enfatiza que México ''es uno de los mayores exportadores de bienes culturales en el ámbito mundial; sobre todo por las actividades que se realizan ilegalmente y por la magnitud de los saqueos que son hechos a sitios arqueológicos''.

Para poner un ejemplo de ello basta señalar que apenas ayer fueron repatriados dos metates de piedra decomisados en la fronteriza ciudad de Douglas, Arizona, cuando contrabandistas intentaron introducirlas al país de forma ilegal. Según las autoridades estadunidenses, la piezas fueron entregadas a México en acatamiento a un tratado bilateral firmado entre ambas naciones en 1971, para la devolución de este tipo de objetos.

Pero la "gravedad" de los robos cometidos al patrimonio nacional no se aprecia en la base de datos de la Interpol, ya que la totalidad de las piezas registradas corresponde a la categoría de arte sacro, pues se trata de vírgenes, santos de madera y ex votos. No hay una sola pieza prehispánica reportada por las autoridades; lo que significa que nada ha sido tomado de los 200 mil sitios arqueológicos que hay en el país.

sarabia-sepulveda-fajardo-jpg Los 15 reportes que este año recibió la Unidad de Arte de Interpol son, en su mayoría, pinturas de los siglos XVI al XIX, explica la directora de Conservación del INAH, Magdalena Morales.

El arte llega a las masas

Especialistas de Francia, Inglaterra, Italia, España y Suiza reconocen que es ''casi imposible'' tener un registro más o menos real de los robos y falsificaciones que se dan en el ámbito artístico.

Por eso, durante la conferencia sobre Tráfico ilícito de bienes culturales robados en América, que concluyó ayer en el Museo Nacional de Antropología, se decidió exigir a las casas de subasta que muestren sus catálogos antes de realizar cualquier evento. No hay que olvidar antecedentes como el libro Sotheby's, the Inside Story que, escrito por Peter Watson, demostró que 80 por ciento de las antigüedades vendidas por esa casa de subasta entre 1990 y 1996 no tenían un claro registro de propiedad.

Irónicamente, la espiritualidad que reina en las distintas producciones artísticas se ha ligado cada vez más a todo aquello que la contradice: la guerra, el narcotráfico y, por ende, el lavado de dinero.

Las policías internacionales aseguran que los museos de todo el mundo están llenos de obras robadas o de dudosa autoría, situación que es fácil de creer si se piensa que, tan sólo en Italia, se han localizado 68 mil piezas artísticas falsas y se ha detenido a casi 4 mil personas involucradas en casos de imitación.

El mundo del mercado del arte está lleno de discrecionalidad, reconocen los participantes. No se habla de precios, las aseguradoras cometen errores constantemente y nadie dice con certeza de dónde provienen las obras. ''Se trata de un mercado que mueve cientos de millones entre muy pocos y a la mayoría le encanta el ocultismo'', subraya el escritor y crítico de arte Josu Iturbe.

Como siempre se soñó, el arte llega a los titulares de los periódicos y "lamentablemente" lo hace en un total "descalabro", porque en vez de hablar de los artistas y sus temas, de los estilos o las épocas los medios de comunicación, hacen énfasis en delitos, falsificaciones y casos escandalosos.

''Vivimos momentos de crisis'', considera Iturbe. "El artista ha entrado en la competencia por el éxito, obras apenas incipientes llegan a los museos y los creadores se parecen cada vez más a las estrellas de rock".

La apreciación se convierte en consumo y, mientras se legitiman obras por moda, la gente se pega al periódico o al televisor para hablar sobre la obra de arte más cara de la historia ųEl retrato del Doctor Garchet, de Vincent van Goghų adquirida por el multimillonario japonés Saito en 71.5 millones de dólares.

La pintura desapareció tras su muerte. ƑSe trató de un robo? Las malas lenguas dicen que, literalmente, se lo llevó a su tumba y no precisamente por un amor romántico a la obra, sino para evitar heredárselo a sus hijos y tener que pagar cerca de 40 millones de dólares al fisco.