La Jornada martes 7 de diciembre de 1999

Alberto Aziz Nassif
Las batallas del siglo XXI

EL PASADO SABADO 4 DE DICIEMBRE, como parte de la cátedra Alfonso Reyes, José Saramago habló en el Palacio de Bellas Artes con la fuerza de las palabras y dijo: "El Estado mexicano está hoy haciendo a los indios lo que España hizo a sus antecesores durante la Conquista". Ese Estado que surge de una revolución social a principios de siglo, que durante varias décadas logra establecer un pacto social incluyente, hoy, al final, hace una "no guerra" a los indígenas de Chiapas. Y en la ciudad estadunidense de Seattle, el pasado 30 de noviembre cientos de organizaciones y miles de manifestantes protagonizaron, de forma sorpresiva, una de las revueltas más importantes de los últimos años en contra de la Organización Mundial de Comercio. Cuando faltan unos cuantos días para el inicio del año 2000, nos preguntamos si estas expresiones serán las batallas del próximo siglo.

La globalización no sólo sirvió para hacer tratados de libre comercio, también trajo las nuevas tecnologías de comunicación, como la red de Internet, a través de la cual se han podido construir nuevos espacios para que las identidades locales, antes aisladas y puramente defensivas, hoy puedan traspasar las fronteras de los países de forma libre, coordinar acciones de protesta como la de Seattle, o mantener vínculos internacionales con movimientos como el de los zapatistas en Chiapas.

Además del ciberespacio, las demandas de todos estos grupos son compatibles y forman parte de una amplia agenda que traspasará este siglo: las luchas ecológicas, los derechos humanos, los pisos mínimos de desarrollo en educación, salud, vivienda, salarios dignos, el derecho de los grupos étnicos a tener autonomía sobre sus tierras y sus formas de gobierno.

Estos movimientos están en contra de la carrera armamentista, de la destrucción del medio ambiente, de la guerra contra los indígenas, del libre comercio, que destruye empresas y grupos de productores.

Muchos días después de concluida la fallida cumbre del libre comercio en Seattle, las imágenes de la revuelta permanecerán de la misma manera que el levantamiento zapatista del primero de enero de 1994 ha quedado en la memoria de México y del mundo.

Otra de las caras de estas batallas en el mundo de la globalización es la que se refiere al desgaste de las instituciones democráticas. Es un hecho que el mercado mundial ha quitado radicalmente la soberanía a los Estados nacionales, como el rasgo más visible de estos procesos. Manuel Castells, quien ha hecho uno de los planteamientos más interesantes sobre la nueva era de la información, señala que cuando la mayoría de los países ha arribado a las instituciones de la democracia liberal, estos espacios se encuentran muy lejanos de las estructuras y los procesos reales, como son las demandas de estos movimientos sociales de indígenas, ecologistas, productores, etcétera.

La gran pregunta en este México de fin de siglo es: Ƒen qué medida la supuesta construcción democrática es un espacio que responde a los problemas reales de la ciudadanía? En este sentido, otra de las aportaciones de José Saramago en su cátedra fue el apunte de que --en contra de lo que se piensa-- "la democracia no es punto de llegada, es un punto de partida".

Algunas veces se suele afirmar que la democracia en México está todavía por llegar, que lo que hemos avanzado tiene un carácter incipiente, y que todavía hace falta recorrer un largo trecho para llegar a tener una democracia con instituciones consolidadas.

Si Saramago tiene razón, y considero que sí la tiene, entonces la perspectiva de los próximos años cambia, porque entonces la idea sería construir ese punto de partida, ese piso mínimo de instituciones, libertades y derechos, que nos permita darle sentido a esa agenda social por la que pelean los manifestantes de Seattle, los zapatistas de Chiapas o muchos otros grupos de esta fracturada sociedad.

José Saramago habla con la autoridad que le dan su talento y sus palabras. En unos cuantos días logró reactualizar la agenda de los indígenas chiapanecos, de la misma forma en que hace una semana Mary Robinson amplificó la mirada sobre la terrible violación de derechos humanos que se vive en este país.

Estas presencias no sólo nos regresan las imágenes trágicas con las que convivimos todos los días, también nos dejan claro que para librar las batallas del siglo XXI será necesario "globalizar la solidaridad, no sólo la economía", como dijo el Nobel portugués.