* Adoptó un tono crítico contra Menem al asumir la presidencia argentina
Será implacable contra evasión y corrupción, promete De la Rúa
* La situación es peor que la anunciada, más grave que la informada por el gobierno peronista, dijo
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 10 de diciembre * Al asumir hoy como nuevo presidente de Argentina, Fernando de la Rúa adoptó un tono crítico en su primer mensaje como mandatario al advertir sobre la dramática situación de las cuentas públicas, la corrupción y la gran deuda moral y social que recibe del saliente gobierno de Carlos Menem.
"Seremos implacables en la lucha contra la evasión y la corrupción", sostuvo en un breve discurso, al realizar el juramento de práctica ante el Congreso, este dirigente de la socialdemócrata Unión Cívica Radical, partido que junto al centroizquierdista Frente País Solidario conforma la alianza que venció en los comicios de octubre pasado.
De la Rúa eligió el camino de la verdad y reconoció que "la situación es peor que la anunciada, más grave que la informada por el gobierno saliente", y pidió que el Congreso vote un presupuesto "realista" para encausar el déficit de las cuentas públicas.
Pero la situación en ambas cámaras no va a ser fácil, si se recuerda que el nuevo gobierno intentó en vano que los diputados del saliente Partido Justicialista (peronista) votaran el presupuesto, y logró que la congelada ley de ministerios fuera aprobada apenas minutos después del discurso del nuevo mandatario, lo que permitió juramentar a su gabinete, dominado por economistas.
En el recinto del Congreso, adonde desde temprano habían llegado simpatizantes de la Alianza, se registraron dos grandes ovaciones: una cuando llegó De la Rúa y otra para el ex presidente radical Raúl Alfonsín.
Tras prestar juramento, el nuevo mandatario y su esposa recorrieron a bordo de un automóvil convertible el trayecto hacia la Casa Rosada, lo que se transformó en una fiesta popular con lluvia de papel picado que caía desde los edificios del centro porteño y las campanadas de las iglesias.
La ceremonia de traspaso de mando en la casa de gobierno fue austera, mientras al parecer los salientes funcionarios justicialistas no alcanzaban a digerir este nuevo estilo.
Allí estaban también dirigentes políticos, dignatarios extranjeros --en su mayoría latinoamericanos--, el príncipe Felipe de España y el príncipe Andrés de Gran Bretaña. Pero también Ernesto Sábado, el octogenario escritor cuya voz fue una de las más críticas contra la saliente gestión.
Los principales anuncios del flamante presidente en su discurso de poco más de media hora se resumen en puntos claves de las demandas ciudadanas: será implacable con la corrupción y con la evasión impositiva.
De la Rúa advirtió que "quienes se aparten de las normas elementales para todo gobernante o funcionario, serán sometidos a los jueces de la nación".
En cuanto a la situación del abultado déficit fiscal que deja Menem (más de 7 mil 500 millones de dólares, aunque los senadores peronistas quieren imponer la cifra de 4 mil 500 millones), De la Rúa dijo que "se precisa la sanción de un presupuesto" y "bajar el déficit y con ello el riesgo-país" .
En relación al tema de las medidas de emergencia, aseguró que "este presidente que recién asume no quiere más impuestos, pero tenemos que bajar el déficit... Dejar las cosas como están significaría más desempleo, más crisis económica, menos recursos para la educación, la salud y la pobreza".
"Para sanear las cuentas se precisa un esfuerzo adicional (los impuestos), y lo hemos pensado para que no afecte a los que menos tienen, sino que se pide a los que puedan más, y será transitorio, hasta que la recuperación de la economía y el éxito de la implacable lucha contra la evasión y la corrupción den sus frutos".
"No vengo a emprolijar modelos sino para que luchemos por un destino distinto", añadió el mandatario, un abogado de 62 años a quien según sondeos los argentinos votaron para dejar atrás los escándalos y corrupción que caracterizaron la era Menem.
En este sentido, insistió en que "la transparencia, la austeridad y servir a la gente no a sí mismo o a un grupo de privilegiados del poder", será el nuevo modo de gestión.
Así, anunció la intervención inmediata de la obra social de los jubilados y criticó los aumentos de salarios que en las últimas horas decidió para los empleados de esa institución el saliente director Víctor Alderete.
También tocó otra de las preocupaciones de los argentinos, la inseguridad, al prometer convocar un consejo "para poner en marcha una política de seguridad coordinada en todo el país", pero también luchar contra las causas que originan el delito.
El principal dolor de cabeza es controlar la situación económica, en un país con un desempleo oficialmente reconocido de 14.5 por ciento y con los índices industriales y comerciales en caída: "Dejar las cosas como están significaría más desempleo, más crisis ... debo ser sincero ante la Asamblea (Legislativa)... quienes hicieron críticas (a las medidas de emergencia anunciadas por el nuevo gobierno) debieron hacer lo necesario para entregar el país en condiciones".
En cuanto a la deuda social que hereda, reiteró que terminará "con la corrupción y la política clientelista, y convocaré a la Iglesia (católica) y a las organizaciones no gubernamentales. El apoyo debe llegar a las familias más pobres, a los jóvenes que no pueden estudiar ni trabajar, a los jubilados cuyos ingresos no alcanzan para una vida digna".
"La inversión social mitiga el dolor del presente y garantiza un futuro digno. El progreso no es sumar más riqueza a los que más tienen sino asegurar una vida digna a los menos favorecidos, a los más humildes. El Estado no puede ser indiferente ni estar ausente sino que debe restablecer los equilibrios necesarios", aseguró De la Rúa, al recordar los millones de argentinos sin vivienda, al 40 por ciento que carece de cobertura de salud, el desempleo y la exclusión.
Al equilibrar las cuentas públicas se evitará que el peso del déficit caiga sobre el conjunto de la población, añadió el mandatario, quien prometió proyectos contra el desempleo que se traduzcan en empleos estables, con protección legal y seguridad social.
También se refirió a la globalización: "No se trata de aceptar ciegamente las reglas de un comercio internacional que mientras declama el ingreso y el egreso irrestricto de bienes, crea barreras arancelarias o incorpora subsidios explícitos o disimulados".
En referencia al Mercosur, destacó su importancia como proyecto estratégico de crecimiento regional, abierto a la integración de otros países, y sobre política exterior se comprometió a redoblar su vigilia "en favor de la paz de todos los pueblos y todas las fronteras, no sólo de nuestros vecinos, sino de nuestros hermanos latinoamericanos".
Luego del acto en que Menem y De la Rúa refrendaron el acta de traspaso de poder, el nuevo mandatario salió al balcón de la Casa Rosada para saludar a sus seguidores reunidos en la histórica Plaza de Mayo, algunos de los cuales gritaban "šGrande Chupete!", el apodo popular a De la Rúa.
Más tarde, el presidente argentino saludó a las comitivas extranjeras en la sede de la cancillería, juramentó a sus ministros y asistió a la función de gala en el Teatro Colón.