MAR DE HISTORIAS
Cuando se acerca el fin
* Cristina Pacheco *
Gordita, ponme el arete por favor. De la tembladera que me cargo, sola no puedo. Qué quieres, me repatea que me hagan preguntas. Desde chamaca he sido así. Prefería que mi abuelita me agarrara a trancazos antes que responderle. Cuando me dicen: "ƑY por qué esto? ƑY qué piensa de aquello?", se me va la cabeza, y los nervios se me ponen de punta.
ƑPor qué chillas, desgraciada? Todo lo que hago es preguntarte con quién se fue tu madre. Tú lo sabes y me lo vas a decir, aunque tenga que matarte. ƑDónde está tu madre? ƑCon quién habló? Ya estás grande. A los nueve años no hay cristiano que no entienda las cosas. Por último, te repito: Ƒcon quién se fue tu madre?
Por ejemplo ahorita. Mira cómo estoy. ƑTe fijas cómo tiemblo? Y todo porque me entró mucho miedo a la hora en que el maestrito ese de la grabadora se agarró a preguntarme. Lo que más coraje me da es que le contesté. Debí mandarlo por un tubo. Total, šqué iba a hacerme! Nada, ni que fuera mi padre.
Genaro, hijo, mira nada más cómo dejaste a la criatura. Ella Ƒqué culpa tiene de los problemas entre tú y la Chayo? Aquí el único responsable eres tú por haberte casado con esa mujer. Te dije claramente que no era para ti. De lejos se le notaba que no es de las que se quedan haciendo comuniones espirituales. Ahora, si tanto te importa, lárgate a buscarla, pero no dejes sola a la Benigna. Esta bien, me la llevo, pero de una vez te digo que ni pienses en ir a reclamármela. De ahora en adelante es mía. No diré que la voy a tener como reina pero al menos la enseñaré a trabajar.
Debí pensarlo y quedarme callada cuando el maestrito ese me tiró las preguntas. Pero no: de bruta le contesté, y eso que desde el principio me cayó como patada de mula. Por Dios que hasta sentí ganas de romperle su grabadora. Es igualita a la que quiere mi Nayeli. El domingo fuimos a la Macro, vio una y le encantó. Quería que se la comprara. Se me puso jetona porque no le di gusto. A ver si para Navidad se la regalo, aunque yo preferiría darle un abrigo.
Desde chamaca le tengo harto miedo al frío y mi niña salió igual.
Benigna: te quedas a dormir en el patio. A ver si aprende a no hacer tanto quebradero de trastos. ƑCrees que me los regalan? Contéstame... Bien decía tu padre: pareces burro, no respondes. Si cuando te traje a mi casa hubiera sabido cómo me ibas a mortificar, te hubiera dejado con tu papá. Si vuelve alguna vez le diré que te lleve con él, pero mientras, ni creas que voy a estar aguantándote. Cada que me aburras te dejaré a dormir en el patio, y no vas a ablandarme aunque chilles y grites que te mueres de frío.
Dicen que dentro de una semana estaremos helándonos. Para mí que por eso y por el cambio de siglo tendremos menos clientes. El Bubulín opina como yo y murmura que a lo mejor hasta cierra el hotel. Que no la chingue, que mejor le dé una resanada a los cuartos. La otra vez que me tocó trabajar en el 19, mientras un viejo me estaba haciendo sus cosas, me puse a mirar el techo. Tiene más cuarteaduras que mis cachetes. No, ya en serio, con tanto que el molcas se meneaba pensé que se nos caería encima. Me encomendé mucho a Dios y le pedí que si él autorizaba que eso pasara, pues al menos que la Nayeli no me viera. No quiero dejarle un recuerdo tan malo a mi chavita.
Genaro, qué bueno que regresaste. Lástima que te hayas encontrado con la mala noticia. A todos nos agarró de sorpresa. Me enteré el sábado en la noche. Pasé y vi a tu hija sentadita, sin suéter ni nada, afuera del cuarto. "Benigna, Ƒqué haces? Si tu abuela te encuentra se va a enojar". En vez de responderme, la chamaca se agarró a llore y llore y tiemble y tiemble. Tuve una corazonada. Entré en el cuarto, doña Zoila estaba tendida en la cama mirando al techo. Creo que amaneció muerta. "ƑPor qué no fuiste a avisarme?", le pregunté a Benigna. La niña no me respondió y ya no quise mortificarla. Ahora la cosa es saber qué harás con tu hija. ƑQuieres que me la lleve al hotel mientras encuentras algún trabajo? bueno, nada más apúrate. Me da miedo que alguno de los hombres vaya a amolarla. Tú sabes que no respetan a nadie.
