La Jornada martes 14 de diciembre de 1999

Alberto Aziz Nassif
El presupuesto: tecnocracia contra sociedad

Los tecnócratas están mal parados con el descubrimiento de sus jugosas y chuecas, pero legales, pensiones. Esos mismos funcionarios pensionados hoy se rompen las vestiduras y tratan de crear un efecto de miedo y demagogia en la sociedad, acusan a la oposición de que los cambios que proponen en el presupuesto llevarán a una crisis económica en el 2000. Por supuesto las cíclicas crisis de fin de sexenio no han sido responsabilidad de la oposición, y si hay alguna el año entrante no será por esos 17 mil 380 millones de pesos que PRD y PAN quieren adicionar. Muchos años después de que haya terminado este sexenio, los mexicanos recordaremos a Zedillo por el crecimiento gigantesco de la deuda pública que heredarán nuestros hijos. El problema de fondo parece ser que la tecnocracia gobernante no quiere mover sus números porque su prioridad número uno es el equilibrio financiero, en cambio la oposición está pensando también en los beneficiarios de esos recursos.

Con este presupuesto se juegan varias cosas. En primer lugar, las atribuciones de la Cámara de Diputados para modificar y aprobar el presupuesto que presenta el Ejecutivo, funciones que se han empezado a ejercer apenas a partir de 1997, cuando el PRI perdió la mayoría en la Cámara baja; en segundo, se trata de diferencias sobre la política económica entre el PRI y la oposición, porque está muy claro que para esta tecnocracia importan más tener un déficit de 1 por ciento a pesar de que se sacrifiquen los salarios, la educación, la salud, los municipios, la investigación y la cultura; en tercer lugar, queda claro que el presupuesto tiene implicaciones directas sobre la vida política, y con mayor razón cuando se trata de un año electoral. En ese sentido, va a ser muy importante ver cómo van a votar los grupos parlamentarios, porque eso significará ganar o perder votos.

Los 17 mil 380 millones de pesos serían distribuidos principalmente de la siguiente forma: 3 mil millones para incrementar salarios mínimos de pensionados y jubilados, mil millones para vivienda, mil 200 millones para educación superior e investigación científica, mil millones para programas de asistencia social, mil millones para educación básica, 7 mil 950 millones para el Fondo de Fortalecimiento a las Entidades Federativas para empleo y educación y 2 mil 170 para otros programas (La Jornada, 13/XII/1999). En pocas palabras, se trata de un pequeño blindaje social para una sociedad que ha sido maltratada y empobrecida por una elite neoliberal. En otros países que han pasado por crisis similares a la nuestra, como Corea del Sur, se han puesto en marcha ese tipo de programas de blindaje social para apoyar a la sociedad con el costo del déficit que se ha incrementado.

En estos días ųen los que se ha descubierto el privilegiado manejo de pensiones del área financiera del gobierno queda completamente claro que esos tecnócratas toman sus decisiones sobre los equilibrios financieros desde lugares de salarios amplios, pensiones millonarias y todo tipo de apoyos y colchones. Quizá si esos tecnócratas ganaran salarios mínimos, tuvieran las pensiones normales de los trabajadores y cada año fueran evaluados por su productividad, este país sería diferente y la distribución del ingreso estaría, tal vez, menos polarizada.

La oposición en la Cámara de Diputados tiene que demostrarle a la sociedad que el esfuerzo democrático vale la pena, que las largas luchas por una representación política plural tienen sentido y así es posible que abonen para su causa en el 2000. La otra cara de la moneda ya la conocemos de memoria, si el nuevo PRI gana el año próximo la Presidencia y la mayoría en el Congreso, el país regresará a los tiempos en los que el presidente tomaba las decisiones y el Poder Legislativo asumía pasivamente órdenes del Ejecutivo y su capacidad legislativa se limitaba a darle trámite a las iniciativas del señor presidente. Estamos ante una situación inédita, porque por primera vez PAN, PRD y sus aliados están ante la posibilidad de consensar un presupuesto alternativo, aunque sea sólo en una pequeña fracción que se puede modificar, pero que tiene mucho sentido social y podrían equilibrar algo las condiciones de muchos millones de mexicanos que año con año ven disminuir su piso mínimo de subsistencia.

Esperemos que la oposición aproveche la situación estratégica que tiene en las manos, es decir, que no se fragmente o se pase al otro lado, la sociedad lo agradecerá y sabrá corresponder con votos.