Ť Preparativos de una posible gira
Ť Una invitación de última hora
El pasado lunes por la tarde, digamos que después de la comida, la jefa de Gobierno de la capital recibió una llamada. Se trataba del secretario particular de Ernesto Zedillo, Liébano Sáenz, quien le informaba de una gira de trabajo que realizaría el Presidente por la ciudad.
Por fin parecía romperse el hielo. Dos semanas antes, más o menos, desde la oficina encargada de las visitas de trabajo de la Presidencia, se dio aviso de una posible gira en el Distrito Federal, pero no hubo fecha, sólo un nos volveremos a comunicar.
Y llegó el lunes. Pasaban las 21 horas y dentro del equipo de trabajo de la jefa de Gobierno se hablaba del acto, pero Rosario Robles no había tomado una decisión al respecto.
El ambiente no era bueno, las constantes agresiones del PRI en contra del proyecto de presupuesto de endeudamiento del gobierno de la ciudad, la polémica acerca del pago de cuotas por consumo de agua con la Secretaría de Educación Pública, y la reunión de gobernadores en la Cámara de Diputados para exigir equidad en el reparto de las aportaciones federales, principalmente las referidas al ramo 33, dibujaban un paisaje político enrarecido.
Todo eso, seguramente, pesaba en el ánimo de Rosario Robles, pero del otro lado nada importaba. Según la tradición priísta, presidencialista, al llamado del Ejecutivo federal cualquier gobernador debería estar presto, sonriente, amable. Así lo han hecho, por ejemplo, los panistas.
Pero esta vez era diferente. Rosario Robles sabía que asistir a la gira presidencial significaba no asistir a la reunión de gobernadores en la Cámara de Diputados, donde ella era una de las responsables.
También significaba no aclarar, en el momento preciso, las acusaciones por parte de la SEP; en fin, era echar humo sobre su propio trabajo.
Y así, a eso de las once de la noche, Liébano Sáenz recibió, vía telefónica, la decisión final de la jefa de Gobierno. No asistiría a la gira del Presidente por el DF, la primera durante la gestión perredista.
Pasó la noche y muy temprano en la casa de Rosario Robles sonó el teléfono. De la Presidencia de la República llamaban a la jefa de Gobierno para reiterarle la invitación a la jornada de trabajo presidencial. La respuesta fue la misma: No.
Hay quienes aseguran que los argumento de la jefa de Gobierno también se sustentaron en la posibilidad de que se negara el techo de endeudamiento por parte del PRI en el Legislativo, lo cual complicaría las posibilidades del gobierno citadino para cumplir con la población en los puntos de mayor necesidad.
Total, el Presidente realizó una gira por el DF y la jefa de Gobierno cumplió con los asuntos de su agenda, prioritarios para ejercer su tarea, y se rompió el mito aquel de los gobernadores serviles a la omnipotencia presidencial, o para decirlo de una manera más elegante: Rosario Robles cumplió con un acto simple y sencillamente republicano. Nada más.
El candidato del PRI y sus pilares
Dos meses antes de rendir su último informe de labores --13 de octubre-- el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, Jorge Rodríguez y Rodríguez, armó un desayuno con sus más fieles colaboradores para festejar, por adelantado, el triunfo de Jesús Silva Herzog como candidato del PRI al Gobierno del DF.
Como es costumbre, allí se hicieron bromas y promesas de cara a un futuro muy cercano. El primer día laborable del año 2000 Jorge Rodríguez y Rodríguez dejará el cargo, y alguien de su equipo, del equipo de Silva Herzog, según se supo, sería el sucesor.
Allí estaban, además de la familia Rodríguez, los magistrados de la primera sala, José Luis Castillo y María del Rosario Mancera; de la tercera, Laura Pérez y Raquel Lagunes; de la quinta, Armando Vázquez; de la sexta, Pedro Ortega; de la octava, César Augusto Osorio; de la décima tercera, Yolanda de la Cruz; Magdalena Díaz y Rafael Crespo, de la 14; la sala 15 fue representada por Mario Huitrón, de la 16, Esperanza Rico, y de la 12, Marcela Pasquel.
Al término del desayuno, para que quedara constancia, los magistrados se tomaron la foto del recuerdo con su candidato. Lo tenían seguro, ¿por qué habrían de estarlo?
Lo cierto es que hasta hoy existen diez magistraturas acéfalas, y en unos días más también la presidencia del organismo.
Entonces, la lucha por esos puestos será muy difícil y muy dispareja. ¿Y qué?, aquí no habrá nadie que pida imparcialidad y justicia. Ya veremos.