* El cofundador del arte povera deja su impronta en el templo de San Agustín
Kounellis: el artista es el poeta que captura lo que nunca ha estado
* La función del creador no consiste en decir, sino despertar en otros la palabra, señala
* Practicó una intervención con piedra, sin argamasa ni mortero a ese inmueble del Centro Histórico
Miryam Audiffred * Rodeado de sueños con tapas de piedra, lodo, cartón y desechos, el artista greco-italiano Jannis Kounellis se encuentra en México para mostrar, por primera vez, las consecuencias plásticas de la Segunda Guerra Mundial.
Desconocido para la mayoría de los capitalinos, el escultor e instalador llega al país con 61 años en el cuerpo y bañado con la sal del Mediterráneo.
Está seguro de que aquí, entre los muros invisibles de un surrealismo palpitante, habrá quien comprenda que la creación artística consiste en presentar y no en describir la realidad.
''El arte es siempre un acto dramático", dice. ''Y el artista es como el inventor del mundo, es el poeta que captura lo que nunca ha estado".
Cofundador del movimiento conocido como arte povera o arte pobre, Kounellis exploró el tiempo y el espacio de la ciudad de México para, con base en su descubrimiento, practicar una intervención al templo de San Agustín que podrá ser apreciada desde hoy a partir de las 20:00 horas.
Pero no sólo ha venido a crear con cuerdas, ramas, telas de diferentes clases y material orgánico, también está en la ciudad para acabar con mitos y malos entendidos ante la proliferación de muestras generadas, supuestamente, en el contexto de la corriente plástica creada por él en los años sesenta.
Y es que hablar de arte pobre no sólo significa hacer uso de materiales de desecho como se ha vuelto moda. La intención es, en palabras de Kounellis, lograr que los objetos de las exposiciones se comuniquen entre sí y también se relacionen con el espacio en el que son observados.
Si bien el movimiento surgió con el uso de elementos poco utilizados para la creación, el artista aclara que el problema no radica en los materiales sino en el hecho de dejar atrás el cuadro que ofrecía una centralidad espantosa. Por eso, las piezas consideradas ejemplos de arte povera son principalmente elementos tridimensionales y escultóricos.
Contra la estética de la catástrofe
No obstante que la obra presentada en el contexto del proyecto MUCA Móvil del Museo Universitario de Ciencias y Artes consiste en seis ''casas" carentes de puertas o ventanas, que en mucho aluden a los problemas demográficos de México, el artista enfatiza que no se trata de un acto de persuasión.
''Como pintor ųañadeų estoy lejos de tomar una posición propagandística ante estas situaciones."
Realizadas específicamente para el templo de San Agustín ųsin alterar la integridad del inmueble ni los trabajos de rescate que se realizanų, las obras fueron construidas con piedra, sin argamasa o mortero, para evocar una serie de imágenes tan decadentes que los ideales de progreso han quedado como escenario depauperado de la vida cotidiana.
Las edificaciones, cuyo techo es de teja a dos aguas, miden tres por cuatro metros en sus lados, parten de un basamento de 40 centímetros y están acompañadas por unos ''trípodes" realizados con vigas de acero que, en conjunto, representan una corona de espinas.
De igual manera hay una serie de instalaciones realizadas con sacos, cuerdas de yute, sombreros y abrigos que, sin ser hechas específicamente para el país, fueron ubicadas en los lados de la nave principal gracias a los directivos de la Ace Gallery, que accedieron a que las piezas fueran transportadas desde Nueva York.
Interrogado respecto a su trabajo, Kounellis menciona que busca ''dramáticamente la unidad, aunque sea inaprensible, aunque sea utópica, aunque sea imposible y por eso dramática.
''Estoy contra la estética de la catástrofe; soy partisano de la felicidad, busco el mundo del cual nuestros padres del diecinueve, vigorosos y arrogantes, nos han dejado ejemplos de forma y contenido revolucionarios".
No hay una sola cédula. Su arte no tiene nombre porque respeta la visión de los que lo enfrentan y porque, asegura, la función del artista no es decir sino despertar en otros la palabra.
Reivindicación
de lo pobre
Han pasado cuatro décadas desde que el crítico Germano Celant creó el término arte povera para denominar a los que empleaban materiales humildes durante el proceso creativo. Sin embargo, Kounellis recuerda cada momento como si lo hubiese vivido ayer.
Nacido en Pireo, en 1938, señala que los primeros trabajos fueron realizados mucho antes de que se les atribuyera denominación alguna.
''Eramos una generación de jóvenes que trataba de encontrar en el arte una forma para alejarnos de las catástrofes provocadas por la guerra", menciona.
''Lo único que nos interesaba entonces era crear una realidad diferente."
Italia se sacudía de las fracturas sociales de la posguerra y asimilaba la enorme transformación de una cultura agraria a otra de tipo industrial.
Artistas como Merz, Penone, Zoiro, Calzonari y Anselmo esgrimían una atmósfera antitecnológica por encima de cualquier tipo de sofisticación.
Esgrimían la pobreza como confrontación, como ataque a la opulencia, sin saber que esa actitud recorrería kilómetros y kilómetros para motivar a creadores de todas las nacionalidades en el orbe.
Como ''nunca se ha tratado de un movimiento dogmático", motivó a artistas como Joseph Beuys a crear expresiones como la instalación.
''Nos unía la idea de la superación de los confines y no la que hoy se esgrime con los términos de aldea global, pues respetábamos la identidad que cada quien otorgaba a sus creaciones."
Llegaron a Japón y Estados Unidos con fuerza y seguirá llegando mediante los trabajos de Kounellis quien, hasta la fecha, ha expuesto en recintos tan importantes como el Museo Georges Pompidou, de Francia; la Natonalgalerie, de Alemania; la Kunsthaus, de Suiza, el Museo Reina Sofía de España, el Museo Stedelijk de Holanda, el Art Institute of Chicago, el MOMA y el Guggenheim, de Estados Unidos y el Museo de Arte Contemporáneo de Japón.
Hoy, el quehacer de Jannis Kounellis deja huella en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Sólo hay que visitar el inmueble de República de El Salvador 70 para conocerlo y apreciarlo.