* El delantero argentino espera cumplir un sueño y estar en la final
Tienen que matarme para que deje de jugar: Gómez
* El Morelia adquirió su contrato a precio de saldo cuando llegó a México
Dpa * El argentino Pablo Hernán Gómez ya no sólo se destaca en el futbol mexicano por su pronunciada calvicie, a pesar de tener apenas 21 años; ahora es el mejor goleador de la liguilla y ha colocado casi en la final a su equipo, el modesto Pachuca.
Gómez, de poca estatura y rápido como una ardilla, anotó los dos goles con los cuales el Pachuca se deshizo el sábado anterior del campeón Toluca en los cuartos de final, y el miércoles marcó también los dos goles que sirvieron para derrotar al subcampeón Atlas en el encuentro de ida de las semifinales.
Aun cuando aparenta ser un jugador frágil y fácil de derribar, ya sobre la cancha es todo lo contrario. "Para salirme del campo lo tengo que hacer con los pies por delante, hay que matarme, de lo contrario sigo jugando", asegura.
Nacido el 20 de diciembre de 1977 en Buenos Aires, Pablo Hernán llegó a México el año pasado, contratado por el club Morelia a precio de saldo, en una negociación con el equipo Argentinos Juniors, con el cual había debutado en 1997.
El técnico argentino Eduardo Solari, entonces en el Morelia, pidió expresamente a la directiva que trajera a Gómez. Sin embargo, una lesión, aunada a una mala campaña del equipo, le impidieron al jugador confirmar el talento que había mostrado en el Argentinos Juniors.
Pero las lesiones persiguen a Gómez. Estuvo a punto de perderse el encuentro de vuelta contra Toluca, pues en el de ida el goleador paraguayo José Saturnino Cardozo le dio una patada en la rodilla derecha que, a decir del médico del equipo, lo debió enviar a la cama una semana.
"Saturnino Cardozo, un tipo con notable experiencia, un mundialista de Francia 98, perdió la cabeza y me propinó una patada que por fortuna intuí y no me reventó, pues tengo la virtud de ser muy vivo para eso de aflojar la pierna cuando es necesario", explica Gómez.
Luego, en el encuentro de vuelta, en el medio tiempo el médico del Pachuca observó que los ligamentos de la rodilla derecha del delantero estaban muy dañados y decidió sacarlo en ese momento del partido. Pero Hernán Gómez se negó a salir del terreno, a pesar de la prescripción médica. "El técnico Javier Aguirre ya tenía mi cambio preparado, pero me levanté y le dije que a mí sólo me sacaban del partido con los pies por delante".
Gómez se quedó en la cancha y al minuto 56 corrió como locomotora y, justo con la pierna derecha, metió el gol que eliminó al campeón y metió en semifinales al Pachuca, que apenas el año pasado peleaba por el no descenso.
Rescatado por el Pachuca tras jugar la liguilla de la primera división A, en 1998, con el Veracruz, Pablo Hernán no olvida el mal sabor que le dejó estar en una división inferior. "Preferí venir a México y desechar una oferta del River Plate y aquí me lo agradecieron mandándome a la segunda división".
Pero ahora parece vivir su mejor etapa como futbolista, lo cual aviva su sueño de irse a jugar en el futbol de España. Sin embargo, todavía le falta cumplir otra meta: participar en una final en México. Y si el Atlas no le gana por dos goles de ventaja el sábado al Pachuca, Pablo Hernán estará en la final mexicana.