CUBA-EU: NOTICIA DE UN SECUESTRO
La situación del niño cubano Elián González, sobreviviente de un naufragio en el que murió su madre -quien pretendía llegar a Estados Unidos en balsa-, rescatado por la Guardia Costera estadunidense y entregado por el Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) a la custodia de unos familiares lejanos en Miami, ha causado un inopinado pico de tensión en las, de por sí, conflictivas relaciones entre La Habana y Washington. Mientras que en la primera se suceden masivas y virulentas manifestaciones antiestadunidenses, los sectores más cavernarios e irracionales del exilio cubano en Florida exigen al gobierno de Clinton que otorgue al menor el estatuto de "refugiado político", el padre de Elián, quien permaneció en la isla, demandó, por su parte, el inmediato regreso de su hijo a Cuba, y Fidel Castro planteó un ultimátum para que Estados Unidos devuelva al niño.
De acuerdo con las leyes familiares y penales de Occidente -incluidas las de Estados Unidos- Elián González debió ser entregado de inmediato a su padre, titular automático de la patria potestad y la custodia del menor en el momento en que el niño quedó huérfano de madre; el que no se haya procedido así configura el delito de secuestro de menor y coloca al SIN en flagrante ilegalidad; los alegatos de que el pequeño ha de ser considerado "refugiado político" son, a todas luces, una estupidez, característica de las que se fraguan en los círculos del exilio anticastrista. En cuanto a los propósitos expresados ayer por Clinton, en el sentido de que debe realizarse un proceso legal para "determinar lo que sería mejor para el niño", constituyen un mero intento verbal, ajeno a la observancia de la ley, de salir del atolladero político creado por la arbitrariedad y la torpeza del SIN, la histeria anticastrista de Miami y, desde Cuba, un manejo político que parece más orientado a atizar la confrontación histórica con Washington que a procurar la pronta solución del episodio: sin ignorar el grave atropello que significa la retención del niño en territorio estadunidense, es claro que La Habana habría debido ensayar, antes que cualquier otra cosa, una gestión diplomática más discreta y menos estridente que facilitara el retorno de Elián a su país y al ámbito de sus familiares directos, empezando por su padre.
En las actuales circunstancias, el gobierno estadunidense está en la obligación legal y moral de devolver al menor a su país y de pagar el costo político interno del episodio -la furia de los anticastristas, quienes lo acusarán de rendirse a las presiones de Castro- porque, a fin de cuentas, la responsabilidad primaria y principal del conflicto corresponde al SIN.
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