* Punks y anarquistas se retiraron de la reunión que se realiza en Belem
Aplausos al EZLN en junta contra el neoliberalismo
Afp, Belem, 8 de diciembre * Ante 3 mil personas de pie que los aplauden y los consideran "líderes", Lucía y Abraham, quienes salieron por primera vez de la mexicana Selva Lacandona hace cuatro días para asistir al Segundo Encuentro Americano contra el Neoliberalismo, que se celebra esta semana en la ciudad brasileña de Belem, se sienten algo abrumados pues dicen que no son nadie y sólo vienen en representación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Aunque este encuentro está lleno de contrastes y ya se registró la primera escisión cuando punks y anarquistas decidieron realizar un encuentro paralelo al considerar que la reunión se había convertido en un "congreso" del izquierdista Partido de los Trabajadores, en una cosa sí hubo unanimidad: todos ovacionan a los miembros del EZLN.
"El primero de enero de 1994 vimos la necesidad de levantarnos en armas porque no teníamos nada, ni tierra ni salud ni educación ni democracia, y el gobierno estaba sordo. Decidimos pagar con la vida si era necesario para tener un mundo mejor", declara Abraham en una entrevista en la que se esfuerza por hablar un español correcto.
"Hace seis años tuvimos 12 días de lucha, después dialogamos y el gobierno se comprometió a cumplir un acuerdo. Todavía estamos esperando. No queremos que vuelva a derramarse sangre, que la gente muera, pero no vamos a desistir, los pasos que vamos a dar serán siempre hacia adelante", asegura este campesino.
Sin dejar de manosear nerviosamente un bolso multicolor tejido por ella misma, Lucía explica que desde 1994 las mujeres indígenas "hemos comprobado que somos capaces de organizarnos, de crear cooperativas, de artesanía, por ejemplo".
Ellos y otros tres miembros de la delegación zapatista también aprovechan para agradecer a sus "hermanos latinoamericanos" la solidaridad recibida, porque, aseguran, "si no fuera por apoyo de la comunidad internacional el gobierno mexicano ya habría acabado con nosotros".
Concluyen que "es un momento coyuntural importante, aunque no esperamos nada del gobierno y sí de la sociedad civil nacional e internacional. Sabemos que somos nosotros los que tenemos que construir nuestra propia salida".
Ninguno de los delegados zapatistas se refirió a su propia vida, a sus hijos, ni tampoco utilizó la primera persona del singular, y a pesar del calor reinante en la nordestina Belem en ningún momento han dejado entrever su rostro. El gobierno, dice Lucía, "nunca supo que teníamos una cara antes de que nos la tapáramos".