Iván Restrepo
Monarcas y niños que mueren de frío

Incansable viajera, la mariposa monarca está de nuevo en México para cumplir una parte fundamental de su ciclo de vida. Desde tiempos remotos, la mariposa sagrada de los aztecas realiza uno de los movimientos migratorios más largos del mundo, recorriendo desde Canadá miles de kilómetros hasta llegar a sus santuarios más conocidos: los bosques de Michoacán y el estado de México. Allí permanecerá hasta febrero, cuando emprenderá su regreso.

Los comuneros y ejidatarios de los lugares donde llega la ilustre visitante han sabido convivir desde siempre con los millones de ejemplares de vistosos colores que se reproducen aprovechando las ventajas geográficas y ambientales existentes en poblaciones como Angangueo, Ocampo, Senguio, Zitácuaro y Tlalpujahua.

Dedicados a las labores agrícolas y a la explotación forestal, los campesinos nunca imaginaron que ``la paloma'', como la llaman, tuviera tan alta alcurnia ni que 25 años después de que los esposos Brugger dieran con sus santuarios de invierno, la monarca fuera declarada símbolo ambiental del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

El gobierno federal ha tomado varias medidas para proteger el hábitat de ese símbolo y garantizar su vida. Reuniones de funcionarios y especialistas van y vienen, sin que concluyan los serios conflictos que existen entre los actores involucrados en el asunto.

Precisamente hace cinco años Gonzalo Chapela y David Barkin, dos conocedores del tema, publicaron en el Centro de Ecología y Desarrollo el libro Monarcas y campesinos, donde plantean los principales obstáculos a vencer si en verdad se desea acabar con la injusta situación socioeconómica vigente en los santuarios donde reinan por unos meses ``las hijas del sol'', como las llaman los mazahuas.

Buena parte de lo que sucede radica en la forma como se estableció una reserva a fin de proteger el bosque de su destrucción. En esa misma obra, tres especialistas, Kathleen Ann Babb Stanley, Héctor Rojas y Rocío Rodiles, precisamente ofrecen las señales de identidad biológica de la mariposa, sus usos y costumbres, todos vinculados con las especies de oyamel que existen en los santuarios y que son diezmadas por la pobreza y los intereses de los talamontes.

Promesas van y vienen, pero los campesinos carecen de apoyos suficientes y de organización para lograr su desenvolvimiento pleno; soportan la burocracia y la falta de recursos públicos mientras las acciones para llevar turismo no depredador a la región, rinden pocos frutos.

Y mientras a esa bella especie la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap) le da la bienvenida en mensajes televisivos, se supo que murieron de frío en uno de los santuarios un niño de cuatro días de nacido y otro de ocho meses, Jazmín Cruz García.

Murieron de hipotermia --dijeron los médicos-- en una pequeña comunidad ubicada en las partes altas del ejido El Rosario. Los padres de los menores y de un tercero, que presentaba síntomas de neumonía, llegaron tarde a la zona urbana de Ocampo en busca de auxilio.

En tanto los padres enterraban a sus hijos, en la ciudad de México se celebraba el Teletón (donde la feria de vanidades lució en todo su esplendor) y el secretario de Hacienda y otros conocidos funcionarios le hacían caso al presidente Zedillo y trataban de explicar lo inexplicable moralmente: sus pensiones en Nacional Financiera. Dos de los señalados por una opinión pública indignada donan temporalmente sus jubilaciones a instituciones de asistencia a enfermos y desvalidos.

Si ese dinero y otros recursos públicos, que salen de nuestros impuestos, hubieran ido a combatir la pobreza que aqueja a millones de personas, los niños no morirían de frío en Michoacán, Hidalgo, el estado de México o la Tarahumara.

Las autoridades se jactan de cuidar las bellezas naturales, mientras las injustas leyes comerciales de carácter nacional e internacional dificultan la producción de los alimentos básicos que consume el pueblo de México y cobran víctimas inocentes.

La mariposa monarca llega a México huyendo de la muerte, de las bajas temperaturas en Canadá. En México, encuentra niños que mueren de frío porque son pobres, y a los que el gobierno, que cuida las fortunas de los banqueros, se olvida de proteger.