* Gran mexicana de ideales y convicciones: Labastida


Murió María Esther Zuno a los 75 años, víctima de diabetes

* Se caracterizó por su intensa labor en programas comunitarios

Aspecto del velorio al que asistieron familiares, amigos e integrantes de la vieja y nueva clase pol’tica n Foto: JosŽ Nœ–ez Georgina Saldierna * Como vivió, se fue. María Esther Zuno de Echeverría, la primera dama que daba agua de jamaica en las recepciones oficiales, la que recibía a los invitados extranjeros con atuendos típicos de la nación, la que prefería que le llamaran "compañera María Esther", porque eso de primera dama era una transculturización de los Estados Unidos, tan grave como la Coca Cola, falleció ayer a la edad de 75 años.

Víctima de la diabetes y las complicaciones que esa enfermedad le causó en los últimos años, la esposa del ex presidente Luis Echeverría Alvarez dejó de existir a las 14:30 horas en un conocido hospital privado. Su cuerpo fue trasladado al que fuera su hogar, ubicado en San Jerónimo Lídice, en donde vestida con un llamativo traje de tehuana fue velada por familiares, amigos e integrantes de la nueva y la vieja clase política del país.

Así, mezclados, estuvieron en la sala de la enorme casona de Magnolia, políticos como los ex presidentes José López Portillo y Miguel de la Madrid; Jorge de la Vega Domínguez, Pedro Ojeda Paullada, Emilio Rabasa, Leandro Rovirosa y Fernando Gutiérrez Barrios; el secretario de Desarrollo Social, Carlos Jarque; el titular Luis Echeverr’a Alvarez, Francisco Labastida Ochoa y Di—doro Carrasco Altamirano, en la agencia funeraria n Foto: JosŽ Nœ–ez de Gobernación, Diódoro Carrasco; el perredista Porfirio Muñoz Ledo, y la dirigente priísta Dulce María Sauri Riancho.

El presidente Ernesto Zedillo y el candidato presidencial priísta, Francisco Labastida Ochoa, también llegaron a la residencia del ex presidente Luis Echeverría, en donde montaron una guardia de honor, y más tarde, posaron para los fotógrafos, junto al también ex jefe del Ejecutivo, José López Portillo.

"Fue una gran mexicana; de ideales y convicciones, de gran sensibilidad social. Su muerte resulta una gran pérdida", dijo el aspirante presidencial Labastida Ochoa, mientras Dulce María Sauri señaló que María Esther Zuno de Echeverría dejó una profunda huella, pues fue una mujer de acciones.

 

Impulsó múltiples proyectos

 

Una de ellas muy concreta fue cuando motivó a las instituciones de salud para que reconocieran el trabajo de las parteras tradicionales y ayudaran a salvar a más niños en el medio rural, agregó Sauri en alusión a los múltiples proyectos que impulsó la ex primera dama cuando su esposo fungió como presidente de la República, de 1970 a 1976.

Y es que desde su llegada a Los Pinos, María Esther Zuno de Echeverría se caracterizó por llevar a cabo un intenso trabajo de asistencia social. Como presidenta del entonces Instituto Mexicano de Protección a la Infancia (IMPI) continuó con los programas a favor de los niños, pero los amplió considerablemente: así por ejemplo, los desayunos escolares crecieron en número y llegaron a más zonas marginadas.

Puso en marcha el programa de educación para mujeres campesinas, con el propósito de que participaran en la solución de los problemas de sus familias y comunidades, y el proyecto de orientación familiar, cuya parte fundamental consistía en la preparación de parteras empíricas.

También impulsó el programa de capacitación campesina para la orientación familiar y para la salud que abarcó a tres millones de mujeres; el programa de desarrollo de la comunidad, y el de paternidad responsable. Durante su estancia en la residencia oficial de Los Pinos se volvió obligatorio que las esposas de los funcionarios y de los gobernadores y presidentes municipales participaran en las tareas de asistencia social.

Más tarde, lanzó la campaña La familia pequeña vive mejor, y amplió los servicios de Conasupo. Su trabajo era tan intenso que todavía hace poco tiempo, cuando la señora Cecilia Occelli de Salinas visitó una región apartada, las campesinas la recibieron con una enorme manta que decía: "Bienvenida compañera María Esther", cuenta Sara Sefchovich en su libro La suerte de la consorte.

Fue tan amplia su actividad junto al presidente Luis Echeverría que ella misma decía que lo más duro para la esposa del Ejecutivo viene después del sexenio, cuando debido a las reglas del sistema político mexicano, la consorte tiene que encerrarse en su casa a dejar pasar el tiempo sin hacer nada.

Le sobreviven siete de sus ocho hijos, 19 nietos y tres bisnietos, además de su esposo. Los restos de María Esther Zuno serán cremados este día, luego de rendirle un breve homenaje.

 

La señora Echeverría, quizá la más sencilla de las primeras damas

 

La señora Echeverría era una persona sencilla, quizá la más sencilla de las primeras damas que ha tenido México. Eso se notaba sobre todo en su modo de vestir. Una falda y una blusa o un vestido de algodón eran su atuendo, y jamás se le vio con pieles, sombreros o joyas.

Acostumbrada al trabajo duro, María Esther no sólo no temía hacerlo, al contrario, lo convertía en su mote de orgullo. Es famosa una anécdota de la visita que hicieron ella y el Presidente a Inglaterra, donde se les recibió con todos los honores y se les alojó en el Palacio de Buckingham. Al día siguiente, y como era su costumbre, María Esther se levantó muy temprano por la maña- na y, para desmayo de los atildados sirvientes que pusieron a su disposición, tendió su cama.

Nadie la recuerda mirando televisión (ni siquiera el noticiero 24 Horas, donde Jacobo Zabludowsky hablaba de ella y de su marido, al que tanto gustaban los aplausos), ni platicando con amigas ni jugando cartas, sino siempre dedicada a sus quehaceres con gran energía, fervor y pasión. "Formó parte del mundo efervescente de Los Pinos", dice Julio Scherer. Fuerte y decidida, bragada como buena jalisciense, tenía convicciones firmes, carácter autoritario (a veces hasta era grosera, dice una de sus colaboradoras), un alto concepto de la patria y una enorme fe en México.

(Del libro La suerte de la consorte, de Sara Sefchovich, Editorial Océano)