ASTILLERO Ť Julio Hernández López
No debe perderse de vista, ni menospreciarse, la recomposición acelerada que vive el sistema PRI-gobierno de cara a las elecciones del 2000.
Una faceta de esa estrategia de reposicionamiento se está dando ahora en San Lázaro, donde el Revolucionario Institucional ha logrado dividir al bloque opositor que pretendía corregir el proyecto priísta de ingresos y egresos del 2000 y ha colocado en muy incómoda situación la alianza electoral entre los partidos del Trabajo (PT) y de la Revolución Democrática (PRD), pues aquél ha aceptado votar junto al PRI en esta coyuntura legislativa y en contra del planteamiento de política económica hecho por el sol azteca.
El instrumento esencial con que el PRI-gobierno está dando un adelanto de los mecanismos de control que usarán con energía en los comicios del año en puerta, es el muy simple y sencillo del dinero. A fin de cuentas, la experiencia de los años recientes ha demostrado (a veces de manera muy dolorosa) que el elemento monetario ha sido capaz de crear en las filas opositoras peores catástrofes que las más cruentas guerras políticas o electorales. A causa del dinero (de su reparto faccioso, de su uso discrecional) figuras opositoras al PRI, más o menos respetables, han declinado algunos de sus postulados ideológicos y han puesto en evidencia que en ocasiones la honestidad pública había sido, más que una virtud, una falta de oportunidades para caer en los terrenos de la corrupción.
En el caso del Partido del Trabajo, nadie debe moverse a asombro al ver que ha decidido sumarse a la propuesta del PRI (es decir, del gobierno de Ernesto Zedillo y de la candidatura de Francisco Labastida) y no a la que defienden el PRD (con quien estableció una temprana alianza para impulsar a Cuauhtémoc Cárdenas a Los Pinos) y el PAN. En realidad, el compromiso entre PT y PRD es meramente electoral y con un objetivo absolutamente preciso como es la búsqueda de la Presidencia de la República. Tal avenimiento entre ambos partidos para la jornada del próximo 2 de julio obliga, ciertamente, al desarrollo conjunto de actos de proselitismo en tiempo presente, pero es más exactamente un compromiso a futuro. Además, ninguna alianza electoral obliga a un partido a emitir votos atados en circunstancias específicas como es la actual, de debate y definición del presupuesto federal aplicable el año entrante. En el mundo entero son naturales y constantes las hechuras y rupturas de alianzas realizadas, como es legítimo, sobre temas coyunturales.
Sin embargo, en la especie mexicana tales vaivenes partidistas no pueden ser observados con tamaña civilidad digna de los parlamentos europeos. Por el contrario, dado el atraso de nuestro sistema político, y los persistentes signos de corrupción y cooptación que suelen advertirse en las maniobras de partidos menores cuando favorecen al PRI, el reacomodo del PT mueve de manera obligada a suspicacias, no sólo las históricas, relacionadas con su origen y desarrollo impulsados de manera patriarcal por Raúl Salinas de Gortari, sino también las del papel que jugará ese partido en la de por sí alicaída campaña presidencial de Cárdenas.
Véase si no es preocupante el punto en el que las (presuntas) convicciones se quiebran a cambio de las muy pragmáticas ofertas de dinero: el PT tendrá, como bonificación por apoyar al PRI en este difícil trance de sacar adelante el presupuesto del 2000, recursos disponibles por unos cinco mil millones de pesos, para promociones de obras y servicios en colonias populares, acciones de vivienda y otros apoyos crediticios para organizaciones urbanas y rurales. No está de más recordar que el PT, como Antorcha Popular, que fue otra de las creaciones de Raúl Salinas de Gortari, tiene una base social sustentada en los apoyos gubernamentales para satisfacción de necesidades de sus afiliados.
Con el voto del PT a favor del proyecto priísta-zedillista-labastidista, se tienen prácticamente completos los votos necesarios para sacarlo adelante. Son 238 diputados priístas, más 13 petistas, y algunos de los llamados independientes, como Carolina O'Farril, Francisco Xavier Berganza (aquel seudopanista que fue candidato a gobernador de Hidalgo y luego se separó del blanquiazul para apoyar a Labastida) y Porfirio Muñoz Ledo, si sus ansias revanchistas continúan gobernándolo.
Este episodio de realineamiento político no es menor, si se atiende el hecho del enojo supremo habido en Los Pinos y sus anexos por la decisión panista y perredista de pretender corregir el presupuesto zedillista y adecuarlo a consideraciones políticas distintas.
En una escena que hizo a un lector de Astillero preguntar por internet si la fotografía del caso, incluida en el cuerpo de esta columna publicado en La Jornada, correspondía más bien a una escena de la censurada película La Ley de Herodes, aparecieron ayer José Angel Gurría y Diódoro Carrasco. El primero (quien pasa por uno de sus mejores momentos, aclamado a nivel nacional como El jubilado del año) hizo en presencia del segundo (cuya aparición habría sido irónicamente para darle más fuerza a las palabras del Angel de las Pensiones) una declaración grave en contra de los dos principales partidos opositores.
Dijo el secretario jubilado: "Habría que preguntarse si acaso no existe una intención por parte de algunos legisladores del PAN y del PRD para crear una crisis económica antes de las elecciones del 2000. Ello les atraería votos para sí y perjudicaría las posibilidades electorales de otros partidos, lo que además sería equivalente a establecer, más bien, una alianza para la crisis. Sin embargo, esos votos serían a costa del pueblo mexicano, en particular de los grupos más desprotegidos, quienes más resienten los impactos de la crisis económica".
Hasta el diputado que es hijo del dueño de la franquicia familiar denominada Partido Verde Ecologista de México podría entender que la intención del joven pensionado fue la de asociar los lemas de las campañas opositoras, Alianza por el Cambio y Alianza por México, con lo que a entender del secretario de Hacienda es su verdadero propósito: una alianza para la crisis.
Dos diputados priístas, Arturo Núñez (a quien cada vez parece escapársele más Tabasco) y Dionisio Meade, agregaron tintes macabros a la pretensión opositora de reasignar partidas presupuestales e incrementar el gasto público en materia social el año venidero: de no aprobarse el presupuesto priísta habría miles de desempleados, inflación y devaluación.
Frente a ello, el PT decidió dar un paso a favor del PRI y colocar en entredicho su alianza con el PRD y con Cárdenas (por más que en la élite del sol azteca se pretenda aminorar el impacto del golpe recibido).
Son avisos de lo que viene. Del uso del dinero, de las presiones políticas, del chantaje y de la corruptela, para realinear, recomponer y abrir el paso a la victoria labastidista del 2000.
Astillas: Santiago Creel no pudo participar en su primer acto de campaña por el gobierno de la capital, junto a Vicente Fox, porque el fuerte sol le provocó una hemorragia nasal, según se informó ayer... A propósito del guanajuatense, el rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, desestimó críticas hechas por aquel al proceso de diálogo en la UNAM pues, dijo, Fox opina de todo y entiende de muy poco...Labastida no fue a Tabasco debido a la batalla cerrada que se libra respecto al control del aparato priísta de la entidad. Roberto Madrazo quiere poner al mando a su gente para garantizarle, dice, al sinaloense, buenos resultados, pero el candidato priísta no cree en tales promesas y pretende tomar el control del priísmo tabasqueño. Como no se han arreglado, prefirieron dejar la visita a aquellas tierras del sureste para el año próximo, a ver si para entonces ya se arreglaron.
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