Ť La voz del subcomandante Marcos en el corazón de la Amazonia brasileña


Saludos a los que tienen en común el "dolor de la injusticia"

Afp, Belem, 7 de diciembre Ť Desde la selva Lacandona llegaron a Belem, en el corazón de la Amazonia brasileña, los sueños de "justicia, libertad y democracia" del subcomandante Marcos, que envió un discurso para ser leído en la apertura del Segundo Encuentro contra el Neoliberalismo.

El suspenso sobre su presencia se mantuvo hasta momentos antes de que comenzara del acto, cuando más de 3 mil militantes de partidos de izquierda, organizaciones humanitarias, sindicatos y comunidades cristianas se habían concentrado el lunes por la noche en una céntrica plaza de la ciudad.

"Hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) saludamos a todos los que viniendo de distintos lugares son diferentes, pero que sin embargo tienen en común el dolor de la injusticia sufrida y la esperanza en la lucha que busca otro mundo", sonó la rotunda voz de Marcos en un discurso grabado en la selva.

Y aquellos que ondeaban banderas comunistas, bailaban danzas africanas o clamaban a favor de la revolución cubana y todas las revoluciones americanas, guardaron silencio para escuchar al que fue el principal promotor del primer Encuentro contra el Neoliberalismo, celebrado en México en 1996.

Tres años después, Marcos habla de la necesidad de hacerse preguntas para existir dignamente, de ver y sentir la vida con dignidad y rebeldía, de ser revolucionarios para impulsar el mundo y no para ocupar los palacios. Con una oratoria impecable, el revolucionario insta a defender los "puentes y túneles que unen y comunican pueblos lejanos en distancia pero vecinos en su dolor y en su esperanza".

Los punkies de Sao Paulo, los grupos negros de Belem, los anarquistas con el rostro cubierto, Danielle Mitterrand, viuda del ex presidente francés Francois Mitterrand, los indios amazónicos, líderes brasileños de oposición, profesores y cientos de curiosos notan cómo ese discurso que habla de antepasados gloriosos y futuros luminosos, les pone la piel de gallina.

Tres años después del encuentro en la selva mexicana, estos grupos sociales no consiguieron transformar su pedazo de mundo y América Latina sigue enfrentando los mismos problemas, algunos de ellos agravados, como la inestabilidad económica, otros recrudecidos, como la miseria, o insostenibles, como el conflicto colombiano.

"En América Latina, el neoliberalismo tiene un rostro bien particular que los europeos no llegan ni a imaginarlo", explica un sacerdote javierano italiano que vive en Belem hace 27 años.

Marcos sigue contando una historia sobre mexicanos de la antigüedad que lucharon por construir un mundo nuevo y vencieron a aquellos que les prohibían hacer preguntas, ver la vida en colores o intentar desmarcarse del orden establecido.

"La historia se repite desde entonces. Cada cierto tiempo hay quien se opone a que el mundo ruede y hay quien lucha para que no exista el abajo y el arriba entre los hombres y las mujeres", concluye el rostro enmascarado mientras ese caleidoscopio de revolucionarios a la vieja y a la nueva usanza prorrumpe en aplausos.

Presencia zapatista

"Sólo queremos la paz, que los soldados y los paramilitares dejen de desmantelar municipios, violar mujeres, detener indígenas inocentes, desplazar pueblos enteros", dijo Abraham, un delegado del EZLN.

"No hablo bien el español", se justifica con voz temblorosa este indígena cubierto con un deshilachado pasamontañas.

La multitud ovaciona a Abraham y a Lucía, la otra delegada del EZLN que ha venido a Belem a exponer el sueño de cada indígena de Chiapas, cinco años después de su levantamiento armado.

Estos dos guerrilleros zapatistas, abrumados ante tanto aplauso y muestras de solidaridad, dicen que no son nadie y todos al mismo tiempo, que vienen representando a sus hermanos y que la única buena noticia que quieren llevar de vuelta es una mayor unión entre los pueblos y la certeza de que cuentan con la solidaridad internacional.

"No sembramos mariguana, como dice el Ejército. Son ellos los que entran en nuestras tierras para plantarla. No somos terroristas, esa es la imagen que el poder quiere dar, porque no quiere que luchemos contra la injusticia e intenta provocarnos así. Nosotros sólo queremos una paz justa y digna", expone Abraham.

Los dos zapatistas quisieron explicar cuánto les cambió la vida desde 1994, cuando no tenían ni voz ni rostro para el gobierno "Tenemos autoridades autónomas en las que las mujeres participan plenamente, derecho que hasta ahora se les había negado, como sucede en otras partes del mundo, no sólo en México. Ahora las mujeres indígenas hemos comprobado que somos capaces de organizarnos", cuenta Lucía. "Y todo esto sin la ayuda de nadie, con nuestro sudor en el campo", añade Abraham.

Los dos no aguantan la risa cuando se les pregunta si el rostro cubierto es una estrategia de marketing. "Es una cuestión de seguridad y también de símbolo de lucha. Además, después de años de andar con la cara destapada, el gobierno sólo nos tomó en cuenta cuando nos la cubrimos con el pasamontañas el 1o. de enero de 1994", relata Lucía.