Ť PGR y DEA sólo identifican a dos detenidos y dos prófugos
Vinculan a seis generales en la estructura del cártel de Juárez
Ť Entre los 400 jefes del grupo, 45 militares de diverso rango, según informes de las dependencias
Juan Manuel Venegas, enviado, y Rubén Villalpando, corresponsal, Ciudad Juárez, Chih., 5 de diciembre Ť La estructura nacional del cártel de Juárez está dividida en 400 jefes de "células regionales y estatales", entre los que participan 45 militares de diverso rango, destacando la presencia de seis generales del Ejército Mexicano. Sobresale, además, la creación de un grupo especializado en garantizar la seguridad y protección institucional, la cual ha funcionado tan bien que a lo largo de 20 años ninguno de sus capos importantes ha sido capturado.
Según se establece en los informes que sobre la organización elaboraron la delegación estatal de la Procuraduría General de la República (PGR) y la agencia antinarcóticos de Estados Unidos (DEA), entre los militares destacan los ya detenidos Jesús Gutiérrez Rebollo y Gonzalo Curiel García, así como los generales Jorge Mariano Maldonado y Oscar Sánchez Suazo, actualmente prófugos de la justicia.
En torno a la máxima directiva de la organización, la DEA asegura que independientemente del peso y el poder que mantienen personajes como Vicente Carrillo Fuentes y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, ésta se dará de manera natural: Vicente Carrillo Leyva, el hijo mayor de Amado Carrillo, terminará por hacerse cargo de todas las operaciones del cártel a nivel nacional e internacional.
Carrillo Leyva, de entre 30 y 32 años y con estudios en el extranjero, es la "viva imagen" del nuevo narcotraficante. Es, se dice, lo que "su padre quiso que fuera". De él se teme que "culmine y consolide" la tarea de internacionalización del tráfico de estupefacientes, con todas sus manifestaciones paralelas, como el lavado de dinero.
Para su operación, el cártel de Juárez ųconsiderado en Estados Unidos como la organización criminal más fuerte que existe en América Latinaų ha dividido su estructura en cinco grandes áreas: brazo armado, protección institucional, equipo o sistema financiero, inteligencia e infiltración en las corporaciones policiacas y grupo de trabajo.
Por lo que hace a la parte armada, su trabajo es dar protección a los jefes; identificar y eliminar a los enemigos del cártel, sobre todo tienen bajo su responsabilidad la ubicación de soplones e informantes; proteger cargamentos de droga y las casas de seguridad. Es gente "con excelente" entrenamiento en el manejo de armas y generalmente procede de los cuerpos policiacos estatales y federales.
Seguridad y protección institucional es "área básica" de la estructura de la organización Carrillo, debido a los índices de cooptación e infiltración que ha alcanzado en todos los niveles de las instituciones de gobierno mexicanas, no sólo policiacas. Sus hombres, con chequera abierta, son especialistas en "fijar acercamientos con comandantes, funcionarios de las procuradurías, ejecutivos bancarios y políticos". Son también los encargados de las redes de conexión internacional del grupo.
El sistema financiero tiene como objetivo limpiar las ganancias de la organización y vigilar las transacciones de Estados Unidos a México para su inversión en actividades lícitas o legales. Este grupo está integrado por "expertos y especialistas" en operaciones financieras, así como directivos de instituciones bancarias y casas de bolsa que han sido cooptados por el narcotráfico, como se demostró con el operativo Casa Blanca.
El objetivo del área de inteligencia e infiltración en corporaciones policiacas es proveer a la organización informes sobre otros grupos rivales, así como de "los mejores escenarios" que requiere el crecimiento del cártel. Para ello cuentan con sofisticados sistemas de comunicación, radiocomunicación y de intercepción de telefonía. Quienes operan en esta actividad tienen bajo su responsabilidad, además, el diseño de las rutas del narcotráfico y la renta o compra de los medios de transportación.
De acuerdo con los informes oficiales, en las labores de inteligencia del cártel de Juárez "ha sido fundamental y relevante la cooperación de ex agentes y ex militares, pues casi todos ellos provienen de las áreas de inteligencia de la policía federal mexicana, del Cendro y de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)".
Finalmente, está lo que se conoce como grupo de trabajo, integrado por campesinos, burreros, pandilleros y transportistas; es el más amplio espectro de la organización, pero también el de más bajo nivel dentro de la estructura. Aquí en Juárez se calcula que el cártel cuenta con unas 4 mil personas que dependen "directamente" del tráfico de estupefacientes.
Con la infiltración en las filas castrenses, la organización Carrillo alcanzó los más altos niveles de impunidad. Según la DEA, hay otros cuatro generales "directamente vinculados" al grupo, de los que se conoce la intervención de Jorge Mariano Maldonado y Oscar Sánchez Suazo.
Fuera del Ejército destacan o destacaron como "encargados de la protección" del cártel de esta ciudad el ex director de la Policía Judicial Federal Rodolfo León Aragón; Guillermo González Calderoni, ex director de Intercepción de la PJF, actualmente radicado en Estados Unidos; Adrián Carrera, ex jefe de la PJF y actualmente preso por delitos contra la salud, y Víctor y José Luis Patiño Esquivel, ambos ex comandantes de la policía federal mexicana.