ƑYa te fijaste en mi mano? Sigo temblando. Se me hace que este no es mi día. Al levantarme como que lo presentí y hasta dije: "Total, mejor me quedo acostada". Pero me acordé de la grabadora que le quiero comprar a mi Nayeli y me salieron fuerzas no sé de dónde.
De veras, qué día. Primero el maestrito ese que se puso a preguntarme con su grabadora. Una sobre todo me cayó mal: "Y usted, como sexoservidora, Ƒqué papel cree que ocupa dentro del tejido social?" Le respondí que el único tejido que conozco es el de gancho y me sale como patada de mula. El güey se ofendió y dijo que su única intención era encuestarme. Yo traía mis copas encima y ya sabes cómo soy. Las muchachas se botaron de risa cuando le respondí que a mí nadie me encuesta gratis.
El tipo agarró su grabadora y se fue, pero me dejó temblando. Me puse peor cuando se apareció La Japonesa. Dijo que había vuelto a los rumbos sólo para advertirnos que el mundo se va a acabar. Desde que la conozco esa tipa siempre ha andado con sus presentimientos.
Chamaca, ya no llores. La próxima vez que te metas con un cabrón en el cuarto fíjate muy bien y si le notas algo raro, pícale pa fuera y llama al Bubulín. Para eso está aquí, no nomás para sacar su mochada. ƑMe estás oyendo? Bueno, pues entonces te voy a decir algo que te va a poner muy contenta. Anoche soñé que tu papá venía a buscarte al hotel para llevarte a vivir a Veracruz; y que cuando iban entrando a la casa ųchiquita, blanca, a dos cuadras del marų se hincaba para pedirte perdón por haberte abandonado. Me dio tanto gusto que hasta ni quería desertar.
Sólo una vez le atinó: cuando soñó que me enamoraba de un licenciado. La tiré a lucas y ahora me arrepiento. Me clavé por el tal Sergio como una estúpida. La primera vez que vino pensé que no lo volvería a ver, pero regresó. Después se le hizo costumbre y a mí también. Pagaba mi salida y nos íbamos por ahí a cenar, al cine. Una vez hasta me llevó a los toros. Aquel domingo se me ocurrió preguntarle de su vida. Nomás me respondió que trabajaba en un despacho en las calles de Palma. A la semana siguiente dejó de venir. Me aguanté pero estaba como loca y decidí ir a buscarlo, así nada más al tiro.
Perdone, señor: Ƒde casualidad hay en este edificio un despacho de abogados? Disculpe: Ƒaquí trabaja un joven alto, de cabello chinito y con lentes? Señorita: usted que va para el segundo piso, Ƒpodría decirle a Sergio que lo busca Beny, que si puede bajar tantito? El me conoce.
Creí que te daría gusto verme. No tienes que repetirlo; ya me voy. No me expliques nada, no hace falta; entiendo muy bien que un hombre como tú no viviría con una puta como yo. Nunca esperé que nos casáramos, pero soñé con que siguiéramos queriéndonos. Híjole, sin ti, por cortita que sea, la vida me va a parecer muy larga.
No sé ni cómo regresé al hotel, sólo me acuerdo que cuando entré La Japonesa iba saliendo. Cómo me vería que se acercó a abrazarme y me dijo: "Conste que te lo advertí". En aquel momento la odié, pero más me odié a mí misma por no haberle hecho caso. Te juro que si no hubiera sido por mi Nayeli me hubiera matado. Por esa niña lo he hecho todo. Y pienso seguir haciéndolo. Me preocupa sobre todo que estudie. Quiero que sea licenciada. Creo que nomás por eso me caería gordo que La Japonesa atinara otra vez con sus presentimientos. Acuérdate: dijo que me iba a enamorar de un licenciado y salió. Podría suceder otra vez. Por si las flais, Ƒsabes qué?, este domingo le compro a mi chavala su grabadora y después, que sea lo que Dios quiera.