Asimismo, Alcides Ramón Magaña, El Metro, quien fue subdelegado de la PJF en Quintana Roo y actualmente es uno de los hombres más buscados por la Procuraduría; los comandantes Eduardo Salazar Carrillo, Héctor Aranda, Guadalupe Gutiérrez López, El Rocky, Filemón García Gaxiola (su hermano El Chipilón es el responsable de la estructura del cártel en Sinaloa), Federico Márquez (ex comandante de la policía municipal de Cancún y actual testigo protegido de la PGR), Gilberto Garza García y Enrique Salinas.
Como hombre operativo del cártel que siempre ha sido, Vicente Carrillo ųresponsable de coordinar todas las áreas de la estructuraų ha tenido un desempeño "tan cuidadoso en las operaciones" que las pérdidas de la organización han sido mínimas, en comparación con sus ganancias.
Se calcula que "poca ha sido la merma" o escasos los golpes fuertes contra el grupo, si se toma en cuenta que únicamente se les ha decomisado unas 30 residencias, 40 empresas y automóviles, todo por un valor que, "si acaso", supera los 300 millones de dólares.
Ť Fincó el crecimiento del grupo en las relaciones con el poder político
Con Amado Carrillo prosperó el cártel de Juárez
José Galán Ť El cártel de Juárez alcanzó su máximo desarrollo con Amado Carrillo Fuentes, El señor de los cielos, en 1993, al relevar a Rafael Aguilar Guajardo, ex jefe de la antigua Dirección Federal de Seguridad (DFS), que a su vez sustituyó a Pablo Acosta Villarreal, El Pablote, quien estableció las bases de esa organización a mediados de la década de los 70.
La detección de cementerios clandestinos en ranchos cercanos a la frontera con Estados Unidos encaja en una de las principales normas de de este que se ha convertido en el principal cártel del tráfico de drogas en México, el más organizado, influyente y financieramente poderoso: la eliminación de cualquier pista que pudiera poner en peligro su sobrevivencia.
Al inicio de la década de los 70, cuando los pandilleros, bien organizados y armados, de Ciudad Juárez identifican el tráfico de drogas como el principal negocio ųpor encima de inmigrantes ilegales, juego, prostitución o tráfico de armasų, empezó la guerra contra otras organizaciones que habían tomado bajo su influencia tanto la costa oeste de México como el Golfo y el sureste.
Al otro lado de la frontera, ese gran negocio del consumo ųpermitido por la complicidad de autoridades federales estatales y municipales a ambos lados del río Bravoų fue descubierto por Pablo Acosta Villarreal, quien sentó las bases entre narcotraficantes del Cono Sur y Estados Unidos para establecer los canales comerciales, sobre todo de cocaína y mariguana, hacia el norte del continente.
El señor de los cielos logró ascender luego de que su tío Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, traicionó a El Pablote y permitió que el entonces comandante de la PGR Guillermo González Calderoni borrara a su antecesor del mapa. De esa forma, los Carrillo convencieron al ejército de pistoleros, expertos financieros y policías y autoridades cómplices en participar con ellos en el principal negocio de la época: el tráfico de cocaína.
Durante más de diez años, Rafael Aguilar Guajardo, comandante de la DFS, aprovechó la infraestructura creada por los pandilleros, consolidó la exportación de droga y se convirtió en el máximo controlador de estupefacientes.
Sin embargo, Amado Carrillo Fuentes fincó el crecimiento del cártel ųcuyas conexiones se extienden hasta Argentina, Brasil y Chileų en las relaciones con el poder político, que le brindó protección durante más de cinco años de actividades, sostenidas por una práctica violenta de represalia, silenciamiento y compra de complicidades.
El cártel de Juárez es considerado responsable de promover en México más de 80 por ciento de los 4 mil millones de dólares anuales catalogados como lavado de dinero por organismos internacionales como el Observatorio Internacional del Narcotráfico, organización no gubernamental con sede en París, Francia.
Luego de la muerte de Amado Carrillo, el imperio fue heredado por Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, quien desde 1988 ubicó a su familia en Cuernavaca, Morelos, y desde allí sentó las bases para continuar en los últimos dos años con las actividades del cártel de Juárez.
Desde 1994 a la fecha ha sido responsabilizado de operaciones multimillonarias, asesinatos, control de poder político y asociación delictuosa con todas las policías del país, en actividades que van desde el bombardeo de cocaína en playas de Quintana Roo, con la protección del entonces gobernador Mario Villanueva Madrid, hasta secuestros, robo de autos y desapariciones desde Cuernavaca y Cuautla, Morelos, hasta la frontera norte del país.
Sus actividades son dirigidas, según informes de agencias internacionales y nacionales, por El Azul, quien divide su tiempo entre Querétaro y Cuernavaca, donde ha asentado cuarteles con más de 400 miembros a su servicio, entre policías y ladrones, y al servicio de los intereses más oscuros de la complicidad entre políticos y criminales.